El encantador Cercado de Lima

Lima. Perú. Ocubre 2018.

LimaCuando estaba recopilando información para visitar Perú, hablé con varios amigos míos que habían estado de vacaciones en el país. Todos ellos coincidían en decirme que Lima no merecía la pena visitarla y que era muy peligroso andar por las calles de la ciudad. Como dice mi colega bloguero Perdiendo el Norte (visita su blog), nos habían pintado Lima casi como adentrase en Mordor. Yo como iba con tiempo y quería recuperarme del viaje trasnochador desde Isla de Pascua (ver entrada anterior), decidí quedarme un día de descanso para visitar la ciudad. Pensé que algo interesante habría en Lima,  aunque recé para no cruzarme en el camino con Sauron, ni ninguna banda de orcos desmelenados.

Aquella mañana después del desayuno sopesé subir al “Monte del Destino” a deshacerme de algún anillo en el Mordor limeño. No tenía ningún anillo mágico del que deshacerme, pero sí de las guías que no necesitaba y parte de los regalos de Polinesia e Isla de Pascua, así que busqué una oficina de correos para mandarlos a España.  Tenía que ser realista, mi mochila iba al límite, todavía me quedaba mucho viaje por delante y no creía que me iba a curar de mi vicio de acaparar recuerdos.  Conseguí una pequeña caja vacía en una tienda de ortopedia, la llene con mis cuatro mierdas y fui a hacer el envío. La chica de correos inspeccionó el contenido y cerró el paquete. Rellené los papeles y tuve que dejar mi huella del dedo en el formulario. Supongo que por el tema de tráfico de drogas. No llevaba ni 24 horas en Perú y ya tenían mis huellas.

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Un turista apageado a una guia Lonely Planet.

Al salir de la oficina me di cuenta que había metido accidentalmente dentro del paquete la guía Lonely Planet de Perú. Así que tuve que entrar dentro y pedir avergonzadamente que me abriesen el paquete otra vez para sacar la guía. Menos mal que a los turistas se nos consiente todo tipo de torpezas. El envío fue muy caro y luego para recibirlo en España tuve problemas en la aduana con los impuestos por el contenido. En fin, que bajo ningún concepto os recomiendo usar este sistema si tenéis el mismo problema de espacio que yo.

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La plaza de San Matín con su estatua ecuestre.

Desde Miraflores cogí el autobús y me fui al centro histórico de Lima, que se le conoce como “El Cercado de Lima”, posiblemente por haber estado amurallado en el pasado. El término “cercado” se utiliza comúnmente en Perú para referirse al casco antiguo de las ciudades.  Aunque no estaba excesivamente lejos de Miraflores tardé una hora larga en llegar a destino, el tráfico era horroroso.  Allí me dirigí a la Plaza San Martín y para no complicarme mucho la vida decidí seguir el circuito callejero sugerido por la Lonely Planet.

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«Llamas» hay más de una.

En esta bonita plaza se erige la estatua ecuestre del General Don José San Martín uno de los libertadores de América por sus campañas decisivas para conseguir la independencia de Argentina, Chile y Perú del yugo de los españoles. Por aquella época no se nos veía con buenos ojos por las tierras americanas.  En uno de los laterales del pedestal de la estatua se observa la figura femenina de la madre patria. De acuerdo con las instrucciones del proyecto debería de tener sobre su cabeza una corona con llamas (fuego), pero dicen las malas lenguas que por una confusión lingüística terminó portando una llama (camélido peruano). En fin, la lengua española a veces no es tan clara como parece.

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Plaza de armas de Lima. Vista de la catedral y del palacio arzobispal.

De aquí me dirigí a la plaza de armas, lo que viene siendo nuestra plaza mayor de España. Todas las ciudades de Perú tienen una y mantienen más o menos la misma estructura. Suelen encontrarse rodeadas de bonitos edificios coloniales y de la iglesia. En el centro de la plaza suele haber una fuente. La plaza de armas de Lima es impresionante, con el Palacio Arzobispal y la catedral en uno de los laterales. En el lateral contiguo se situaba el Palacio del Gobierno del Perú, donde todos los días se realiza el cambio de guardia a las 11:30.  Aquella mañana parecía que me había levantado con la flor en el culo porque llegué sin saberlo a tiempo de ver este evento. Os lo recomiendo porque es muy vistoso y colorido. Cuando la orquesta toca la canción del “El condor pasa” es muy emocionante y eso que yo no soy peruano.

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La orquesta militar amenizando el cambio de guardia.

Después del espectáculo militar me fui para la catedral y visité todo el coro de capillas dedicadas a un sinfín de vírgenes. Justo a la entrada de la catedral se encuentra la capilla de Francisco Pizarro. El conquistador español fue el fundador de la ciudad de Lima. Después de su asesinato, sus restos fueron llevados a la catedral de acuerdo con sus deseos, pero no para que descansasen en paz. Durante muchos años los restos expuestos en la capilla no correspondían con los suyos. Tras unas obras de remodelación en la capilla, apareció una caja de metal con su cabeza y más restos humanos. Tras un exhaustivo estudio forense, se identificaron estos huesos como pertenecientes al conquistador español y se depositaron en su lugar correspondiente. Toda una aventura digna de un capítulo especial de la serie “Bones”.

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Pintura de la capilla de Francisco Pizarro.

Cerca de la plaza de armas me fui para el restaurante Cordado (ver web) a comer algo, con sus más de 110 años de historia por sus mesas han pasado y pasan presidentes, artistas, personalidades del país y ese día el “microbiólogo viajero”. Me senté y me pedí el plato de lengua en salsa, porque es ver algo de casquería y se me van los ojos. Mientras me deleitaba con la comida, una hilera de 20 turistas con su guía a la cabeza cruzaron el salón comedor delante de mi mesa, sin parar a comer, sólo para ver el local. El restaurante en sí es un sitio turístico, de hecho es patrimonio nacional. Las miradas de los turistas me hicieron sentirme como una pieza de museo.

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Calle del «Cercado de Lima»

Por la tarde seguí visitando el precioso Cercado de Lima con sus casas coloniales y sus balconadas impresionantes de madera. Hice una parada en las Catacumbas del convento de San Francisco, con sus criptas llenas de osarios. Fue una visita un poco claustrofóbica, en la que se pueden ver los miles de esqueletos almacenados. Los monjes de la época separaban los diferentes tipos de hueso, los colocaban de forma meticulosa para que ocupasen menos espacio y los usaban para decorar las criptas con un dudoso gusto artístico. Creo que los amigos de lo gótico lo disfrutarán a rabiar.

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Iglesia de San Francisco. Las catacumbas están debajo, claro.

No muy lejos de ahí, hay unas soberbias vistas del barrio marginal de Rimac con sus bonitas casas de colores que se amontonan en la ladera del cerro de San Cristobal.  Me dijeron que no era muy seguro adentrase dentro de este barrio. No tenía mucho tiempo y tampoco quería tentar a la suerte, así que continué mi camino aunque me quedé con las ganas de ver como era de cerca.

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Barrio de Rimac. La altura es inversamente proporcional a la riqueza. Teorema de la construcción en Lima.

Continuando el camino, crucé por delante del Palacio Legislativo presidido por la estatua ecuestre de Simón Bolivar, líder de la independencia de los países sudamericanos. Cerca de ahí está el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, otra de nuestras “grandes” aportaciones al nuevo mundo, hoy convertido en museo. Estaba cerrado, así que me quedé con las ganas de visitarlo. Unas pocas calles más allá llegué finalmente a la Calle Capón, centro neurálgico de la comunidad china. Esta calle lleva este nombre en honor a los glamurosos locales situados en esta calle, que se dedicaban a cortar los testículos de los cerdos.

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Estatua de Simón Bolivar.

Perú tras la Guerra del Pacífico recibió un gran número de inmigrantes chinos, que se instalaron en los barrios de las ciudades e influyeron en la cultura del país. Son muy famosos la comida y los restaurantes Chifa, que es la comida traída y  adaptada por estos inmigrantes. En esta zona se puede disfrutar de muy buenos restaurantes con este tipo de comida.  La calle capón no tiene desperdicio, en la que no falta la decoración oriental y muchos de los locales tienen letreros en chino.

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Como buena rata no podía pasar sin sacar una foto de mi horoscopo chino.

En el suelo hay unas losas con los animales del horóscopo chino y unas pequeñas baldosas octogonales con inscripciones que la gente deja con mensajes de todo tipo para las generaciones futuras. Si te animas, por un módico precio puedes dejar la tuya.

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Baldosas de la calle Capón.

De vuelta hacia la plaza de armas,  aún me animé a visitar el museo del Banco Central  de Reserva del Perú y seguí cruzándome impresionantes casas coloniales como el Palacio Torre Tagle que tienen un par de balcones con un delicado trabajo de carpintería que es alucinante. La mayor parte de las casas coloniales no se pueden visitar, a no ser que se concerté un tour con tiempo. Mi última visita cultural fue el convento de Santo Domingo.

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Increible fachada de la Torre Tagle.

Este convento es un centro religioso de primer orden para la comunidad católica peruana, porque en él reposan los restos de tres santos peruanos: Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres (Fray Escoba) y San Juan Macías.  La aparición simultánea de tanto santo en Sudamérica no estaba relacionado con ningún fenómeno “trending topic” celestial, si no con la estrategia de tener santos locales para ayudar a la cristianización de los pueblos indígenas, con historias y personas más próximas a ellos.

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Convento de Santo Domingo

Como ya se estaba haciendo tarde y estaba un poco saturado de tanta iglesia, convento y casas coloniales, dirigí mis pasos a un sitio un poco más mundano y me paré a descansar en el bar del Museo del Pisco (ver sitio web). Hay sucursales en el barrio de Miraflores, Cuzco y Arequipa. Como soy de lo más previsible me pedí un Pisco Sour, pero el mundo del pisco da para mucho más. El número de cócteles a base de pisco es muy amplio y se podrían escribir varias tesis doctorales al respecto. Sí, hay vida más allá del Pisco Sour. Me prometí a mí mismo que la próxima vez me lanzaría a explorar ese universo delicioso de los bebedizos peruanos.

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Momento de incertidumbre en el barrio chino. ¿me disfrazo de fantasma para Halloween o me hago una limpieza de aura?

Se me había hecho tarde y necesitaba regresar al hostel porque había quedado a cenar con mi amigo Richard. No se me ocurrió otra cosa que ponerme a pedir un taxi delante del Palacio de Gobierno, vamos no me había dado ni cuenta. Cuando el guarda me vio parando coches, le faltó tiempo para sacarme de allí sin contemplaciones  y no me dejó subirme al taxi que me había parado. Usé el viejo truco de poner cara de turista despistado pero no conseguí ablandar su corazón. Así que tuve que irme hasta la calle aledaña para poder conseguir un transporte.

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Perderse por el Cercado de Lima, una maravilla.

Después de una ducha reparadora me fui a cenar con mi amigo limeño. Era momento de disfrutar de los famosos restaurantes de Miraflores.  Aprovechando que Richard es Chef, me dejé llevar para que me adentrase en el mundo de la cocina novoandina. Después de que Gastón Acurio le diese una vuelta a los platos tradicionales peruanos, la cocina peruana adquirió otra dimensión.  Fuimos al restaurante Señorío de Sulco  (ver el sitio web).  El sitio estaba muy bien y no fue caro comparado con lo que pagaríamos en un restaurante de este tipo en Madrid.  Estaba muy emocionado con probar platos nuevos, así que Richard me aconsejó “la carapulcra”, una especie de guiso que acompañé con arroz.  Estaba buena pero tampoco me emocionó mucho.  En cualquier caso, me sentí muy afortunado de tener un guía tan bueno y que me contase las entretelas de los cocineros peruanos.

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Vista de la Plaza de Armas desde donde está prohibido parar un taxi.

Ya cenados, aún nos dimos una vuelta por el barrio de Barranco que está lleno de mucho sitios alternativos, hípster y estilosos. Pena de no haber tenido más tiempo para explorar este barrio con más tranquilidad.

Vaya día más completito y eso que casi paso por delante de Lima sin parar. No me lo hubiera perdonado. Me gustó tanto, que al mes siguiente volví a parar en Lima para disfrutar de los museos de la ciudad y de la cocina novoandina. Por cierto, en todo el día no se me acercó ni un sólo orco…

7 comentarios sobre “El encantador Cercado de Lima

  1. Vaya recorrido más chulo, a mi Lima me encantó, eso si, la gente me paraba por la calle para decirme que tuviera cuidado, no se si es que soy un poco inconsciente pero me metí por todos los lados, también fue hace más de veinte años, madre mia jajaja. Lo que más me molo ya que tenía un toque mordiano era el museo de la inquisición y las iglesias, a mi Lima me encantó y tiene un montón de cosas que ver. Disfruta del finde y muchos besos

    1. Estoy completamente de acuerdo contigo, para mí Lima fue todo un descubrimiento. Quizá hace 20 años fuese más peligroso. Yo no me metí por ningún sitio extraño y tengo que decir que no me sentí inseguro para nada. Un beso y buen finde para ti también.

  2. La verdad es que podría escribir un libro de viajar para dummies porque me pasan cosas de bombero. Os recomiendo que os animéis a conocer Perú. Es increíble, yo pensaba estar un mes y se convirtieron en dos. Me flipo. Chicos gracias por leerme. Un beso y buen finde.

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