Cusco. Perú. Octubre 2018.

En los tiempos que corren y gracias a las nuevas tecnologías, la información viaja a gran velocidad por las redes y el ciberespacio. La información es vital para la supervivencia de las civilizaciones y de nuestro mundo tal como lo conocemos. Los incas no disponían de “Smartphone” con tecnología 5G, pero a falta de ingenieros en telecomunicaciones, se las “ingeniaron” para poder mantener la comunicación con los lugares más remotos de su vasto imperio.
Desde Cusco partían cuatro caminos principales hacia las cuatro regiones en las que se dividía el territorio inca, formando la red vial del Tahuantinsuyo. Esta red era recorrida por un sistema de corredores-mensajeros, los chaskis, que mediante relevos eran capaces de hacer llegar rápidamente la información de un punto a otro del imperio. Los chaskis transportaban unas cuerdas con nudos (quipus) que codificaban la información que se quería hacer llegar. El sistema de relevos podía llegar a ser tan eficiente, que eran capaces de acarrear pescado fresco de la costa a la capital del imperio, cruzando los Andes en un día si al rey inca así se le antojaba. Como os podéis imaginar, tener una dieta rica en omega 3 siempre ha supuesto un esfuerzo tremendo, ahora y en la época de los incas.

Después de más de 500 años, aún se siguen manteniendo parte de estos caminos. Una de sus secciones, la que comunica Ollantaytambo con Machu Pichu, se conoce familiarmente como el “Camino Inca”. Esta ruta de senderismo de 38 km y que se recorre en 4 días, está considerada una de las rutas más espectaculares del mundo, pero también de las más demandadas. Debido al límite de personas que pueden transitarla, impuesto por motivos de conservación del camino, la lista de espera es de unos 6 meses.

Existen rutas alternativas, que se pueden contratar con una semana de antelación, en las que también se alcanza Machu Pichu y atraviesan paisajes andinos de ensueño. Sin embargo, la única que utiliza el antiguo sistema de calzadas incas y cruza sitios arqueológicos únicos además de Machu Pichu, es la ruta del Camino Inca. Así que si quieres sacar el espíritu chaski que llevas dentro, tienes que hacer la reserva online cuanto antes.

Después de 6 meses desde mi reserva con la compañía Peru Trecks (ver sitio web), Yo, mi espíritu chaski y mi orzuelo (ver entrada anterior) nos embarcábamos en esta aventura. Tras pasar a recoger a todos los integrantes del grupo por los diferentes hoteles de Cusco, nos fuimos en el autobús para Ollantaytambo. Un poco antes de llegar al destino paramos a desayunar y empezamos a conocernos. Yo era el único hispanohablante del grupo, pero lo agradecía porque así podía comunicarme más fácilmente con los guías.

Poco después llegamos a la entrada del camino y descargamos todo el equipaje. Yo había contratado el saco de dormir y espacio con uno de los porteadores, así que sólo cargaba con una pequeña mochila de día. El resto del equipo de la expedición, que era bastante, lo llevaban a la espalda los porteadores. No me importaba ir en plan “marquesito”, lo que si quería era disfrutar a tope. Jamás he sido un montañero aguerrido, pero sí que me molan los retos y para mí hacer esta ruta era una aventura en toda regla.

En el control de la entrada, situado a 2600 m, revisaron nuestros pasaportes y comprobaron que estábamos en el listado. Los guardas son muy estrictos en el control de los visitantes, de hecho hay que presentar el mismo pasaporte con el que se hizo la reserva, porque si no puedes tener problemas para que te dejen acceder al camino.

Nada más pasar el control, cruzamos un puente sobre el río Urubamba y continuamos paralelo al río. Íbamos todos muy contentos y relajados escuchando las explicaciones de nuestro guía. De repente, el camino se separó del río y se empinó drásticamente. Después de un buen rato de sufrir la falta de aire por el esfuerzo continuado y traspirar como un porcino en una sauna, alcanzamos una meseta desde la que se podía completar todo el valle en su esplendor. Todos aprovechamos para sacar los móviles y las cámaras para inmortalizar el momento.

Cuando nos recolocamos las mochilas, el guía nos pidió que nos asomáramos al otro lado de la meseta. Tras un sonoro Ohhh!!, nos quedamos con la boca abierta al completar en el fondo del valle el primer sitio arqueológico de la ruta, las ruinas de Llactapat. El nombre de estas ruinas significa “ciudad sobre las terrazas” y hace literalmente honor a su localización. No teníamos tiempo para bajar a visitarlas pero nos quedamos todos flipando mirándolas desde la distancia.

Continuamos andando y pasamos por otras edificaciones incas mientras seguíamos el camino serpenteante hasta nuestra parada final de ese día. Estamos rodeados de grandes montañas, pero por desgracia cubiertas por las nubes. El tiempo estaba cambiando rápidamente, pero afortunadamente pudimos completar nuestra primera etapa sin mojarnos. Aquella noche dormimos en Wayllabamba a 3000 m. Cuando llegamos, todo el sequito de cocineros, porteadores y guías habían ya montado el campamento. Nuestras tiendas estaban instaladas en el campo que rodeaba la casa de un lugareño.

Los cocineros de la expedición nos esperaban con la merienda y el café calentito. Así, sí que se puede hacer senderismo. Me sentía abrumado por tanto lujo de comodidades, que por otra parte las habíamos pagado bien pagadas. Cuando te vas a los Andes de senderismo piensas que te vas en plan “survival” y tendrás que cazar una llama para cenar y defenderte de un puma con un machete. Al final resulta que tienes una cena recién preparada con macedonia de postre y estás más feliz que una perdiz.

Yo por mi parte me instalé en mi tienda, que como iba sólo y era chico, no tuve que compartir con nadie. Pedí mi tacita de agua hervida para curarme el orzuelo a base de paños calientes con mis gasas estériles. Las abluciones me las hice en un baño improvisado de la casa del paisano. Desde el punto de vista microbiológico encontré este sitio muy interesante, por la diversidad bacteriana que se intuía desbordando el lavabo y el alicatado del baño. En fin, en peores plazas he toreado.

Cuando salí me encontré a todos los cocineros y los porteadores agolpados alrededor de la televisión del dueño de la casa. Había como 20 personas absortas viendo una película. Me pareció alucinante. Los porteadores están diariamente haciendo esta ruta como mulas de carga y quizá este día, es el único que pueden tener alguna actividad de entretenimiento. Con este pensamiento me fui a dormir.

Al levantarme las nubes se habían disipado y pude disfrutar de la vista del majestuoso nevado Verónica (5750 m). Este día era el más duro de la ruta. El camino ascendía rápidamente. Hicimos una parada técnica en una casa de un lugareño que nos ofreció “chicha”, una especie de cerveza que todos nos atrevimos aprobar, más por descansar que por aliviar la sed. La chicha la venden en muchos sitios y para anunciar su venta colocan un palo bien visible al que atan un trapo rojo.

El camino se adentraba en un bosque muy agradable, aunque seguía ascendiendo sin parar. Después de una hora llegamos a una explanada, donde nos había instalado la tienda restaurante con la comida en el plato y la palangana de agua para asearnos. El campamento estaba instalado en LLulluchupampa (3750 m), en cuyas inmediaciones había un montón de llamas pastando a sus anchas.

Íbamos llegando al campamento como el rosario de la aurora con la lengua fuera, la cara enrojecida y sudando a mares. Al alcanzar a nuestra tienda los cocineros y porteadores nos aplaudían para felicitarnos. En fin, que más se puede pedir.

Tras descansar afrontamos la gran prueba del día. El camino inca cruza Warmiwañusca (4215 m), conocido como el paso de la mujer muerta por la forma que tiene la montaña en su cima. La ascensión fue extenuante y cada uno subíamos como podíamos. Agradecí enormemente haber pagado para que parte de mi equipaje fuese con un “chaski”. Cada uno iba a su ritmo, mientras los porteadores nos adelantaban con sus 20 kilos a la espalda. Luego nos quejamos de que tenemos una vida dura.

Cuando llegué me sentí super realizado por alcanzar la cima, pensé que no iba a llegar. Durante la subida estuve todo el rato mascando hojas de coca para el mal de altura, me resultaron muy útiles. Menos mal que no había que pasar control anti-doping. Esperamos a que todos los miembros del grupo llegasen a la cima.

El tiempo se estaba complicando y la niebla ascendía por el valle, por eso enseguida descendimos por el camino empedrado hasta llegar al final de la etapa en Paq´amayo (3600 m). Antes de alcanzar el campamento aún nos tuvimos que poner los chubasqueros. Definitivamente, aunque las rodillas y las piernas sufren, prefiero mil veces bajar que subir en hipoxia por los montes.

Si os ha gustado esta historia y queréis seguir leyendo más aventuras de mis viajes por esos mundos de dios, suscribiros al blog del Microbiólogo Viajero. Podéis hacerlo al final o en el lateral de esta página. Gracias por leerme.

Esta semana has tardado en publicar pero has estado bien sembrado. Sudando como un porcino en una saunay los porteadores os adelantaron y luego os aplaudieron?¿?¿ Está claro que el cuerpo occidental es la representación del mismisimo don pantuflo,. Que ruta tan chula de verdad, es que me ponía las botas ya para volver allí. Oye el campamento de LLulluchupampa era el campamento del amolll vaya recibimiento. Pasa buen finde alejado de los microorganismos que los que ahora pululan por todo el mundo son mucho más malignos que los de aquél cuarto de baño
Esta semana ha sido complicada, pero me alegra saber que la espera ha merecido la pena. Toda la expedición siempre nos cuidaba mucho y nos animaba para que llegásemos a destino. Parece una tontería pero cuando llegabas al borde del colapso, la gente te aplaudía y te sentías como un campeón. Los porteadores no puedes imaginarte la vida tan dura que lleva. Igual que en Nepal, un drama. No nos agobiemos por los virus de moda y demosle al jabón. En cuanto al amor, LOVE is always in the air. Feliz fin de semana.
Jajaja de verdad, eres el travelbloguer más divertido . Alucinante esta primera parte del camino, menudos paisajes, pena que os saltaseis alguna ruina porque tenían buena pinta . Ultimamete siempre andas por las alturas ⛰ nosotros no estamos muy acostumbrados a eso si es subir andando aún peor . Deseando que sigas contando tus aventuras caiminito de machu pichu Estas echo todo un chaski!!
La verdad es que estoy muy orgulloso de haber hecho el camino. Una pena que el fondo físico no me acompañe para hacer retos más complicados. En cualquier caso querer es poder y al final todo el mundo a su paso puede llegar a todos los sitios. Os hecho de menos por la blogosfera, a ver si publicáis pronto. Un beso y gracias por vuestros comentarios para dar ánimos.
Bueniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiìsimo
Muchas gracias, seas quien seas… Un beso y gracias por leerme.