Que ver en las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura

Si quieres saber que ver en las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura, sigue leyendo esta entrada.

Una visita a las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura nos acerca al pasado de Chile y a las guerras por el control geopolítico en una de las zonas más desérticas del planeta. A finales del siglo XIX, los fertilizantes era uno de los recursos naturales más valorados en los mercados internacionales. La explotación del guano, que son las heces de las aves marinas, que se encontraban presentes en las islas costeras del Pacífico, había levantado la economía del Perú hasta límites insospechados y llenado las arcas de sus dirigentes.

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Con un bote de pintura y cuatro neumáticos podríamos hacer maravillas.

Sin embargo, el descubrimiento de las reservas minerales de salitre en el desierto de Atacama desbancó el monopolio del guano en favor de este mineral.  La lucha por estos recursos desencadenó la Guerra del Pacífico entre Perú, Bolivia y Chile. Este enfrentamiento terminó ganándolo Chile, haciéndose con la mayor parte del control de las reservas de salitre del desierto de Atacama y dejando a Bolivia sin su ansiada salida al mar.

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La fuerza poderosa del viento de Atacama.

La explotación de las salitreras trajo la prosperidad y se crearon ciudades enteras alrededor de estas minas. Sin embargo, la industrialización de la síntesis química de nitratos al principio del siglo XX, supuso el fin del negocio de los famosos nitratos de Chile. Las salitreras cerraron y las ciudades quedaron abandonadas en el desierto. Una visita a las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura, declaradas por la UNESCO patrimonio de la humanidad hace unos años, permite viajar al pasado y adentrarse en la historia de la sociedad minera de este rincón olvidado del mundo.  

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Complejo de casas de la oficina salitrera de Humberstone.

Excursión a las oficinas salitreras

El día anterior había hecho una reserva en Iquique para la excursión a las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura, pero la agencia la suspendió en el último momento porque no había gente suficiente. Tras un rifirrafe con la de la agencia, me devolvieron el dinero y me explicaron cómo podía llegar a las salitreras si quería hacer la excursión por mi cuenta. Así, decidí que iba a hacer la visita a las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura yo solo.

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Oficina salitrera de Humberstone.

A la mañana siguiente me fui a las proximidades del Mercado Central de Iquique donde salen los colectivos que van a las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura. Me monté en el primero que salía y nos pusimos en marcha. Las salitreras están a unos 50 km de distancia de la ciudad. Después de algo más de media hora el autobús paró en la carretera. Cuando el conductor me dijo que me bajara porque habíamos llegado, me dejó sorprendido. Estábamos en mitad de la nada y no se veía ni rastro de civilización.

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Esperemos que no llueva mucho en los póximos 10 años.

Fui el único pasajero que descendió del colectivo. Ese día por lo visto no éramos muchos los turistas locos e independientes que estuviéramos ávidos de conocer minas. Cuando le pregunté al conductor que donde estaba las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura, el conductor me señaló unas casas que se veían como a un kilómetro. Antes de continuar su camino me indicó donde estaba la parada para regresar a Iquique, me deseo que pasará un buen día y me dejó ahí solo en la carretera a mi suerte.

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Viviendas de la oficina salitrera de Humberstone. No creo que pidan mucho por el alquiler.

No era momento de ponerse exquisito, así que me embadurné de crema protección solar 50, cogí la mochila y me puse el sombrero de explorador. Sin más dilación me puse a andar por el desierto de Atacama hacia las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura. ¡Madre mía! Era todavía muy temprano, pero estaba ya cayendo un sol de justicia.

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Zona industrial de la oficina salitrera de Humberstone.

La oficina salitrera abandonada de Humberstone

Tras pagar la entrada accedí a la salitrera. Los horarios y precios pueden consultarse en su sitio web. El reciento era enorme y abarca todos los edificios del pueblo, incluido la escuela, el hotel, el teatro, la iglesia y por supuesto la zona industrial. Se puede deambular por todos los sitios y entrar en la mayoría de los edificios. Humberstone se encuentra divida en secciones, como por ejemplo el barrio donde vivían los obreros y sus familias, otra donde vivían los jefes de sección o el administrador de la salitrera.  Próximo a la entrada se encuentra una estación de tren donde se transportaba los nitratos fuera de Humberstone y en el que puede verse todavía un tren abandonado y oxidado.

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Microbiólogo salitrero.

En mitad del pueblo existía una tienda enorme, la pulpería, donde los habitantes compraban todo lo que necesitaban. En este edifico hay maniquíes de tamaño real que representan escenas de la vida cotidiana. Los habitantes pagaban en la moneda de la salitrera que era en la que los obreros cobraban su sueldo. Los precios de los productos, a veces abusivos, eran controlados por el administrador. De esta forma los obreros trabajaban y gastaban todo en Humberstone. Un negocio redondo y todo beneficio para la salitrera.

Esta báscula es toda una joya arqueológica.

En la parte más alejada de Humberstone se encontraba la zona industrial donde se procesaba el mineral para obtener los preciados nitratos. Esta sección está llena de almacenes de hojalata oxidada y maquinaria abandonada. El mineral se extraía a pico y pala bajo el abrasador sol de Atacama y era llevado a esta zona para procesarlo. Cada día que paso doy gracias a Dios por lo afortunado que soy de ganarme la vida como un vulgar microbiólogo, no aguantaría de minero en Atacama ni un par de días.

Zona de extracción de nitratos de Humberstone.
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Este tejado pide un arreglo a gritos.

Los fantasmas de Humberstone

Estaba disfrutando de lo lindo de la visita a la oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura porque estaba prácticamente sólo en todo el recinto y al no ir en una excursión organizada podía ir sin prisas y entrar donde me diera la gana. En Humberstone tenían diferentes entretenimientos para sus habitantes, disponían de piscina, cancha de tenis y de baloncesto. Ver estas instalaciones vacías y desvencijadas te llenaba de tristeza.

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Durante el Open de tenis de Humberstone, no hay que preocuparse de los días lluviosos.

Paseando llegué al centro de Humberstone donde se encontraba el hotel y el teatro. Estos edificios están construidos alrededor de una plaza con árboles que hace años que no ven una gota de agua.

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Plaza desértica de Humberstone.

Entré en el teatro abandonado y me quedé impresionado con los asientos polvorientos de la platea. Estaba solo y el ruido del crujido de la madera al andar retumbaba en el edifico. Subí al escenario y me puse a leer la guía “Lonely Planet” donde contaba que algunos de los edificios de Humberstone tenían fama de estar embrujados y que algunos visitantes habían oído fantasmas.

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Teatro fantasmal de Humberstone.

En ese mismo instante, un enorme estruendo se oyó en la platea del teatro y poco faltó para que perdiera el control de mi esfínter anal. Corrí a asomarme a la platea esperando ver a un minero de ultratumba levitando sobre los asientos, pero lo que me encontré fue una decepcionante pareja de turistas chilenos que habían tropezado y estaban en el suelo. Aunque la explicación lógica al tremendo ruido quedó desvelada, decidí salir del teatro rápidamente buscando la seguridad de la luz del día y el asfixiante calor ambiental.

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Entrada al garaje de Humbertsone.

Los niños de Humberstone

En algunas de las casas de Humberstone se exhiben colecciones de objetos cotidianos que usaban sus habitantes. La mayoría de estos objetos son muy modestos e ilustran la vida sencilla que llevaban los mineros. En una de las casas me impresionó una colección de espadas y pistolas de juguete hechas con un simple alambre. Quizá los niños de Humberstone no podrían permitirse juguetes caros, pero queda demostrado que la imaginación sigue siendo el mejor juguete.

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Colección de juguetes de «penúltima» generación.

La escuela del pueblo también fue un sitio interesante para visitar. Los pupitres polvorientos de las aulas vacías recordaban tiempos mejores. Es difícil no sentir el corazón encogido cuando veías en mitad de la calle un columpio destartalado por el que con seguridad los niños se peleaban por subirse.

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No miento, el columpio se estaba moviendo solo.
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El hospital también daba mucho miedo. Me quedé con las ganas de ver el laboratorio de microbiología.

La oficina salitrera de Santa Laura

Al salir de Humberstone, la chica de la entrada me indicó la dirección a la oficina salitrera de Santa Laura que se encontraba a unos 2 km de distancia.  La visita estaba incluida en la entrada a Humberstone.  Era más de mediodía y hacia un calor casi insoportable, pero al final decidí darme otro paseo por el desierto de Atacama bajo el sol abrasador. No he visitado ningún secadero de atún, pero esa carretera se me antojó como el lugar perfecto para hacer mojama de microbiólogo.

Panorámica de la oficina salitrera de Santa Laura.

Santa Laura es similar a Humberstone aunque más pequeña. Lo más interesante es su zona industrial que presenta una mayor mecanización para la extracción de los nitratos a partir del salitre. Sólo por esto merece la pena acercarse a visitarla. La zona parece sacada de la película de Mad-Max. Lo cierto es que ya estaba cansado y algo deshidratado, por lo que invertí menos tiempo en visitar la oficina salitrera de Santa Laura.

Planta de extracción de nitratos de la oficina salitrera de Santa Laura.

Como había llegado a pie por la carretera el guarda no era consciente de mi existencia y cuando me vio al doblar una de las esquinas se llevó un susto de muerte. He de decir que, como en todos los sitios abandonados, la oficina salitrera de Santa Laura también tiene fama de estar infestado de fantasmas.  Tampoco es de extrañar que le asustase, porque después de todo el día al sol y deshidratado, mi cara desmejorada parecía salida de un cuadro del Greco.

Bucólica pérgola de jardín que vivió mejores momentos en el pasado.

El mirador del Alto del Hospicio

Tras dejar atrás las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura regresé por el polvoriento camino hasta la carretera principal para esperar el autobús. No tardó mucho en aparecer. Era imposible que el conductor no me viera, pero en cuanto vi el autobús en el horizonte empecé a dar saltos y hacer señales con los brazos como si de un náufrago se tratase. No podía permitirme el lujo de perderlo, la mojama estaba alcanzado su punto óptimo de secado. Al subir al autobús, los 24ºC de la temperatura ambiental me parecieron un lujo digno de la mejor limusina de cinco estrellas.

Una puerta en el desierto.

Como era relativamente pronto decidí bajarme en el Alto del Hospicio. El interés de este pueblo es el mirador desde el que se puede ver una magnífica panorámica de Iquique. También es el sitio elegido por muchos aficionados al parapente para lanzarse y sobrevolar los cielos de esta ciudad costera. Desde la parada de autobús tomé un taxi que me llevó al famoso mirador. Las vistas como esperaba eran magníficas.

Vista panorámica de Iquique desde el mirador del Alto del Hospicio.

Un descenso complicado

Podía haber intentado tomar otro taxi para regresar a Iquique. Sin embargo, no sé si por que el calor me había frito alguna neurona o me dio un ramalazo aventurero, pero decidí descender andando los cerca de 10 km hasta La ciudad. Quizá la razón principal fue poder ver más de cerca la gigantesca duna que flanquea la ciudad y que recibe el sugerente nombre de cerro Dragón.

El «lomo» del cerro Dragón.

En la aplicación de MapsMe no existía un camino claro de descenso, pero vi que existía una antigua vía del tren que llegaba hasta cerca de la ciudad. Llevaba una media hora andando por ella sin problemas, pero de repente apareció un pitbull que se puso detrás mío a ladrarme. Decidí no volverme y seguir caminando sin aparentar miedo, esperando que se marchase. Creía que si me veía asustado o me paraba terminaría atacándome. Después de 5 minutos eternos de continuos ladridos a escasos centímetros de distancia, terminó por marcharse. Qué momento de angustia pasé.

En esta via de tren lo más preocupante no fue si venia una locomotora…

Para mi sorpresa, la vía del tren desapareció y al quedarme sin camino tuve que atajar hacia la ciudad saltando la autopista que estaba en construcción. Tras la «gymkana» de muros y asfalto, terminé apareciendo en un barrio de chabolas de Iquique con muy poco encanto. Intenté cruzar lo más rápido posible y gracias a dios llegué a la playa sano y salvo. Las vistas de la duna fueron increíbles, pero desde luego que no aconsejo a nadie a jugar a ser ingeniero de caminos. Me faltó poco para terminar desmembrado por un perro rabioso o desplumado en un atraco callejero.

Iquique encorsetada por la duna.

Aquella tarde terminé metido en las gélidas aguas del Pacífico y meditando en el chiringuito de la playa. Había pasado demasiado calor. Sin ninguna prisa me deleité mirando como descendía lentamente una gota por el lateral de mi fría botella de cerveza. Ese día el refrigerio me lo había ganado con creces. Que día tan emocionante, la verdad es que si hubiese visto un fantasma hubiese sido el día perfecto.

Colección de sanitarios de moda estilo Humberstone.

 Iquique. Noviembre 2018.

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6 comentarios sobre “Que ver en las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura

  1. Vaya lugar increíble al que nos has llevado hoy¡¡ me recuerda al salvaje oeste y es un buen recuerdo para comprobar que la vida es más que cambiante. Fue un lugar próspero y que debió ser rico y ahora es un lugar abandonado y fantasmal, por cierto que vaya yuyu lo de los ruidos en la platea, a mi me hubiera dado algo, jajaja.
    Lo de tu aventura yendo de paseo por el desierto, con encuentros perrunos en medio de la nada….bufff para recordar, que peligro jejeje. Un besote y a disfrutar de este finde lluvioso

    1. La verdad es que fui demasiado arriesgado, creo que siempre es bueno vivir la aventura pero en su justa medida. las ciudades abandonadas tienen mucho encanto y la verdad es que me tire casi 4 horas dando vueltas por Humberstone y Santa Laura. Si hubiese ido con una agencia en un par de horas nos hubieran dado puerta y me hubiese dado mucha rabia. Así que recomiendo a todo el mundo que haga esta excursión por su cuenta.
      Un beso y disfruta del finde.

  2. Guuuaaauuu, ¡que chulada Horacio!.
    Siempre digo que viajar solo es fantástico menos cuando te encuentras en el medio de la nada y con dudas de qué es lo que va a pasar. Jaja.
    Pero bueno, mereció la pena el día, el calor, la experiencia. Me encanta cómo lo describes, es muy interesante.
    Seguro que la vuelta a Iquique y el baño te sentaron de lujo. Imagina que casi me sienta de lujo a mi también sin haber pasado calor. Jajaja.
    Destino muy chulo, si señor.

    1. Al final, vivir la aventura es lo que nos da la vida. Hombre, tampoco es cuestión de pasarse y terminar sufriendo lo indecible. Me alegra mucho que te gustará el relato, parece mentira que pasase hace ya dos años y todavía lo recuerdo como si fuera ayer. Me gustaría tener más tiempo para escribir, porque para hacerlo tengo que volver al viaje con mi mente y evadirme de esta realidad que nos está dejando tocados a todos.
      Muchas gracias por leerme.
      Un beso y feliz fin de semana

  3. La verdad es que si te es posible ayuda a evadirse de este mal sueño. Recuerdas momentos fantásticos que volverán, tienen que volver. Seguramente habrá cosas que serán diferentes y las veremos con ojos renovados.
    Tengamos esperanza.
    Feliz finde

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