Que ver en Valparaíso, la ciudad de los mil colores

Si quieres saber que ver en Valparaíso, la ciudad de los mil colores, está entrada te va a encantar. Yo, que huyo del blanco y negro, no creo que haya una persona en este mundo que haya experimentado tanta felicidad perdiéndose por las calles y vericuetos de esta ciudad. Sin temor a equivocarme, puedo asegurar que visitar Valparaíso es un auténtico orgasmo de color.

Aunque no sepas que ver en Valparaíso, la ciudad de los mil colores, no tienes que preocuparte, porque una de las máximas atracciones de esta ciudad es perderse por sus calles. Andar sin rumbo fijo te permitirá descubrir grafitis escondidos, escaleras decoradas profusamente o casas victorianas abandonas de preciosos colores pastel. Y es que Valparaíso, “Valpo” para los locales que aman esta ciudad de forma incondicional, es un museo al aire libre. Con toda seguridad tu móvil terminará lleno de fotos y con la batería agotada.

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Cada puerta de Valpo es una explosión de color y diseño.

Valpo tiene fama de peligrosa, pero durante los tres días que estuve en ella no tuve ningún problema. Creo que mantener las medidas de seguridad habituales, evitar las calles desiertas y mal iluminadas por la noche, así como no entablar conversaciones innecesarias con asesinos en serie y delincuentes de aspecto descuidado, te aseguraran una estancia tranquila y poder disfrutar de las cosas que hay que ver en Valparaíso, la ciudad de los mil colores.

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Arcoiris chileno

Como llegar a Valparaíso

Aquella noche gélida salí de San Pedro de Atacama con dirección al aeropuerto de Calama. Atrás dejaba las lagunas altiplánicas, los campos de geisers y ese paisaje desértico digno de cualquier planeta extraterrestre.  Aunque estaba nostálgico por dejar la capital del desierto de Atacama, no quería derramar ninguna lágrima que empañase la vista de ese cielo nítido y brillante lleno de estrellas titilantes. Ese cielo siempre quedará en mi memoria, junto al dolor de cuello por la postura forzada y el riesgo de morir congelado, del que me salvo en el último minuto el taxista que vino a recogerme.

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El puerto es la seña de indentidad de Valparaíso.

En menos de dos horas y media me planté en Santiago de Chile. Como tenía intención de visitar la capital de Chile más adelante, decidí irme directamente a la estación de autobuses y coger el primer colectivo disponible para Valparaíso, la ciudad de los mil colores. Del aeropuerto tomé un autobús para la estación de Pajaritos y de ahí el autobús para Valparaíso (unas dos horas de viaje).

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Cruzar una puerta en Valparaíso es entrar en una nueva dimensión.

Al llegar a la estación de autobuses de Valparaíso me quedé esperando a mi amiga Ximena que llevaba años sin verla. Mientras llegaba aproveché para disfrutar del devenir de viajeros desde mi asiento al sol.  Que alegría ver a mi antigua compañera de laboratorio y poder disfrutar de un guía local para gozar de la ciudad.

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Escaleras al cielo, empinadas sí, pero llenas de diseño y estilo.

Antes de lanzarnos a disfrutar de todas las maravillas que hay que ver en Valparaíso, la ciudad de los mil colores pasamos por el Hotel Ibis Valparaíso. Un alojamiento con una fachada muy colorida y estratégicamente situado en el puerto, cerca de varios de los ascensores para subir a los cerros de la ciudad.

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Casa azul pastel sobre el puerto de Valparaíso.

Paseo vespertino por Valparaíso

Después de abandonar mi mochila polvorienta, nos lanzamos a dar un paseo por el puerto. El puerto de Valparaíso no es especialmente bonito, pero está lleno de barcos cargueros y da mucha vida a la ciudad. Uno de los edificios más llamativo es el edificio de la Comandancia Naval y próximo a él, se encuentra el lugar donde se pueden contratar las excursiones para dar un paseo acuático por el puerto. Desgraciadamente no nos cuadraron los horarios y aunque estuve varios días en Valparaíso, me quedé con las ganas de surcar los mares chilenos.

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Plaza con el edifico de la Comandancia Naval.

Al final del puerto se encontraba el ascensor del cerro Artillería. Los ascensores son teleféricos muy pintorescos, hay varios por toda la ciudad y son una de las señas de identidad de Valpo. Las vistas espectaculares desde arriba del ascensor es una de las cosas que hay que ver en Valparaíso, la ciudad de los mil colores. No tiene desperdicio.

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Ascensor del cerro Artillería.

De ahí nos dirigimos al museo Marítimo, que no es muy conocido, pero merece la pena para descubrir la historia marítima de Chile que marcó el destino de todo un país y del continente sudamericano. Si quieres conocer el horario y tarifas puedes consultarlo en su web. Tras un largo paseo terminamos en el Cerro Concepción tomando algo y disfrutando de las vistas de las casas color pastel.

Microbiólogo portuario.

Deambulando por la colorida Valpo

Por la mañana me levanté temprano y después de un buen desayuno en el hotel me dirigí al ascensor del cerro Concepción y comenzar a perderme por ese laberinto de calles con casas de colores y sorprenderme en cada esquina, con tiendas curiosas y cafés con encanto.

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Sentir el vértigo subiendo el ascensor de Cerro Concepción.

La ciudad esta llena de grafitis y yo la definiría como la capital mundial de los murales. De hecho, en el cerro Bellavista existe una gran concentración de ellos y se conoce como el Museo al aire libre, otra de las cosas que hay que ver en Valparaíso, la ciudad de los mil colores.

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Esperemos que no le abandone el desodorante.

La ciudad no se caracteriza por sus planas avenidas y pasear por sus cerros es un rompe-piernas en la que estarás todo el tiempo subiendo y bajando cuestas. Son muy llamativas sus escaleras que están decoradas con motivos imposibles y cubiertas de baldosas de diseño. Valpo está llena de hippies, bohemios y artistas del grafiti. Vivir una temporada en esta ciudad, tiene que ser de lo más entretenido.

Escaleras decoradas con estilo.

Visita al Palacio Baburriza

Otro de los museos que hay que ver en Valparaíso, la ciudad de los mil colores, es el Palacio Baburriza. Los horarios y tarifas pueden consultarse en su sitio web. Esta mansión es actualmente un museo que alberga colecciones temporales, además de la permanente, que merecen una visita. No sólo es interesante por los cuadros y obras de arte que alberga, sino también por disfrutar de la decoración del palacio en sí mismo, que fue construido a principios del siglo XX. Los baños de estilo art decó son impresionantes.

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El museo Baburriza bien merece una visita.

Una comida accidentada

Con tanto color y tanta cuesta empinada, mi cuerpo extenuado pedía un descanso y recuperar la energía con una buena comida. De vuelta al cerro Concepción me senté en una terrazita con encanto del restaurante Casa Vander y me pedí una cerveza bota mientras me deleitaba con la vista de casas victorianas de color pastel. No podía haber tenido más suerte con el día soleado que me había tocado disfrutar.

Relajado antes de termianr «aterremotizado»,

Mientras esperaba mi entrecot en salsa me di cuenta que enfrente tenía un cementerio. Quizá estaba con una sobredosis de color o profundamente afectado por del síndrome de Stendhal (alucinado por un exceso de belleza) que hasta el Camposanto me pareció espectacular.

Vistas desde el Cerro Concepción.

Preocupado por la tardanza del camarero, entré a preguntar y me dijeron que estaban revisando los conductos de gas por el terremoto. Yo les dije que de que terremoto me estaban hablando y me contestaron que el fuerte terremoto que había sucedido media hora antes. Miré el teléfono y vi que mi amiga me había llamado tres veces para ver si estaba bien.

Fachada azul celeste de hojalata. El sello distintivo de las fachadas de Valparaíso, color y metal.

Aunque el terremoto fue de una intensidad de 5,2, posiblemente me pilló en alguna zona rocosa en la calle y no lo noté, pero vamos, que se sintió hasta en Santiago de Chile como luego me confirmaron. Es curioso, que semanas antes el mini temblor que noté en el Cañón del Colca y que me hizo cagarme vivo, no le llegaba al tobillo de este que ni me enteré.

Disfrutando de la carne, las casas victorianas y el camposanto.

En fin carpe diem, tras el susto me pimplé el entrecot con otra bota de cerveza disfrutando de las casas coloridas y el cementerio con encanto. Hasta los terremotos deberían de incluirse entre las cosas que experimentar y ver en Valparaíso, la ciudad de los mil colores.

Enamorarse de Valpo. ¿Puede haber una calle más bonita?

Valparaíso. Diciembre 2018.

Si os ha gustado esta historia y queréis seguir leyendo más aventuras de mis viajes por esos mundos de dios, suscribiros al blog del Microbiólogo Viajero.  Podéis hacerlo al final o en el lateral de esta página.  Gracias por leerme.

5 comentarios sobre “Que ver en Valparaíso, la ciudad de los mil colores

  1. Por fin regresas a la blogosfera que alegría!! No me extraña que ni sintieras los terremotos en un lugar tan lleno de color. Que sitio Valpo, me encantó arte por todos los lados. Buena semana Horacio y sigue escribiendo

  2. Qué alegría seguir leyéndote por aquí!!
    Como siempre, un verdadero placer seguir tus pasos por el mundo.
    Esperamos con ansiedad más crónicas de tus aventuras!

    1. Pues me ha hecho mucha ilusión ver tu comentario. Muchas veces no sé quién me lee. Así que fenomenal. Que bien que te haya gustado. Yo soy fan de tus fotos de Instagram. Un beso.

  3. Me ha encantado volver a recorrer Valparaíso, esta vez sin cansarme.
    ¡Anda que no hay cuestas! y de las de agárrate. Jaja.
    No obstante, lo disfruté mucho, cuando estuve y ahora.

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