Cusco. Octubre 2018. Perú.

Cusco, la capital del imperio inca, fue diseñada con forma de puma. Sobre el mapa de este ser mitológico se situaron estratégicamente los edificios emblemáticos de la ciudad. Estos se construyeron sobre los sitios que correspondían a las vísceras más importantes del animal. Así, en la cabeza se sitúo la fortaleza de Sacsaywamán, en el corazón se construyó el antiguo palacio del inca Wiracocha, que corresponde a la actual Plaza de Armas y finalmente, en los genitales se levantó el centro espiritual por excelencia de los incas, el templo del sol Qoricancha. Por mucho que pase el tiempo hay cosas que no cambian, los genitales siguen siendo parte fundamental de nuestras vidas.
Aquella mañana me levanté en el Hotel Suecia II (ver sitio web), que digamos por seguir con las comparaciones anatómico-geográficas, que podría corresponder a un vulgar e insignificante alveolo pulmonar del felino sudamericano. Sin embargo, estaba cerca del corazón de la ciudad. El hotel estaba limpio y correcto en sus servicios. Había hecho la reserva por teléfono, pero después de llegar y negociar mi estancia para quedarme en el mismo hotel después de terminar el camino inca, había conseguido que me dejaran la habitación a un precio más barato.

Tenía una habitación con dos camas para mí sólo, aunque el baño estaba fuera. Para llegar a las duchas había que pasar por el descansillo que daba al bonito patio interior donde se servía el desayuno. Por las mañanas tenía su aquel, porque me paseaba por el descansillo con la toalla a la cintura. En cualquier caso, después de mi espectáculo en el ascensor del hotel de Londres (ver entrada anterior) esto no me suponía un gran problema, tenía ya muy interiorizado mis habilidades como modelo de toallas de rizo americano.

Tras mi primer día de contacto en Cusco (ver entrada anterior) mis problemas con la altura parece que se habían solucionado. Sin embargo me había levantado con lo que parecía el comienzo de un orzuelo incipiente. Aventurero y “pupas”, lo tengo todo. En condiciones normales no le hubiese hecho mucho caso, pero es que a la mañana siguiente me iba 4 días de senderismo por el camino inca, y excepto por la existencia de algún chamán que tuviese un dudoso título médico obtenido en alguna feria, el sistema sanitario iba a ser inexistente.

Llamé a mi compañía de seguros de viaje para solicitar ayuda y me dijeron que un médico local se pondría en contacto conmigo. Mientras esperaba, no quería perder la mañana así que me lancé otra vez a explorar la ciudad. Salí del hotel y tras 15 ofertas de masajes que decliné, llegué a la Plaza de Armas. Estaba soleado, los edificios de la plaza y la fuente lucían espectaculares. De la Plaza de Armas partían los cuatro caminos principales que se extendían hasta alcanzar los sitios más recónditos del imperio inca. Este centro neurálgico era como el km 0 de la Puerta de Sol de Madrid. Actualmente no quedan restos del antiguo palacio de Wiracocha, pero esta Plaza de Armas junto con la de Trujillo (Ver entrada anterior) son para mi gusto las más bonitas de Perú.

A continuación fui andando hasta el templo del sol. El templo estaba cubierto con láminas macizas de oro, pero con la llegada de los españoles literalmente se lo fundieron todo. En el mismo sitio donde se encontraba el templo, los españoles construyeron el convento de Santo Domingo. Actualmente ambos edificios se encuentran entremezclados, aunque todavía se puede ver algunos de los templos menores del complejo de Qoricancha y el magnífico trabajo de los muros de piedra tallados por los incas. Como estaba pendiente de si me iban a tener que evacuar, sacarme un ojo o darme un colirio, no entré en el templo por si me llamaban al móvil. Como tardaban, intenté llamar otra vez a la compañía de seguros y me volvieron a decir lo mismo. A este paso, sí que me iban a sacar un ojo de la cara, pero para pagar la factura de teléfono.

Al seguir sin noticias, contacté por WhatsApp con mi amiga Amada, compañera médico cuando estuve trabajando en Uzbekistán. Me dijo que no me preocupara que lo que tenía que hacer era ponerme paños calientes y limpiarme el ojo con frecuencia. Así que me fui a la cadena de farmacias de Perú “Inkafarma” (a que mola el nombre…) para conseguir gasas estériles para llevarme a la ruta de senderismo y hacerme lavados oculares.

Después de la consulta médica telemática decidí seguir con la visita de las ruinas incas. En las afueras de Cusco se encontran Tambomachay, Pukapukara , Q’enqo y Sacsaywamán, la cabeza del puma. Pregunté cuanto me costaría contratar un taxi para que me llevase de una a otra, pero el precio que me pedían era desorbitado por una excursión de medio día. Así, que como la más alejada sólo estaba a 8 km tomé un autobús hasta allí y luego fui visitando el resto andando, mientras regresaba poco a poco a Cusco. El recorrido no es nada complicado, pero es aconsejable llevarse el sombrero y agua para el camino.

Para visitar estas ruinas y otras 16 atracciones más, incluidos varios de los sitios del Valle Sagrado, es necesario comprar el boleto turístico. Este pase cuesta 130 soles (32 euros) y es válido para 10 días desde la visita del primer punto. Se puede adquirir en la mayoría de los puntos que se visitan. Existe una versión reducida del boleto para ver sólo algunos de los sitios, pero al final si vas al Valle Sagrado y alguna de los sitios de Cusco ya te sale a cuenta.

Mi primera parada fue le templo de Tambomachay, que está dedicado al culto del agua. Para llegar a las ruinas es necesario recorrer 5 minutos un camino desde la carretera donde te deja el autobús hasta el sitio donde pueden verse restos de edificios incas, diversos canales y fuentes de las que mana el agua de entre las piedras. Un nuevo sitio donde sorprenderse con las habilidades de los arquitectos incas. De aquí regresé de nuevo hacia la carretera para dirigirme 500 metros hasta un montículo en el que se encuentran las ruinas de Pukapukara. No tienen pérdida porque se ven perfectamente desde la carretera.

Pukapukara corresponde a un antiguo puesto de guardia y un complejo con habitaciones residenciales. Las vistas del entorno son privilegiadas. Después de recorrer los pasillos entre los muros de piedra, regresé a la carretera y pasé por el puesto de control del guarda del complejo. Como había venido andando por mi cuenta no se había enterado que estaba explorando el complejo.

Después de andar entre 4 a 5 km llegué al templo espiritual de Q’enqo. Estas ruinas estaban más dispersas y son fácilmente accesibles desde la carretera. En el complejo se encuentran rocas talladas con canales y pasadizos que contienen grabados de animales y altares de sacrificio.

Finalmente llegue al fuerte de Sacsaywamán. Estas ruinas son sin duda alguna las más impresionantes de todas. El complejo ocupa una gran extensión de terreno y tiene diferentes zonas diferenciadas. Me lo tomé con tranquilidad y estuve algo más de dos horas recorriendo todo el complejo. La zona más llamativa son unas fortificaciones en forma de terrazas superpuestas con forma de zig-zag que asemejan a dientes. De hecho, estos son los dientes de la cabeza del puma de Cusco.

Los muros están compuestos de piedras perfectamente talladas y encajadas, algunas de ellas de tamaño descomunal con un peso de más de 300 kilos. Desde este fuerte los incas resistieron la invasión de los españoles, aunque al final Sacsaywamán terminó cayendo en manos de los conquistadores.

Había llegado cerca de la hora de comer y estaba todo muy tranquilo. Sólo había unos pocos turistas y un rebaño de alpacas que disfrutaban del paso verde a sus anchas. Subí a un montículo y me senté a completar las ruinas, tal como hacia el rey de los incas para pasar revista a sus tropas desde el asiento del inca. Disfruté de las vistas al sol, mientras descansaba de la caminata y me comía un plátano para recuperar fuerzas. El 24 de junio, solsticio de invierno, se celebra en este complejo el Inti Raymi o fiesta del dios del sol y es un espectáculo que no os podéis perder si estáis en Cusco.

De ahí me acerqué al impresionante mirador desde el que se veía toda la ciudad de Cusco, que se esconde debajo de sus tejados rojos. En ese momento me sonó el móvil y la compañía de seguros me llamaba para decirme que si había cancelado la cita para que me viera el médico local. Yo le dije que no, que no me habían contactado, pero que ya no hacía falta. Les dije que en todo caso, si a mi vuelta de la ruta de senderismo seguía con problemas, les contactaría de nuevo.

Supongo que como había estado fuera de cobertura habían dado por hecho que no necesitaba los servicios médicos, no sé. Aunque esta vez la experiencia con la compañía de seguro no fue muy buena, otras veces han sido muy eficientes. Siempre hay que viajar con seguro, porque no sabes lo que te puede pasar. Yo por experiencia os puedo decir que tarde o temprano lo vais a necesitar.

Tras disfrutar de las vistas de Cusco, ya sólo me quedaba descender al corazón de la ciudad de donde había partido esa mañana. Esta parte del recorrido era más agradable porque era todo cuesta abajo y cruzaba por el encantador barrio de San Blas. Hice una parada en la iglesia de San Cristobal que también tiene unas vistas preciosas de la ciudad y la posibilidad de subir a su campanario. De ahí regresé a la calle Tandapata y fui descendiendo hasta la Plaza de San Blas, centro neurálgico donde se reúnen todos los perroflautas y bohemios de Perú.

Con esta parada di por terminada mi visita turística y me fui para el hotel, donde pedí una taza de agua hirviendo para comenzar con mis lavados oculares. En los próximos días tenían muchas que ver y no me quería perder nada.

Si os ha gustado esta historia y queréis seguir leyendo más aventuras de mis viajes por esos mundos de dios, suscribiros al blog del Microbiólogo Viajero. Podéis hacerlo al final o en el lateral de esta página. Gracias por leerme.

Es genial «viajar» leyendo!
Muchas gracias por leerme y que sigas viajando conmigo..un brsi
Son espectaculares las ruinas, me pregunto cómo fueron capaces de desplazar esos pedrolos que ingeniosos eran en el pasado. Veo que en el fondo tienes reprimido un modelo de toallas que en cuanto puedes lo sacas a pasear Pasa muy buena semana
Pues eran muy buenos constructores o es que se hicieron amigos de algunos alienígenas…. No se yo.. en cuanto a lo del modelo hay que presumir de tus habilidades menos conocidas.. Jejeje. Un beso y feliz semana
Que tal horacio aunque últimamente estamos desconectadillos seguimos haciendo viajes espectaculares gracias a ti. Cusco… que chulada esas construcciones son una pasada mover semejantes piedras debían de ser unos cachimanes a parte de conocer algún secreto que hoy se nos escapa . Realmete… tenía forma de puma? Por más que hambliamos el mapa… se nos ha contagiado el orzuelo alberto se a levantado con uno ♂️ un besazo horacio y gracias por llevarnos de viaje por Perú, molaaaaaa
Os echaba de menos en las ultimas semanas, ya pensaba que os habíais ido a una isla desierta a tostaros al sol. Si que tenía forma de puma. Poner mapa forma puma cusco en Google y salen varias imágenes. Espero que se os pase el orzuelo, a mi lo de los paños calientes me fue muy buen. Un beso y pasar un buen fin de semana.