
Por el Valle Sagrado de los incas discurre el río Urubamba y en sus faldas se encuentran ruinas arqueológicas incas de gran interés. En este valle existen pueblecitos con mercados de recuerdos que harán las delicias de cualquier adicto a las compras y de los recuerdos de viajes. El valle sagrado de los incas sólo se encuentra a 15 km al norte de Cusco y es una visita obligada, al igual que Machu Picchu.
En mi afán de optimizar mi tiempo quería visitar el máximo número de sitios y hacer una noche en uno de los pueblecitos del Valle Sagrado de los incas, para empaparme mejor del ambiente de este rincón tan especial de Perú. Todas las excursiones pueden contratarse fácilmente desde Cusco e incluyen, dependiendo del circuito que realicen, más o menos sitios arqueológicos. Para las visitas a Chinchero, Moray, Ollantaytambo y Pisac es necesario adquirir el boleto turístico, que incluye la visita a un total de 16 lugares en el Valle Sagrado de los incas y Cusco (ver sitio web). La visita a las Salinas de Mara se paga a parte.

Circuito Super Valle
No estaba muy seguro cuál sería la mejor opción, pero entonces me hablaron del circuito SUPER-VALLE, una excursión un poco más larga, pero en la que se visitan todos los sitios principales del Valle Sagrado de los incas en un día. En ese momento fue como si oyese música celestial y hubiese fuegos artificiales. Esta excursión era perfecta, porque podría ver todo. Además, el circuito terminaba en Pisac donde podría quedarme a hacer noche, en vez de regresar con el resto del grupo a Cusco…

Qué equivocado estaba y que fallo tan garrafal cometí, un error de primero de mochilero. En las excursiones organizadas siempre se termina yendo a matacaballo y no te dejan disfrutar de los sitios. Siempre me quejo de las excursiones organizadas, pero al final termino tropezando en la misma piedra. Creo que oí “TODO”, “UN SOLO DIA” y “SUPER” en la mima frase y caí rendido en la tentación. Fue como si el Hamelín de la agencia de viajes me hubiese embaucado con una flauta andina.

Chinchero
Aquella mañana salimos muy temprano de Cusco con dirección a Chinchero, la primera parada en nuestra excursión por el “SUPER” Valle Sagrado de los incas. Este pueblo era conocido por los incas como el sitio donde nacía el arcoíris. Chinchero está a una altitud de 3750 metros, pero después de haber estado en mitad de una ventisca a más de 5000 metros de altura el día anterior (ver entrada), esto me parecía un paseíllo por el campo.

En Chinchero destaca su pequeña iglesia andina, que merece una visita. Para llegar a la iglesia cruzamos su plaza donde las mujeres del pueblo estaban empezando a montar los puestos de ventas de recuerdos. Siempre llama la atención los coloridos trajes que visten estas mujeres.

Justo al lado de la bonita iglesia se encuentran las ruinas arqueológicas incas, en las que destaca su multitud de terrazas de cultivo. Tras las explicaciones pertinentes, nos dejaron 15 minutos para explorar el recinto. Si te acercas a uno de los extremos del sitio arqueológico puedes disfrutar de las vistas del valle. Tras reagruparnos, regresamos al vehículo paseando por las empinadas calles del pueblo y cruzando multitud de tiendas con toda la parafernalia inimaginable de recuerdos peruanos .

Taller textil de Chinchero
Después de la fugaz visita nos llevaron a un taller textil para que viésemos como se tejían las famosas telas de colores peruanas, usando la lana de la llama o la alpaca. Lo más interesante era como se las ingeniaban para teñir la lana con tintes naturales. El color más llamativo es el rojo, que se consigue machacando la cochinilla. Este insecto parásito de los cactus contiene en su interior el preciado colorante rojo. A partir de este y utilizando ácidos como el zumo de lima, podían conseguir diferentes tonalidades de naranja.

En el taller tenían una alpaca y un criadero de cobayas (cuys) con sus casas andinas tradicionales, que hicieron las delicias de nuestras cámaras de fotos. No había obligación de comprar nada y el que quiso pudo preguntar precios de prendas y ver el género sin que te atosigaran.

El laboratorio agrícola de Moray
Continuando con la excursión por el Valle Sagrado de los incas, desde Chinchero visitamos las curiosas terrazas circulares de Moray. Los incas eran aventajados ingenieros agrícolas de la época. No se sabe si los conocimientos fueron adquiridos a través de una sabiduría milenaria o quizá siguiendo algún protocolo alienígena. En cualquier caso, un controvertido tema de debate que podría dar para varios programas de Cuarto Milenio.

Moray consta de diferentes hondonadas donde se han construido terrazas siguiendo las líneas del terreno. Este peculiar diseño estaba pensado para adaptar los cultivos a diferentes condiciones climáticas. Cada una de las terrazas podían mimetizar condiciones de temperatura y humedad dependiendo de la altura en la que se encontrasen. Esto permitía adaptar las variedades de cultivos procedentes de diferentes regiones del imperio inca a las condiciones del altiplano.

Me hubiese gustado poder estar más tiempo para explorar las diferentes zonas de este complejo pero sólo nos dejaron 45 minutos. Eso sí, poco después hicimos una parada en una tienda en Maras para comprar la famosa sal de sus salinas. En condiciones normales hubiese comprado en grandes cantidades, pero dado que todavía me quedaba un mes y medio de viaje con la mochila, me conformé con dos bolsitas testimoniales de 100 gr de sal para poder probarla.

Las salinas de Maras
Las aguas de las montañas que rodean Maras contienen disueltas grandes cantidades de sales. Desde tiempos inmemoriales, estas aguas se han almacenado en pozas para que se evaporen por la acción del sol y conseguir que las sales precipiten. A esta sal se le asignan propiedades medicinales. Las salinas son una fuente de riqueza para sus habitantes, que tienen asignadas pozas que pasan de generación en generación para su explotación. A parte, el dinero que dejan las hordas de los turistas que venimos a ver este paisaje de otro planeta, incluido en los circuitos por el Valle Sagrado de los incas.

Cuando llegamos a las salinas nos dejaron 30 minutos para hacer un recorrido por nuestra cuenta y poder sacar fotos entre las pozas de sal. Fue un triunfo que nadie metiese el pie donde no debía. Ya sabemos que los turistas somos de todo, menos disciplinados. Pedí al guía si el combi podía hacer una parada de un minuto para sacar una panorámica de las salinas desde arriba de la carretera. Desgraciadamente, el guía pasó de mí como de una vulgar alpaca.

La hora de la comida
Antes de seguir con las visitas vespertinas en la excursión por el Valle Sagrado de los incas, nos llevaron al pueblo de Urubamba a comer. El restaurante estaba a las fueras y alejado del mundanal ruido. En la agencia me habían dicho que pararíamos en este pueblo y pensaba que podría acercarme a algún sitio para comer en los restaurantes del pueblo, porque no tenía la comida incluida en el precio. En fin, que después de semejante encerrona, me negué a comer ahí al precio de turista y salí a andar por los caminos, buscando alguna tienda donde comprar algo. Desgraciadamente, no tuve mucha fortuna la verdad. Estuvimos algo más de una hora ahí parados hasta que se acabó la comida y a esas alturas, yo estaba ya enfadado como una mona.
Las ruinas de Ollantaytambo
La ciudad inca de Ollantaytambo es espectacular y consta de una serie de terrazas que ascienden por la ladera de la montaña hasta alcanzar la cima donde se encuentra un templo ceremonial. Esta ciudad resistió la embestida de los conquistadores españoles, aunque al final terminó sucumbiendo. Siguiendo con la tónica de la excursión estuvimos una hora visitando las ruinas, de la que invertimos un buen tiempo para poder conseguir ascender por la ladera hasta el templo.

Arriba se podía ver el delicado trabajo arquitectónico con las hornacinas trapezoidales y las piedras de los templos. Algunas de ellas tenían un tremendo tonelaje y habían sido traídas desde una cantera a 6 km de distancia, desde el otro lado del valle y colocadas en la cima. No sabemos si arrastrándolas o con ayuda alienígena, vete tú a saber. Entre el poco tiempo que tuvimos y las masas de turistas que había, más que una excursión cultural, calificaría la visita de Ollantaytambo de una gimkana estrafalaria. Una verdadera pena…

Y en Pisac me amotiné…
Estábamos llegando ya al final de la visita por el Valle Sagrado de los incas y nos quedaba las últimas ruinas, Pisac. Yo ya no podía con la vida y dado que iba a pasar la noche allí, les dije que me dejaran en el pueblo a mi suerte. El guía estaba preocupado porque me iba a perder la explicación del último complejo arqueológico, pero le dije que prefería visitar las ruinas por mi cuenta al día siguiente. El boleto sólo se puede usar una vez y le dije que ya me las apañaría.

En su favor he de decir que el guía se ofreció a subirme al día siguiente hasta las ruinas para ahorrarme la ascensión, pero estaba tan harto que le dije que gracias, pero que ya me buscaría la forma. Y ahí terminé la excursión. Tras ducharme en el hotel, cenar y tomarme una cerveza, puede disfrutar finalmente de la calma del encantador pueblecito de Pisac. Dios que día….

“SUPER” Moraleja
NO os dejéis embaucar por los sonidos de las flautas andinas y hacer valer la máxima “de menos es más”. Si disponéis de poco tiempo, elegir un sitio, Ollantaytambo o Pisac y hacer noche ahí. Al día siguiente visitar con tranquilidad las ruinas y sin turistas. Ambos sitios permiten explorar por vuestra cuenta zonas más extensas que las que los turistas organizados visitan y os puedo asegurar que merece mucho la pena, tal como veréis en mi siguiente post sobre Pisac. Circuito SUPER-VALLE Nunca mais!!

Valle Sagrado. Perú. Noviembre 2018.
Si os ha gustado esta historia y queréis seguir leyendo más aventuras de mis viajes por esos mundos de dios, suscribiros al blog del Microbiólogo Viajero. Podéis hacerlo al final o en el lateral de esta página. Gracias por leerme.
Me fascinan las terrazas de cultivo «alienígenas». Un saludo, microbiólogo!
Molan un montón,los incas eran avanzadisimos para su época
Me he sentido muy identificada Horacio, es lo que tiene el turisteo. Bien porque te amotinaste y al final disfrutaste por tu cuenta.
Chulísimas fotos.
Es que da una rabia que no puedas ir más tranquilo. Eso sí para meterte en tiendas y en el restaurante para las comisiones, ahí no hay prisa…
Es el pan de cada día del turista bueno, tu al final siempre sabes disfrutarlo y eso es lo que cuenta. oye, con tanto andar te estas poniendo en muy buena forma aunque el corte de pelo… iba haciendo falta un besazo y buen puente horacioooo
Siempre es un equilibrio entre la comodidad de visitar los sitios y la libertad para ver las cosas a tu ritmo. En fin, creo que desde el viaje a Perú no he estado más en forma, pero ahora estoy hecho unos zorros..por cierto al día siguiente me fui a la peluquería . Besos y buen fin de semana de confinamiento.