Mar de azules

Maupiti. Polinesia Francesa. Septiembre 2018.

MaupitiAzul marino, eléctrico, cobalto, índigo, celeste, cerúleo, añil, zafiro, azul claro, azul oscuro casi negro… Sí, hay muchos tonos de azul y un lugar en el mundo, la Polinesia Francesa, en el que puedes verlos todos a la vez. Este país es un lugar paradisiaco donde cualquier Robinson Crusoe que se precie desearía quedarse a vivir una temporada. Entre las más de 100 islas que componen este basto archipiélago, Maupiti es la que me robó el corazón.

Parte del encanto de esta isla es su aislamiento. El número de vuelos es escaso y es necesario reservar alojamiento con bastante antelación porque no existen muchas opciones. Durante los preparativos del viaje había reservado los vuelos para estar en Maupiti tres noches, pero sólo unas semanas antes empecé a preocuparme del alojamiento. Fue entonces cuando entré en modo pánico porque todos los hoteles y pensiones que podían contactarse online estaban llenos.

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Vista de Maupiti desde el aire. Por favor señor piloto, ¿podría estrellarse aquí?

En la guía Lonely Planet había algunas casas de huéspedes que sólo se podían contactar  por teléfono. Así que me fui a un locutorio y puse una conferencia de larga distancia entre Logroño (La Rioja) y Maupiti, que está en mitad del Pacífico donde Cristo dio las tres voces. Usando mi escaso francés, por no decir nulo,  llamé a la pensión Ludo y en “franchinglis” pude reservar una habitación con el “petidegene” para las fechas deseadas. Debido a los problemas lingüísticos, estimé que tenía un probabilidad del 72% de haber hecho la reserva correctamente. Por eso decidí llevarme un saco de dormir livianito, más que nada  por si finalmente tenía que dormir debajo de un cocotero y rezando para que durante las fechas señaladas no cruzase ningún tifón de fuerza 5 por Maupiti.

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El barquito del diligente Sr. Ludo en el embarcadero del aeropuerto  

Al final, llego el día tan esperado. Para mi gozo y satisfacción allí estaba el Sr. Ludo esperándome en el aeropuerto con el barquito para llevarme a la pensión. El aeropuerto de Maupiti está en un trozo de arrecife (Motu) a unos kilómetros de la isla central. La verdad es que parece mentira que los pilotos sean capaces de aterrizar ahí. Como castigo tuve que cargar con el saco de dormir durante los siguientes tres meses que estuve viajando, sin utilizarlo ni una sola vez, todo por mi falta de confianza en mis habilidades comunicativas.

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Tiempo me faltó para bajarme del avión y sacarme una foto.

Unos días antes había llegado a Papetee, la primera vez que pisaba Polinesia, y nadie me salió a esperar porque viajaba sólo. En ese momento miré con mucha envidia a los turistas de los viajes organizados, porque sus guías locales les ponían collares de flores de bienvenida. A los viajeros independientes no nos gustan para nada los grupos turísticos organizados, pero esta vez me dio tristeza no pertenecer a uno de ellos. Por eso, cuando llegue a Maupiti y el Sr. Ludo me puso un collar de flores alrededor del cuello, casi se me saltan las lágrimas. Ese día no me lo quité hasta que me fui a dormir.

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Esta vez no me importó ser un poco florero con mi collar de bienvenida

Al día siguiente, subí al punto más alto de la isla (Monte Teurafaatiu). La ascensión no era excesivamente complicada, aunque en la última parte hay que ayudarse de unas cuerdas y en el camino perdí mis gafas de sol.  Además, hacía mucho calor y sudé  la gota gorda. En cualquier caso el esfuerzo mereció la pena porque las vistas eran espectaculares, era como estar tocando el cielo rodeado de todos los azules del mundo.

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Cumbre del Teurafaatiu. Modelo de pies busca patrocinador de calcetines

Estuve una hora sentado en la cima disfrutando de las vistas y pensando en esos misterios de la naturaleza que perturban a la humanidad: ¿es el color turquesa verde o azul? Al final, una pareja de franceses, que llegó con las gafas de sol que había perdido durante el camino, me sacó del clímax en el que me encontraba y me hizo poner los pies en la tierra.

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El color turquesa es azul, no verde, no hombre, es azul de toda la vida, pero que me estas contando, no se yo… para mí que es verde…

Si alguna vez queréis dar rienda suelta a vuestro espíritu de náufrago o estáis interesados en cambiar el color de las paredes de casa y no estáis seguro sobre que tono de azul os motiva más, no dudéis en venir a Maupiti.

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Vista desde el monte Teurafaatiu que quita la respiración

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