
Hay tanta oferta, que decidir qué museos hay que ver en Lima puede llegar a ser complicado. La mayoría de los turistas que llegan a Perú no pasan mucho tiempo en su capital y es un error, porque esta ciudad tiene muchas cosas que ofrecer. La fama de ciudad peligrosa y poco atractiva quita las ganas de conocerla a los visitantes que llegan por primera vez a Lima. Sin embargo, por mi experiencia bien merece dedicarle al menos un par de días.
Hacía algo más de un mes que había llegado por primera vez a Lima tras mi periplo por la Polinesia Francesa e Isla de Pascua y me quedé enamorado de la ciudad. Esa vez estuve un único día y sólo me dio tiempo a visitar el magnífico “Cercado de Lima” (casco antiguo colonial) y darme un paseo por los jardines de los acantilados del barrio de Miraflores.

Me había quedado con una espinita clavada por no haber visitado alguno de los magníficos museos que tiene la ciudad y no tuve la duda trascendental de decidir que museos hay que ver en Lima. Sin embargo, tras haber conocido más sobre las culturas precolombinas en mi viaje por Perú, sabía que a mi vuelta no podía perderme el Museo Larco y el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia de Perú.

Viaje de Chiclayo a Lima
Tras el día intenso de turismo conociendo las tumbas de los señores moches en Chiclayo continué mi viaje migratorio hacia el sur del país. Dado que iba a tener que pasar por Lima de todas formas, decidí que era la ocasión ideal para parar de nuevo en la capital y resolver el dilema de qué museos hay que ver en Lima.

Viajé de nuevo en un autobús nocturno y reservé uno de los asientos del piso de abajo, que son algo más caros que los de arriba, pero bastante más cómodos. Para recorrer los cerca de 770 km que separan las dos ciudades se tarda unas 12 horas de viaje. De todas formas todo depende del tráfico que haya en Lima, porque puedes tirarte dos horas desde la entrada de la ciudad hasta llegar a la estación o “terrapuerto” como lo llaman los peruanos.

Cuando facturé mi mochila en Chiclayo tuve que pagar exceso de equipaje, algo que me pareció inaudito para un autobús. La vida de buhonero y viajar ligero de equipaje no son compatibles, debería de hacer un máster en equipajes y otro de curarme el síndrome de Diógenes. Mientras esperaba para embarcar entablé conversación con un chico chiclayano que me estuvo contando su vida y vicisitudes. Me despisté y a punto estuve de quedarme en tierra, mientras el autobús y mi mochila llena de todos mis recuerdos emprendían viaje hacia la capital de Perú. Finalmente y tras soportar estoicamente el tráfico de Lima llegamos a destino. Una vez allí, pillé un taxi para ir a casa de mi amigo Richard en el barrio de Miraflores.

Museo Larco
Mientras me pegaba una ducha pensando que museos hay que ver en Lima, decidí que el primero que visitaría sería el museo Larco (para horarios y precios consultar su página web). Me cambié de ropa, me peiné y perfectamente maquetado con mi vestuario de eventos culturales, pillé un taxi para ir hasta el barrio de pueblo Nuevo donde está el museo.

El museo Larco fue fundado por el historiador Peruano Rafael Larco Hoyle en 1926 y está localizado en una maravillosa mansión colonial con unos preciosos jardines. El horario de visita del museo es amplio e incluso puede visitarse hasta las 10 de la noche. El museo alberga una increíble colección de 50,000 vasijas de cerámica precolombina. Desde luego si se dispone de poco tiempo y no sabéis que museos hay que ver en Lima, éste es el que debéis elegir.

El edifico per se es precioso. Para llegar a la zona donde comienza la visita se sube por unas rampas ajardinadas, desde las que se puede disfrutar de las buganvillas rojas y púrpuras que contrastan con las paredes blancas del museo. La visita es muy agradable. Los objetos expuestos están perfectamente seleccionados y colocados para que la exposición no se haga pesada en absoluto, ni abrumadora por la cantidad de información.

Son especialmente interesantes las cerámicas que contienen escenas cotidianas y los sublimes retratos del periodo moche, gracias a las cuales se ha podido conocer tantos detalles de la cultura y ritos de estas civilizaciones milenarias. En uno de las partes del museo se puede visitar la cámara donde se guardan las miles de cerámicas no expuestas en la exposición. Están ordenadas por diferentes temáticas. Es curioso, pero en esta sala y de forma inconsciente comienzas a moverte con mucho cuidado. Todo está perfectamente guardado en vitrinas, pero te entra un miedo inexplicable por si rompes algo de valor incalculable y termines teniendo que arreglar el destrozo con Loctite.

La colección de cerámica erótica
Al finalizar la visita se desciende al jardín donde se encuentra el Café del Museo, un café-restaurante muy recomendable en un entorno espectacular. Desde este jardín se puede acceder a otra de las atracciones del museo, su colección de cerámica erótica. Si no sabes que museos hay que ver en Lima, esta es otra razón para venir al museo Larco.

El sexo era parte de la vida cotidiana de las civilizaciones pre-colombinas y no tuvieron ningún problema en reflejarla en las cerámicas de forma explícita y sin tapujos. En algunas piezas incluso reflejaron la presencia de enfermedades de trasmisión sexual. Aunque no seáis amantes del porno arqueológico, no os vayáis del Museo Larco sin echarle un vistazo a la colección de cerámica erótica.

El Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia de Perú.
Si te gusta la historia y la arqueología y no sabes que museos hay que ver en Lima, te aconsejo que visites el extenso Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia de Perú que está próximo al Museo Larco. Ambos museos puedes incluirlos en tu día cultural por Lima. Los edificios de esos dos museos están comunicados por una línea azul pintada en el suelo que guía a los turistas para que vayan de uno a otro. Yo como turista obediente procedí a seguir la línea, aunque he de confesar que en algunas partes del trayecto era complicado encontrarla.

Antes de darme otro atracón cultural, decidí darme otro literal y paré a comer en la Antigua Taberna Queirolo. Un sitio bonito para tomar un tentempié, próximo al museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia de Perú.

El museo de Arqueología, Antropología e Historia de Perú (para horarios y precios puedes visitar su página web) contiene multitud de objetos y pinturas de la basta historia de Perú, destacando la estela de Raimondi de la civilización Chavín o ejemplos del sincretismo, tendencia artística que pretendía acercar el cristianismo a los indígenas, como la pintura de la última cena en la que los apóstoles están comiendo cuy (cobaya). El museo es muy grande y su visita daría para estar un día entero. Yo estuve sólo un par de horas.

Me llamó mucho la atención la sección dedicada a la cultura de Paracas en la que tenían expuestos cráneos alargados con trepanaciones. No hay museo que se precie en Perú que no tenga alguna cosa escabrosa en su colección. Estás culturas deformaban las cabezas con vendajes a propósito, ya que este alargamiento era un símbolo del estatus social. Algunos iluminados asocian estas formas alargadas con las visitas alienígenas en la antigüedad. Digo yo, ¿porque la gente piensa que los alienígenas tienen la cabeza alargada si nadie ha visto ninguno, excepto en las películas de ciencia ficción?

Compras y cocina novoandina
Después de terminar las visitas de los museos me volví en taxi al barrio de Miraflores. Para desintoxicarme de tanta historia y cultura me fui de compras por los mercados indios que hay en la zona. Me pasé el resto de la tarde mirando recuerdos y haciendo una evaluación pormenorizada de precios, tamaños y pesos de los potenciales regalos que podía adquirir en estos bazares indígenas. Pese a que me impuse un férreo autocontrol de mis ansias consumistas, alguna cosa cayó.

Como colofón del día mi amigo Richard, que es chef, me tenía una sorpresa preparada. Me había elaborado una sublime cena siguiendo los dictámenes de la cocina novoandina. Uno de los atractivos de venir a Lima es probar su cocina y las nuevas tendencias que mezclan lo tradicional con lo más moderno. Yo pude disfrutarla sin salir de casa: ceviche con salsa de ají, atún a la plancha y un postre de chocolate para chuparse los dedos. Yo le había traído un tarro de charapitas, chiles del amazonas y un trozo del dulce King Kong de Chiclayo, pero francamente como pago por la cena me quedé muy, muy corto.. No hay mejor forma de disfrutar de un país que en compañía de la gente que vive allí.

Es cierto que decidir que museos hay que ver en Lima no es una tarea fácil y va a depender de vuestros gustos. Lo que sí que os puedo decir es que pasar tiempo en Lima merece muchísimo la pena.

Lima. Perú. Noviembre 2018.
Si os ha gustado esta historia y queréis seguir leyendo más aventuras de mis viajes por esos mundos de dios, suscribiros al blog del Microbiólogo Viajero. Podéis hacerlo al final o en el lateral de esta página. Gracias por leerme.
Que razón tienes y que buen buhonero estás hecho, los museos de Lima son magníficos y merecen mucho la pena. A mi me encantaron, esa cerámica porno y la no porno, no tiene precio. Oye tienes razón, ¿Porqué se piensa que los marcianos tienen el cráneo alargado? las pelis de UFOS son las culpables de nuestro imaginario del mundo extraterrestre . Muy buenas recomendaciones, la verdad que todo el que vaya a Lima no puede perderse los museos de los que nos has hablado. Veo que de nuevo te pusiste chuzo, no solo hiciste un viaje cultural sino que no dejaste pasar también el hacer un recorrido gastronómico, menuda pinta tenía todo. Un besote y pasa muy buena semana
Deberiamos preguntar a Iker Jiménez por el mundo ovni que es toda una eminencia. A mí me encanto su gente, la comida y su arte porno y no porno, jejejeje. Pasa una feliz semana.
Hola !!!!!
Me he quedado enamorada de tus museos, o sea, de los de Lima, jaja.
A mi que me encanta la cerámica y todo lo que se rompa (cristal y esas cosillas) estaría feliz entre todo ese vasijerío.
Las escenas cotidianas representadas en barro me parecen chulísimas, sean de sexo o no. Aquí estoy envidiando tus visitas y también tus comiditas, que ya veo que te cuidas. Especialmente el postre me da mucha envidia, golosilla que es una.
Ya que no podemos viajar en la realidad, estupendo un viajecito contigo.
Me ha encantado leerte. 🙂 🙂
Muchas gracias por leerme. Yo creo que alucinarias con todas las vasijas y recipientes que tienen en el museo Larco. Tienen de todos tipos y colores, relacionadas con los rituales y su cultura, son como libros abiertos. Yo también hecho de menos los viajes y estoy sobrevivido gracias a los recuerdos. Ojalá pronto podamos salir a conocer mundo. Luisa, a nadie amarga un dulce, así que dejemos que nos suba la glucemia. Un beso y feliz semana.
Te aseguro que sucumbo con frecuencia a subir la glucemia, de toda la vida y estaría encantada de subirla en Lima con tu propuesta.
Esperemos volver a nuestros viajeros caminos y compartirlo.
Un gustazo leerte.
Feliz semana.
Pues una buena propuesta si pasas un día en lima. Dos museos muy cerquita el uno del otro y con unas vasijas superinteresantes alguno cogería alguna que otra idea, seguro. Un abrazo enorme Horacio.
Pues mira que no soy muy de museos , pero el de Larco me encantó por lo agradable y chulo que era. Un abrazo y pasar buena semana.