El blanco y negro me parecen de lo más aburrido y por eso siempre me he sentido atraído por los colores. No me importa que sean intensos, aunque su longitud de onda esté al límite de producirme un desprendimiento de retina. Incluso los de tono pastel, estilo baldosa de baño de los años setenta, me parece que tienen mucho encanto. Por todo esto, cuando llegué por primera vez a Trujillo y vi todo ese despliegue cromático en sus preciosos edificios coloniales, “flipé en colores”, nunca mejor dicho.
Trujillo fue fundada por Francisco Pizarro en 1535, unos meses después de que Diego de Almagro eligiese el sitio y nombrase esta ciudad en honor del pueblo natal de Pizarro. Actualmente es la tercera ciudad más grande del Perú y la primera que se independizó del imperio Español. Está considerada la cuna de la justicia y fue nombrada la capital de la República del Perú, hasta que Lima fue liberada del yugo de los españoles. No sé si los españoles somos de poner muchos yugos, pero como teníamos el papel de conquistadores, es lo que nos tocaba. Ahora en el siglo XXI que te llamen conquistador y rompecorazones te levanta la moral, sin embargo en el siglo XVI más bien levantaba ampollas y odios varios.

Para mi último día en Trujillo, dejé a un lado mis ansías playeras (ver entrada anterior) y las gymkanas arqueológicas (ver entrada anterior) para pasar la mañana callejeando por esta ciudad tan fantástica. Tras salir del hotel me dirigí hacia la magnífica Plaza de Armas. La plaza está rodeada de coloridos edificios coloniales. En el centro se sitúa una enorme estatua dedicada al trabajo, el arte y la libertad. La catedral es quizá el edificio más vistoso de la plaza, con un color amarillo canario que no pasa desapercibido y contrarrestado por el azul índigo del palacio arzobispal que se sitúa al lado.

En la esquina próxima se encuentra el hotel Libertador de color rojo burdeos, luciendo en su fachada una balconada de madera con un trabajo de marquetería exquisito. Era una delicia rodear la plaza y deleitarse con los vistosos colores de las fachadas de los edificios colindantes.

Me busqué un banco y me senté un rato a disfrutar de este sitio tan singular. El día estaba soleado y el ambiente de la plaza tranquilo. No había muchos turistas. Trujillo por fortuna o por desgracia no tiene la fama de Cuzco y por eso la mayoría del turismo prefiere visitar la capital de los incas y Machu Pichu. Yo me alegré por ello y de poder empaparme de la atmósfera colonial de esta ciudad sin hordas de turistas. Había gente paseando tranquilamente y algunos estudiantes descansando al aire libre. Después de pasar por tantas ciudades en Perú, puedo decir sin miedo a equivocarme, que ésta es la plaza de armas más hermosa del país.

Seguí mi camino y decidí entrar en la Casa de Urquiaga que está en uno de los laterales de la plaza. Actualmente alberga al Banco Central de la Reserva de Perú. Pensaba que no se podía entrar a visitar, pero como lo ponía en la Lonely Planet me decidí a entrar. El guarda me pidió infinidad de documentos de identificación y me registró de arriba abajo, sólo le faltó hacerme un tacto rectal. Después de cumplir con todos los requisitos y protocolos de seguridad me dejaron pasar y pude disfrutar del edificio.

Estas casas coloniales son preciosas, con sus muebles de época y los patios interiores igual de coloridos que las fachadas exteriores. En las estancias se veían magníficos artesonados. Estuve solo deambulando por las estancias. Me imaginaba a Simón Bolivar sentado en el escritorio del despacho de ésta casa, preparando su campaña para liberar a Perú de los malignos españoles. No sé si sería porque tenía mucha pinta de español, pero uno de los guardas me seguía una distancia prudencial. Luego leí que en este edifico son especialmente recelosos con todos los turistas, independientemente de su nacionalidad.

Volví a la calle y paseé por la calle Pizarro. Había muchas tiendas y entré a tomarme un café en la cafetería Oviedo (ver sitio web). Era un sitio bastante agradable para tomarte un café y tranquilo para ojear la guía y ver hacia donde iba a dirigir mis pasos. Salí de nuevo a la calle. Al pasar por delante de una casa me llamó la atención una mujer y una niña que estaban bailando. Estaban descalzas y llevaban un pañuelo en la mano. Estaban practicando el baile típico de la costa Norte de Perú, la Marinera. En este baile, las mujeres mueven con gran destreza un pañuelo con la mano, mientras que con la otra agarran la falda, moviéndola grácilmente. La Marinera, como no podría ser de otra forma, tiene un gran colorido. En algunos espectáculos este baile se acompaña de un caballo de doma, en el que el jinete acompasa los movimientos del caballo con los de la mujer. Durante el fin de semana suelen hacer una exhibición de Marinera en la Plaza de Armas. Si estáis por allí, preguntar horarios y no os lo perdáis. Yo desgraciadamente no me coincidieron los días.

Mientras callejeaba pasé por delante de diferentes iglesias, todas ellas con unas fachadas preciosas y de gran colorido. Me impresionó especialmente la Iglesia del Carmen en colores blancos y rojos. La única iglesia en la que entré, fue la Catedral y pude comprobar el gran fervor de los peruanos. Me llamó la atención que las puertas de la catedral estaban siempre abiertas de par en par, supongo que para invitar a la gente a que entre a oir misa.

En mi deambular pasé por la Casa de la Emancipación, un bonito edificio de color albero con las verjas de las ventanas en color blanco. Entré dentro y pude ver el bonito patio interior. Aproveché para asomarme desde las ventanas del patio desde las que se veían las lujosas estancias. Actualmente el edificio pertenece al Banco Continental. Esta vez no hubo ni registro, ni tribunal inquisidor para poder visitarlo. Parecía que estaba haciendo el tour de los bancos de Trujillo.

Como aún tenía tiempo, decidí meterme en el Museo de Arqueología de Trujillo. Había una gran colección de artefactos de toda la historia peruana desde hace 12.000 años antes de cristo. Uno de los objetos que me llamó la atención fue un cráneo de una mujer que tenía unas coletas de un par de metros. En mis diversas visitas por los museos de Perú me terminé acostumbrando a encontrarme este tipo de cosas grimosas, que siempre terminaron por despertar mi curiosidad por el mundo precolombino. A parte del contenido del museo, el edifico donde está ubicado no tiene desperdicio. Esta casa colonial se la conoce como Casa Risco y tiene un bonito patio interior hecho completamente de madera, con unas pinturas muy chulas.

Tanta cultura me había abierto el apetito y me metí en el primer sitio que me crucé en el camino. Me tomé un arroz chifa, mestizaje de la comida china y peruana, toda una delicia. No pagué más de 8 soles (unos 2 euros) y estaba todo riquísimo. Ahora que he vuelto a vivir a Madrid, cada vez que pido la cuenta en un bar me siento atravesado por cuatro puñales y me acuerdo con nostalgia de lo baratísimo que era todo en mi viaje por Perú. Si no termino de convenceros con las bellezas naturales e históricas de este país sudamericano, al menos veniros por lo barato que es.

Estaba terminando mi comida cuando en la mesa de al lado había dos mujeres de Lima que estaban de turismo en Trujillo y no pudieron resistirse en hacerme el tercer grado. Llevaba varios días sin que nadie me sometiera al tradicional interrogatorio, así que estuve un buen rato pegando la hebra con las dos señoras y conociendo más cosas de Perú.

Seguí mi camino por las calles de Trujillo y no paraba de encontrarme con edificios maravillosos. Algunos de ellos, no tan bien conservados, pero para mí con igual o más encanto que los restaurados. No me cansé de sacar fotos desde mil ángulos y perspectivas, una pena que mi móvil y mi cámara compacta “cutrecilla”, no plasmasen la belleza y encanto de los edificios que me iba encontrando. Definitivamente, tengo que mejorar mi equipo fotográfico…

El día me había cundido bastante e incluso tuve tiempo para acercarme a ver parte del mural de la Universidad Nacional de Trujillo, que cuenta toda la historia de esta ciudad desde los albores del mundo hasta la actualidad, en un mosaico de 3000 metros cuadrados con cerca de 30 millones de piezas. Ahí queda eso…

Se me estaba haciendo tarde y mi viaje tenía que continuar. Me acerqué de nuevo al hotel, recogí mi mochila y pedí un taxi. Con una voz pausada y regocijándome en mis palabras, le indiqué al taxista que por favor me llevase al “T-E-R-R-A-P-U-E-R-T-O”. Qué bonito palabro! Al llegar me dirigí al mostrador del autobús y facturé mi mochila. Acto seguido tuve que acercarme a pagar las tasas de uso del terrapuerto. En fin, al final hay que pagar las obras y el mantenimiento de las instalaciones supongo. Aún tuve que esperar media hora antes de subir al autobús, iba a ser otra vez una noche larga.

Mientras esperaba, me di cuenta que era el único extranjero en toda la sala de espera. Me parecía increíble que el turismo todavía no haya inundado esta maravillosa ciudad. Supongo que todo llegará, pero me sentí realmente afortunado por los tres días tan intensos y llenos de ese “color colonial” del que había disfrutado en Trujillo.
¡¡Que ganas de ir a Perú!!!
De verdad que merece mucho la pena y aparte del vuelo lo demás es muy barato.
Gracias por leerme. Buen finde!
Si, ese día tuve suerte con el tiempo e incluso a tostarme por el sol. Las casa coloniales de trujillo me parecieron que tenían mucho encanto y disftué mucho de mi paseo callejero por Trujillo. Estoy contigo que las verjas blancas le dan un toque muy especial. Lo del craneo debia de ser de alguna Princesa Leia precolombina. Al craneo se le fue la carne y la piel, pero el pelo lo siguió manteniendo. En las culturas moche y chimu algunas mujeres tenína puestos de alto cargo en la sociedad, como la Dama de Cao. Desgraciadamente no pude visitar el museo donde esta esta soberana por falta de tiempo. Tengo en mente la cámara que me dijiste para comprármela, a ver si me la regalo estas navidades. Renovarse o morir. Un beso, abrigate y disfruta del finde.
Bueno, que yo tampoco soy un experto en las combinacionesd e colores. Me he dado cuenta que ahora os colores se llaman con dois nombres. Como nos complicamos la existencia, jeje..
No me dan comisión de ningún sitio pero sigo insitiendo en que Perú es un destino espectacular… Ahi os los dejo. Este fin de semana estoy menos colonial y más casero modernista. Un beso.
Trujillo es una ciudad muy bonita se parece mucho a ( Ica ) aunque mas tranquilo…