
Hacer senderismo en el Cañón del Colca es una experiencia excepcional que no puedes perderte si pasas por Arequipa y eres un amante de las actividades al aire libre. Además, este lugar aún conserva una pequeña población de cóndores. Estas aves sobrevuelan las laderas del cañón del Colca aprovechando las corrientes térmicas matutinas. Un espectáculo único para deleite y disfrute de los cientos de turistas que nos acercamos allí para verlo.
El cañón del Colca es uno de los cañones más hondos y largos del planeta. Esta “pequeña” hendidura con sus 3400 metros de profundidad ocupa el 4 puesto en la lista mundial de los cañones más profundos. La medalla de oro se lo lleva el gran cañón de Yarlung Tsangpo (China) con sus 5590 m, seguido del cañón de Kali Gandaki (Nepal) con 4375 m. En tercer lugar y próximo a su vecino cañón del Colca, se encuentra el cañón de Cotahuasi (3535 m). Sorprendentemente, el Gran Cañón del Colorado con sus 2133 m ocupa un modesto sexto puesto. Sin embargo, hay que decir en su favor que cuando lo visité hace años su belleza me cautivó y justifica con creces su fama. El tamaño no siempre importa.

Que ruta de senderismo elegir en el cañón del Colca
Existen multitud de opciones y rutas para hacer senderismo en el cañón del Colca, pero la mayoría de ellas parten de la población de Cabanaconde. Dentro del cañón existen pequeños pueblos unidos por caminos que pueden recorrerse fácilmente. Dependiendo del tiempo del que se disponga y la forma física de cada uno, se puede elegir el recorrido que mejor se adapten a cada uno y emplear en la ruta desde uno a varios días. Mi plan inicial era llegar a Cabanaconde, intentar contactar con otros viajeros en el albergue y contratar una ruta de senderismo en el Cañón del Colca de un par de días con guía.

Desde Arequipa se organizan excursiones exprés que parten de madrugada para poder llegar, tras cuatro horas de viaje, a la Cruz del Cóndor para ver a estas aves a primera hora de la mañana, asomarse al cañón de Colca y regresar de vuelta a Arequipa. Sin embargo, es una paliza de viaje para disfrutar tan poco de la belleza de este lugar y por eso no os lo recomiendo.

Viaje al cañón del Colca desde Arequipa
El cañón del Colca se encuentra a unos 200 km de Arequipa. El día anterior había intentado reservar el billete de autobús para Cabanaconde, no lo conseguí y cuando llegué por la mañana al terrapuerto me dijeron que el autobús estaba estropeado (ver entrada anterior). No estaba dispuesto a esperar y por eso me subí al primer autobús que encontré hasta Chivay, un pueblo a 50 km de Cabanaconde, para posteriormente conseguir un billete que me llevase hasta mi destino final.

Ya en carretera, el paisaje que recorre el autobús es muy escénico y pasa al lado de la Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca. Aunque no paramos en la Reserva desde la carretera se puede ver el majestuoso volcán Misti y manadas de vicuñas salvajes paseando por un paisaje desértico. Toda la región está llena de volcanes y a medida que avanzábamos fuimos ascendiendo hasta alcanzar el paso de Patapampa a 4900 metros de altura. Ésta es una de las tres carreteras más elevadas del mundo. Tras varios kilómetros de descenso por el puerto llegamos a Chivay.

Escala en Chivay
Chivay es una de las poblaciones más grandes del cañón del Colca y se encuentra a 3635 metros de altura. Desde Cusco, hacía ya tres semanas que no había estado a tanta altura y noté la falta de aire. Tras consultar en la estación con varios oráculos me dijeron que el autobús para Cabanaconde salía por la tarde, sin conseguir averiguar con precisión a qué hora. Aproveché para comer y darme una vuelta por el pueblo, pero volví pronto a la estación.

Tal como me predijeron, el autobús salió por la tarde y tal como me temía, con una completa ausencia de precisión horaria. En cualquier caso, el viaje hasta Cabanaconde fue muy entretenido con paradas en las que subían mujeres con sus trajes coloridos y cargadas de objetos de lo más variopinto en sus mantones. Cuando pensaba que lo había visto todo, se sentó a mí lado una mujer con un haz enorme de alfalfa. Las mujeres peruanas son trabajadoras natas.

Sin más incidentes llegamos a Cabanaconde, aunque llegué bastante tarde. Quizá haber contratado desde Arequipa una de las excursiones que van al cañón del Colca, pero con la posibilidad de quedarse en Cabanaconde, hubiese sido una mejor opción. Así, me hubiese librado de terminar con alfalfa en sitios insospechados de mi cuerpo, aunque me hubiese perdido toda la diversión de la inmersión en la vida rural peruana.

Planificación de la ruta de senderismo en el cañón del Colca
En Cabanaconde me alojé en el Hostal Pachamama, un precioso albergue para mochileros. No tenían ninguna habitación individual disponible, así que compartí habitación por una noche. Fui ilusionado a conocer a mis nuevos compis de habitación con la esperanza de encontrar compañeros de aventura para una ruta de senderismo en el cañón del Colca. Sin embargo, pronto descubrí que no iba a ser así. Mis dos compañeros de habitación estaban fuera de juego.

Uno de ellos, un chico italiano, estaba con una gastroenteritis aguda que no le había dejado alejarse a más de dos metros de la taza del váter en las últimas 24 horas y la otra, una chica canadiense, estaba descansando en la cama con una torcedura de tobillo. Sólo esperaba que esto no fuese ninguna señal divina para que desistiera de mi plan de hacer senderismo en el cañón del Colca.
Durante la cena en el hostal, que por cierto tienen unas pizzas buenísimas, entablé conversación con otros huéspedes y al final me convencieron de que la mejor opción era que hiciese la excursión por mi cuenta. Me confirmaron que el camino es sencillo de seguir y además disponía de la aplicación de móvil MapsMe para que me guiase por esos caminos de dios y el mapa del cañón con todos los senderos que el Hostal Pachamama da a sus huéspedes.

Al final me lie la manta a la cabeza y planeé por mi cuenta dos días de ruta de senderismo en el cañón del Colca haciendo una de los recorridos clásicos. El primer día bajaría desde el mirador de San Miguel hasta la población de San Juan de Cuccho y luego ascendería hasta el pueblo de Tapay donde haría noche. El segundo día me dirigiría hasta Sangalle y de ahí terminaría ascendiendo hasta Cabanaconde.

El mirador de San Miguel
Por la mañana fui el primero del hostal en levantarme y esperé a que me pusieran el desayuno. Como un senderista con mochila nueva salí todo emocionado hacia el mirador de San Miguel para comenzar mi ruta de senderismo por el cañón del Colca. Este mirador esta sólo a unos 20 minutos andando desde el pueblo y es fácilmente accesible.

Desde el Mirador de San Miguel (3368 m) vi por primera vez el cañón en todo su esplendor. En el fondo del valle se veía la población de Sangalle y en la ladera de enfrente otros pueblecitos. Los caminos resaltaban sobre el color marrón de las laderas y zigzagueaban peligrosamente, avisando de los tremendos desniveles que me esperaban.

Cogí aire y decidí adentrarme en el cañón. Un minuto después entré en pánico porque no veía el camino por ningún sitio. Vamos si ya me había perdido nada más empezar que iba a ser de mí en los próximos dos días. En ese momento apareció un lugareño en forma de ángel peruano de la guarda y me señaló por donde tenía que bajar. He de decir que, pese a este mal comienzo, durante los dos días siguientes no perdí nunca el camino.

El puente de San Juan de Cuccho
La primera parte del camino es sencilla porque es todo cuesta bajo, aunque después de varias horas las rodillas se terminan resintiendo. Afortunadamente, era temprano y no hacía todavía mucho calor. A la mitad de la bajada me cruce con una pareja de estadounidenses que subían sudando la gota gorda. Yo les di ánimos, pero para mis adentros pensé, lo que les queda todavía a estos para salir del cañón. Después de unos cuantos “ziz-zages” más llegué hasta el río Colca.

En el fondo del cañón hacía mucho calor y me senté debajo de un toldo a refrescarme antes de cruzar el puente sobre el río. Después del puente el camino se bifurcaba, pero vi en la aplicación MapsMe que al final daba un poco igual el camino que eligiese. A unos pocos metros empecé a ver alguna casa, estaba en San Juan de Cuccho (2439 m). Vi un hostal y pensé que podría parar a tomar algo. Me senté en el porche a la sombra y le pedí a la dueña del hostal un mate de coca para recuperar fuerzas. La señora estuvo dándome conversación y me dijo que ya temprano me había visto bajar por el camino.

Descubrí que normalmente cuando llegan los grupos guiados o más senderistas, los dueños de los albergues salen al puente a pelarse por los turistas. El número de albergues había crecido en los últimos años y había una lucha encarnizada para llevárse los turistas al huerto. Llegaban incluso a pintar flechas en las piedras para “guiar” a los turistas para que pasen por sus albergues. Como yo había empezado tan pronto e iba sólo, nadie salió al puente a esperarme. La verdad es que me sentí un poco ninguneado por no ser objeto del deseo de ninguna dueña de albergue. En cualquier caso, yo iba a continuar camino hasta Tapay donde quería pernoctar, así que la “pelusilla” se me pasó pronto.

Ascenso por la ladera del Colca
Se había terminado la bueno y ahora tocaba atarse los machos y ascender la ladera hacia Tapay (2975 m). A media que subía iba teniendo la perspectiva de la ladera que había descendido por la mañana y era impresionante. Mientras bajas no era consciente de lo escarpado que eran los cerca de 1000 metros de desnivel que había bajado en tan poco trecho.

En una de las bifurcaciones me desvié un poco porque había unas ruinas pre-incas y me apetecía verlas. No es que haya mucho que ver porque lo único que queda son restos de muros y unas casas que están cubiertas de maleza. Lo bueno es que como no hay nadie puedes liberar tu espíritu de arqueólogo frustrado por un rato sin avergonzar a nadie. Al final fue entretenido saltar entre las piedras, esquivar los cactus y hacerse una idea de como era el poblado.

Tapay: fin de etapa
Agotado y acalorado de la subida llegué por fin a Tapay. No había hecho ninguna reserva para alojarme, pero no esperaba tampoco que tuviera problemas de espacio. La mayoría de las excursiones no hacen noche aquí. En cualquier caso, siempre podía deshacer el camino y dejarme “querer” por alguna de las dueñas de los albergues de San Juan de Cuccho. No hizo falta, el matrimonio mayor que regentaba el único albergue de Tapay disponible me recibió con los brazos abiertos.

Esa noche fui el único huésped. Los dueños me dejaron la “suit rural”, que era muy básica pero amplia, localizada en la ampliación de las instalaciones que estaban haciendo. Tras instalarme, me duché y salí a dar una vuelta por el pueblo.

Tapay es una localidad muy pequeña, pero con una iglesia y una plaza de armas preciosas. La gente del pueblo estaba celebrando algún evento y estaban preparando un picnic al lado de la iglesia. Habían traído unos altavoces enormes y estaba poniendo música peruana folclórica a todo volumen. Abandoné la discomóvil y regresé al hostal.

Mientras la señora terminaba de hacerme la cena me dediqué a ver la jaula de los cuys. Afortunadamente esa noche no tocaba cobaya, pero la señora me preparó un lomo saltado buenísimo que podían haber comido tres personas. Estaba agotado de la caminata y a la mañana siguiente tenía un día muy largo, así que me despedí de mi anfitriona y me fui a dormir.

No me meneé en la cama en toda la noche, a parte de por el cansancio, estaba atrapado por una manta de lana prensada doblada tres veces que pesaba como una rueda de molino. Desgraciadamente el concepto de edredón nórdico de plumón ligero no ha llegado a los pueblos del cañón del Colca. Frío desde luego que no pasé, pero respirar respiré lo justo.

Cabanaconde. Perú. Noviembre 2018.
Si os ha gustado esta historia y queréis seguir leyendo más aventuras de mis viajes por esos mundos de dios, suscribiros al blog del Microbiólogo Viajero. Podéis hacerlo al final o en el lateral de esta página. Gracias por leerme.
Buenísimas fotos
Muchísimas gracias!!
Querido senderista de los cañones más angostos del planeta. Por un momento me he creído recorriendo el Colca, aunque estoy en el metro. Hiciste bien en hacerlo por tu cuenta, seguro que lo disfrutaste aún más que si hubieras ido en una excursión. No me quiero imaginar a los dueños de los albergues peleando por la clientela. El cañon me ha parecido espectacular, pero la ruta que pegaste para llegar rodeado de volcanes también me ha parecido una pasada. Ay qué tiempos en los que podíamos viajar, cuando volverán. Un besote y buena semana
Ostras, nos ha encantado hasta lo que viste desde el bus menudos paisajes que agacha Perú. Cada vez nos gusta más. Alguna de las rutas… debe ser durilla, se ven unas subidas… para flipar. O eres un cañón o no se puede
Pues el paisaje si que es increíble, los desniveles y el calor hacen de la ruta en el cañón más dificultosa, pero poquito a poquito se llega a todos los sitios. Yo no soy ningún madelman y lo complete. Es cuestión de tomarselo con tranquilidad. Ojalá podamos viajar pronto. Os encantaría Perú, tiene mucha naturaleza que a vosotros os molaría mucho. Un beso y feliz semana.
Horacio que valiente .Tú solo por esos caminitos ,eres de admirar
Bueno, al final no era muy complicado y el camino era fácil. Desde luego ahora no salgo de mi casa sin la app MapsMe, ni para comprar el pan.
Bendito Maps Me¡¡¡ que bien hiciste de hacer la ruta por tu cuenta, a tu aire para disfrutar de esos impresionantes paisajes. Una de las cosas que me gustaron más cuando viajábamos en bus o en tren era la gente con esos trajes, refajos de colores. La foto de la ladera zigzagueante es la que tuviste que subir? eso no son desniveles es casi escalar. Menudo paisaje la verdad es que esta etapa de tu viaje me esta gustando mucho, eso si debe ser un rompe piernas de primera . Un besote y pasa muy buena semana
Bea te tenía el mensaje en el spam, perdona por no haberte contestado antes. Después de hacer la ruta sólo me sentí muy realizado personalmente. Cansado y resudado pero muy realizado, fue como re-encontrarme con la naturaleza y disfrutar de cada minuto. de la ruta Viajar en un autobús local es siempre una experiencia memorable, cuando ví a la señora con la alfalfa, ya me esperaba que en la siguiente parada se iba a subir una par de cabras. El camino en zig-zag fue el de bajada y cuando lo ví desde el otro lado del cañón flipé con el descenso a los infiernos que había hecho. Hay mi Perú cuanto lo añoro en los tiempos de pandemia. Un beso y feliz semana.
El sendero era brutal, menos mal que era de bajada, porque o quiero pensar lo que debe ser subir eso, buff
Bueno, un viaje a Perú te pone en forma, ahora confinado he vuelto a modo bolita fofisana. Por mi salud física y mental le voy a pedir a mi médico que me mande de viaje
jaja pues pide al médico un salvaconducto porque me temo que te quedas apresaooo jajaja
Melo voy a tener que camelar, ahora estoy trasladado porque estoy en la Rioja