
El descubrimiento de la tumba del señor de Sipán tuvo lugar en 1987. En un país que ha sufrido el expolio de los ladrones de tumbas (huaqueros) desde antes de la época de los incas, encontrar una tumba intacta con todo el ajuar funerario y los tesoros que contenía, fue un acontecimiento arqueológico de primera línea.
El señor de Sipán fue un gobernante y guerrero de la cultura Mochica, que gobernó en la región de Chiclayo durante el siglo III. Los moches construían sus edificios utilizando ladrillos de adobe. Estas construcciones sobrevivieron mal al paso del tiempo y tras muchos siglos terminaron convertidas en enormes montículos de tierra. Sin embargo, esto hizo que pasarán desapercibidas para los habitantes y los huaqueros, preservando así las tumbas intactas hasta la actualidad.

Camino hacia Chiclayo
Finalizadas mis mini-vacaciones dentro de mis vacaciones en Máncora y la costa norte de Perú (ver entrada anterior), tocaba de nuevo ponerse en ruta. Esta vez me dirigí hacia el sur, con parada en Chiclayo, para conocer más sobre las antiguas civilizaciones pre-colombinas y visitar la tumba del señor de Sipán. Para el trayecto entre Máncora y Chiclayo elegí el autobús, que es uno de los trasportes más económicos y convenientes para moverse por Perú. Muchos de los autobuses peruanos poseen dos plantas y cómodos asientos reclinables en los que es fácil quedarse dormido. Así, los interminables trayectos son más llevaderos.

Chiclayo se encuentra a unos 400 kilómetros de Máncora, unas 6 horas de viaje. En mitad del trayecto hicimos una parada en el restaurante de carretera el “Sabrosón”. Aunque el nombre era muy sugerente, la comida era muy básica. Esta vez no hubo ni atún con salsa de curry, ni pan recién hecho y traído a la mesa en una bolsa de tela para mantenerlo calentito, como en la noche previa (ver entrada anterior). En cualquier caso, es bueno comer como un plebeyo para poder disfrutar más cuando te tratan como si fueras un marqués.

En Chiclayo sólo iba a hacer una noche, así que me alojé en el Hotel Sicán (ver sitio web). Un sitio sin pretensiones cerca de la plaza de armas. Una opción muy interesante hubiese sido hacer noche en Pimentel, un pueblo de la costa cercano a Chiclayo, que tiene playa y un precioso malecón. Sin embargo, por falta de tiempo opté por alojarme en Chiclayo.

El nombre del hotel hace referencia al señor de Sicán. Este soberano es menos conocido que su famoso tocayo el señor de Sipán. Ambos fueron encontrados en sus tumbas rodeados de lujosos artefactos de oro y plata, aunque el Señor de Sicán estaba además completamente cubierto de polvo de cinabrio (sulfato de mercurio). Este tóxico mineral fue colocado posiblemente con la intención de causar el mal a cualquier ladrón de tumbas que intentase apoderarse de lo ajeno.

Mi habitación en el hotel Sicán era muy pequeña, pero limpia y sin rastro de cinabrio, lo que fue de agradecer. Después de instalarme, salí a comprar un cargador de móvil porque me lo dejé olvidado en Máncora. A grandes males, grandes soluciones. Verdaderamente creo que tengo un ángel de la guarda que vela por mí, porque si no perdería hasta la cabeza. Aprovechando la salida me acerqué a reservar la excursión para el día siguiente, tenía intención de visitar los famosos museos y sitios arqueológicos de la zona, incluida la tumba del señor de Sipán. También compré un trozo del famoso dulce de Chiclayo, el King Kong. Una especie de alfajor gigante relleno de manjar blanco y mermelada. Una dulzaina que pondrá tu glucemia por las nubes y los dientes largos a cualquier diabético insulinodependiente.

El mercado del brujo
Por la mañana, antes de empezar la excursión, me acerqué al interesante mercado de Chiclayo. El mercado tiene los típicos puestos de frutas y verduras. Es imposible no caer en la tentación y pedirse un buen zumo multifruta para empezar el día con todas las vitaminas necesarias. Desde Cusco me había aficionado a esos cócteles de frutas tan sabrosos (ver entrada anterior). Sin embargo, lo más llamativo del mercado es la sección de herboristería y esoterismo, al que llaman mercado del brujo.

Pasearse por los pasillos de este mercado es de lo más entretenido. En los puestos puedes encontrar cactus alucinógeno de San Pedro, ayahuasca y pócimas de lo más variopintas. Entre hierbas y macerados de raíces también se esconde la figura de algún santo al que poder encomendarse. Los clientes siempre encuentran lo que buscan, ya que se pueden adquirir perfumes perfectamente confeccionados para cubrir cualquier necesidad. El más completo es el del “florecimiento” que está diseñado para atraer el amor, el trabajo y la prosperidad. Menos mal que no creo mucho en estas cosas porque si no me hubiese traído un par de litros.

La Huaca Rajada y la tumba del Señor de Sipán
Tras visitar el mercado y sin “florecimiento” alguno, me dirigí a la agencia de turismo para empezar la excursión. Éramos un grupo pequeño de 6 personas y la guía. Nuestra primera parada fue la Huaca Rajada, lugar donde se encontró la tumba del señor de Sipán. Los moches construían tumbas unas encimas de otras y debajo de la tumba del señor de Sipán se han encontrado más tumbas, entre ellas la de un sacerdote y la del antiguo señor de Sipán. Además, en las proximidades todavía existen más enterramientos que están sin excavar y sin duda depararán nuevas sorpresas a los arqueólogos.

Lo que llama la atención es que en la tumba del señor de Sipán se encontraron los restos de 2 llamas, un perro y otras 8 personas acompañándolo: 3 concubinas, un niño, un jefe militar, un soldado con los pies amputados, posiblemente para asegurarse que no escapaba y un vigía que está en una de las esquinas de la tumba para que nadie perturbe la paz del difunto.

Se han hallado restos de cinabrio en los cuerpos de estas personas por lo que parece que fueron envenenadas antes de ser enterrados en la tumba del señor de Sipán. No se sabe si de forma voluntaria u obligada. En cualquier caso todo apunta a que los moches tenían un concepto algo diferente de cómo aplicar un ERTE cuando se quedaban sin trabajo por la desaparición de su superior jerárquico. Los contratos laborales moches eran de por vida y de por muerte…

Actualmente en la tumba del señor de Sipán sólo se mantiene una réplica de cómo fue encontrada, porque todos los restos y los artefactos funerarios ha sido llevados al magnífico Museo Tumbas Reales de Sipán, que fue construido para este menester. En la Huaca Rajada también está el interesante Museo de Sitio que merece la pena visitar, con los restos y tesoros hallados en las otras tumbas. Además, en éste sí que está permitido sacar fotos.

Las pirámides de Tucumé
De aquí nos fuimos a visitar las pirámides de Tucumé, otro de los sitios arqueológicos de interés de la zona. En la zona se pueden ver los restos de al menos 26 pirámides que ahora no son más que unas montañas de adobe. Desde uno de los miradores del complejo se puede hacer uno idea de la majestuosidad del sitio. Aprovechamos para ver el museo que se encontraba en el complejo arqueológico.

De aquí nos dirigimos a Lambayeque, pero antes de continuar empapándonos de historia precolombina, hicimos la parada técnica correspondiente para comer. Yo estaba intrigado por probar las especialidades culinarias locales y me pedí una tortilla de raya. No me pareció especialmente espectacular, pero posiblemente este sitio donde paran todas las excursiones turísticas no era el más indicado. La noche anterior había tenido más suerte probando el arroz con pato a la Chiclayana que estaba bastante bueno.

Museo Tumbas Reales de Sipán
Para el final de la tarde nos quedaba la joya de la excursión, la visita al Museo Tumbas Reales de Sipán. En este edificio, localizado en la población de Lambayeque, se exponen todos los objetos y restos de la tumba del señor de Sipán. Es una visita obligada si se viene a Chiclayo. Desgraciadamente a los visitantes no se les permite hacer fotos, así que tendréis que guardar todo lo que veáis grabado en la retina.

En la tumba del señor de Sipán se encontró un ajuar funerario impresionante, con multitud de objetos de oro y plata. Orejeras con finas incrustaciones de lapis-lazuli, narigueras, un collar de maní de oro y plata que representa la dualidad entre el sol y la luna, pectorales de oro e infinidad de otros objetos y joyas. Todo el edificio del museo está perfectamente diseñado y distribuido para poder disfrutar de la visita. En la parte final del museo se dispone de una zona con maniquíes automatizados que representan como era la corte del señor de Sipán.

El trabajo de estudio y restauración de las piezas halladas en la tumba del Señor de Sipán ha sido arduo, especialmente el desenfardado de la momia del señor de Sipán para mantener los delicados y exquisitos detalles de las piezas textiles que cubrían su cuerpo, después de más de 1500 años. Como curiosidad, uno de los protectores coxales de oro de la tumba del señor de Sipán fue robado y llevado a los EEUU. Finalmente, la pieza fue incautada a un grupo de traficantes de piezas arqueológicas y finalmente se expone en el museo. El precio en el mercado negro superó el millón y medio de dólares.
Reclamación a la agencia de turismo
Al finalizar la excursión regresamos a Chiclayo. Habíamos disfrutado mucho de la visita y de las explicaciones de nuestra guía. Tener un buen guía es fundamental, especialmente en este tipo de visitas. Sin embargo, yo había contratado también la visita al Museo de Sicán en Ferreñafe, pero en la excursión que me metieron en la mañana no lo incluía. Al final cuando viajas sólo, las excursiones organizadas te meten donde quieren para completar los grupos.

Tenía un especial interés en visitar este museo porque según decía la Lonely Planet, los constructores de la tumba habían incluido artilugios letales a base de cinabrio para terminar con cualquier ladrón de tumbas al más puro estilo Indiana Jones.

Fui a la agencia a reclamar y me devolvieron la mitad del dinero de la excursión. La dueña de la agencia alucinó porque por lo visto los que se encargaban de hacer la excursión, se estaban ahorrado hacer parte de la excursión que se supone que tenían que hacer. Por todo esto, os aconsejo que acordéis claramente que excursión queréis hacer y si no se cumplen las expectativas reclaméis, por vosotros y por los futuros turistas que hagan la excursión. La dueña de la agencia me ofreció hacer la visita que me faltaba al día siguiente, pero yo tenía que seguir viaje. Fue una pena.

Regresé al Hotel Sicán. Al abrir la puerta de mi habitación contuve el aliento por un momento y no sé por qué pensé en las trampas de cinabrio de los moches. Qué tontería, había pagado la habitación y no me llevaba nada de la decoración retro de la mesilla, así que no había razón para preocuparse. Recogí la mochila y me fui a la estación de autobuses para seguir mi camino.
Chiclayo. Perú. Noviembre 2018.
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Vaya, Horacio has regresado a lo grande. Las fotos de las tumbas me han parecido impresionantes, me han encantado . No se porque una tiene la boca tapada, los museos deben ser al más puro estilo Indiana Jones con esos nombres de lo más sugerentes. Me quedo con la intriga de quienes eran los compradores del mercado, con esas pócimas y artículos. tan alucinantes entre cactus y Ayahuasca. Cuando regrese a Perú lo voy a poner entre los lugares a visitar, no por el mercado sino por el señor de Sipan. Disfruta del domingo
Chiclayo es un sitio que merece la pena conocer y visitar su historia. Yo me quedé con las ganas del museo de Sican, pero si vuelvo me alojaré en pimentel y visitaré lo que me quedo pendiente. El de la boca tapada lleva una nariguera de oro. Se colocaba como un piercing en la nariz y la lámina modulaba la voz para utilizarse como herramienta de poder sobre la población.
Que bueno, imagina el sonido que debía producir
Controlar con el miedo, lo más efectivo..buen finde.
Que buen método para provocar miedo, jeje la verdad es que visitar ese pedazo ajuar funerario y las tumbas es un lujo y más porque se encontraron intactas. Me han parecido una pasada un besote y pasa muy buena tarde
Muy interesante entrada Horacio.
Está claro que desde tiempos remotos los mandamases se han encargado de blindarse incluso después de traspasar el umbral de la muerte. Lo describes genial.
Me ha encantado el mural de las rayas, muy original.
Los mercados son un punto imperdible en los viajes y has hecho diana encontrado libaciones tan extraordinarias. jeje. Yo que tú, me hubiese traído litros a montón, por si acaso, jajaja
Feliz semana. 🙂
Al final los poderosos son los que cortan el bacalao, ahora y hace mil años. Disfrute mucho de la visita del mercado y efectivamente debería de haberme traido pócimas a porrillo porque me hace falta a mares. Los moches utilizaban mucho los patrones marinos para la decoración y este de las rayas me parece total. Se parecen un poco a los muñegotes de los primeros videojuegos de mata marcianos. Pasa una feliz semana.
Me encantan los patrones marinos y para decorar mucho más, solo por eso ya es un lugar a visitar.
Creo que a todos nos hace falta la pócina, quizá sea el momento de importarla, ahora que cada día se abren nuevos mercados singulares.
Muy feliz semana para tí también, Horacio. 🙂