
Los Géiseres del Tatio es el parque geotérmico más grande de Chile y uno de los más importantes del planeta. Localizado en las proximidades de San Pedro de Atacama, los géiseres del Tatio es una de las excursiones obligadas cuando se vista esta localidad del Norte de Chile. Si tenemos en cuenta la gran actividad volcánica que hay por toda la cordillera de los Andes, no es de extrañar que nos encontremos aquí con este paisaje de otro mundo.
El mejor momento para poder disfrutar de los géiseres del Tatio es a primera hora de la mañana. La diferencia térmica y de presión entre el suelo y el aire, durante las primeras horas matutinas, hace que las fumarolas sean más espectaculares. Más tarde la actividad se reduce mucho y pierde gran parte de su belleza. Por eso, si visitas los géiseres del Tatio deberás madrugar mucho para llegar a tiempo y no perderte este espectáculo térmico en todo su esplendor.

Contratar la excursión para visitar los Géiseres del Tatio
El día de antes había llegado a San Pedro de Atacama desde Iquique en un largo viaje de autobús. Tras descansar en la “minimalista” y reducida habitación de mi hotel, salí a la calle principal del pueblo para contratar una excursión que me llevase el parque geotérmico de los Géiseres del Tatio.

Es importante recorrerse varias de las agencias de turismo y comparar precios. Prácticamente todas las agencias ofrecen lo mismo, así que puedes ahorrarte algo de dinero si comparas precios. Además, si tienes intención de pasar varios días en San Pedro de Atacama y visitar las atracciones de la zona, puedes conseguir descuentos por contratar varias excursiones con la misma agencia.

El cielo estrellado de San Pedro de Atacama
Con cierta pereza abandoné el calor de mi acogedor sarcófago-habitación en mitad de la noche para ir a visitar los Géiseres del Tatio. Pillé toda la ropa de abrigo que pude ponerme y salí a la calle a esperar a la mini-van que tenía que venir a buscarme. Hacía un frío que pelaba.

El cielo estrellado lucía espectacular con una nitidez y claridad increíbles. Las bajas temperaturas, la sequedad del desierto y la altitud, hacen que no haya humedad y tampoco partículas en suspensión. Las especiales características de esta región del mundo aseguran un cielo nítido y cristalino la prácticamente totalidad de las noches. Es el paraíso de cualquier astrónomo. No es de extrañar que en las proximidades de San Pedro de Atacama hayan instalado el mayor radiotelescopio del mundo para el desarrollo del proyecto “ALMA” , cuyo principal objetivo es la búsqueda de vida extraterrestre.

Una gélida espera antes de empezar la excursión
Para los habitantes que vivimos en el hemisferio norte, ver el cielo del hemisferio sur siempre es un aliciente. La famosa Cruz del Sur y la constelación de Escorpio nos dejan a todos los hemisferio-norteños hipnotizados y con dolor de cuello. Aquella noche me llamaba la atención la intensidad de una estrella que no llegué a descubrir si se trataba de Júpiter o Saturno, pero brillaba como un faro en el cielo con igual fuerza que la tiritona por las bajas temperaturas que estaba soportando.

Todas las noches en San Pedro de Atacama se repite la misma rutina. Decenas de minivans recorren las oscuras calles del pueblo recogiendo a los turistas crionizados en las puertas de sus hoteles con dirección a los géiseres del Tatio. Yo harto de ver pasar minivanes delante de mí puerta a punto estuve de volver al calor de mi sarcófago-habitación. De repente, las dos luces de un vehículo iluminaron mi calle y pararon a escasos metros de donde me encontraba. Sin embargo, la minivan sólo paró a recoger a los tres turistas chilenos del hotel de enfrente dejándome sólo y helado en mitad de la noche oscura. Afortunadamente cinco minutos después, mi transporte llegó justo antes de que la temperatura de mi cuerpo descendiese a cotas incompatibles con la vida.

El viaje nocturno a los Géiseres del Tatio
Las dos horas y pico que duró el viaje hasta los Géiseres del Tatio las pasé acurrucado en mi asiento y en un estado de duermevela. Los turistas somos una especie sufrida con una alta capacidad de adaptación a situaciones adversas en pos de la cultura, la aventura y “descansar” de nuestros rutinarios trabajos.

Cuando el día estaba empezando a clarear llegamos a los Géiseres del Tatio. Ya había conseguido controlar mi temperatura corporal, cuando nos dijeron que nos bajásemos de la minivan. Una gélida brisa de diez grados bajo cero nos dio la bienvenida. Ese día tuvimos relativamente suerte porque se suelen alcanzar -15ºC y temperaturas más bajas con relativa frecuencia. Me encasqueté mi gorro de forro polar, mis guantes y nos dispusimos a comenzar la visita.

El parque geotérmico de los Géiseres del Tatio.
Todo el parque se encuentra lleno de fumarolas y surtidores de agua hirviendo. Algunos de ellos lanzaban agua y vapor de agua a intervalos de tiempo para delicia de los turistas y sus cámaras de fotos. Nuestro guía nos dio unas cuantas indicaciones y posteriormente nos dejó al libre albedrio para recorrer los diferentes miradores y acercarnos a los géiseres.

Los caminos están perfectamente delimitados y los géiseres rodeados de círculos de piedras para mantener la distancia de seguridad apropiada. Es importante no salirse de los espacios definido, si no quieres terminar con el pie escaldado o con quemaduras de primer grado. Ver como salen todas esas fumarolas del suelo era fascinante. En algún momento estábamos completamente rodeados de humo. En algunos de los géiseres se apreciaban mejor su gran tamaño desde la distancia, al comparar el tamaño de los turistas con las cortinas de vapor que desprendían. Desde luego tenías la sensación de estar en otro planeta.
En el parque se veía los restos de una estación de aprovechamiento de la energía geotérmica, pero no me quedo muy claro si todavía estaban en funcionamiento. Tal como nos contó el guía a medida que iban pasando las horas, la actividad de las fumarolas se fue reduciendo. De hecho, cuando dejamos el parque parecía que la Pachamama había decidido apretar el botón de apagado de los surtidores.

Otras actividades en los Géiseres de Tatio
Mientras estábamos recorriendo los géiseres, nuestro guía se encargó de prepararnos el desayuno. Ésta fue la mejor artimaña para conseguir que nos reuniéramos todos en las proximidades de la mini-van para luego emprender camino. El desayuno no era nada del otro mundo, pero con las vistas y la “madrugá” heladora que habíamos tenido, fue un detalle muy apreciado entre todos los presentes.

Después de desayunar se nos fueron todos los males y cuando el guía nos preguntó si queríamos bañarnos en las aguas termales. Al grito de ¿Somos turistas o gallinas? nos fuimos casi todos para el agua. La temperatura exterior estaba sólo unos pocos grados por encima de cero. Quitarse la ropa no fue especialmente agradable, pero dentro del agua calentita se estaba genial. Aproveché para acicalarme y deshacerme de las molestas legañas congeladas de la mañana. Eso sí, la salida del agua fue toda una experiencia religiosa.

Regreso a San Pedro de Atacama
Como a la vuelta era de día pudimos disfrutar del paisaje altiplánico y de las encantadoras llamas que pastaban a sus anchas no muy lejos de la carretera. Me hubiese gustado poder parar y disfrutar más del entorno, pero por temas de conservacionismo cada vez limitan más los movimientos de los turistas y en las excursiones organizadas siempre es complicado.

De camino aún paramos en la bonita aldea de Machuca. En esta aldea de pastores de llamas solo hay unas pocas casas y una iglesia de tejado de paja que de lo simple que es, es preciosa. El momento álgido de la visita fue cuando nos cominos un pincho de llama. No es que estuviera delicioso, pero todo sea por dar un poco de aliciente a la economía de esta aldea, que seguro que saca más beneficio de los turistas que de la ganadería del altiplano.

Cuando llegamos a San Pedro de Atacama regresé a mi hotel, recogí mis cosas y me trasladé a una habitación de dimensiones decentes en el Hostal Antaira . En mi nueva habitación entraban incluso un par de sarcófagos cruzados. Por la noche cené de nuevo carne, pero un solomillo como dios manda en el encantador restaurante Adobe. No trasnoché mucho porque a la mañana siguiente tenía nuevas excursiones. Sin embargo, esta vez no tuve que pegarme ningún madrugón gélido y pude disfruta de mi infinita cama dando mil vueltas.

Los Géiseres del Tatio no son tan bonitos como los géiseres y manantiales del increíble parque nacional de Yellowstone en EE.UU. Sin embargo, mereció la pena visitarlos y disfrutar de este paisaje volcánico de otro planeta, pese al sueño y el frío que pasé.

San Pedro de Atacama. Diciembre 2018.
Si os ha gustado esta historia y queréis seguir leyendo más aventuras de mis viajes por esos mundos de dios, suscribiros al blog del Microbiólogo Viajero. Podéis hacerlo al final o en el lateral de esta página. Gracias por leerme.
Has regresado por todo lo alto y nunca mejor dicho:). Ésta es una excursión que nadie se puede perder si viaja a San Pedro aunque la altitud y la gélida brisa pueda echar pa trás. Mira como el retraso de tu furgo ya te creó el ansia viva y la congelación perfecta, eso sí, tu supiste bien cómo entrar en calorcito rápido en la sauna natural, cual gallina clueca eh jejeje.
Un besote Horacio y que tengas una semana estupenda
Muchas gracias, ojalá vuelva a coger el hilo y siga escribiendo. El madrugo y las condiciones climáticas fueron duras, pero al final la excursión mereció la pena. Sino fuera por estas anécdotas no tendría nada que contar. Un beso y feliz semana.
Genial como siempre!. Gracias por volver a escribir. Ana
Gracias a ti por leer. A ver si me vuelvo a poner a escribir de forma constante. Un beso.