
La montaña de los 7 colores, también conocida como Vinicunca en quechua, es una joya geológica formada por capas de sedimentos de diferentes colores. Este lugar tan mágico se descubrió hace unos años como consecuencia del cambio climático. Al desaparecer la nieve y el hielo que lo cubría aparecieron las capas de colores y desde entonces se ha convertido en una nueva atracción turística.
La montaña de los 7 colores atrae a decenas de miles de visitantes y si el gobierno no pone remedio gestionando el turismo que genera de forma sostenible, terminará muriendo de su propia fama. Más de 500 personas suben diariamente a este monte. No importa que para alcanzar este sitio sea necesario subir a 5036 metros de altura en una romería improvisada y algún turista este al borde del colapso por la falta de oxígeno. Todo el mundo ansía tomarse una foto en este paisaje, que es casi de otro mundo.

Un día de relajo en Cusco
Recién había acabado el extenuante camino inca y por fin había visitado las espectaculares ruinas de la ciudad inca de Machu Picchu (ver entrada anterior). Estaba todavía en un sueño, pero algo cansado, por eso decidí que me iba a tomar un día de descanso en Cusco. Descanso no significaba no hacer nada, quería visitar alguna cosa que tenía pendiente, pero eso sí, de forma más relajada. Además tenía que decidir que iba a hacer en los últimos días que iba a estar en la capital del imperio Inca.
Ese día no madrugué. Después de desayunar estuve visitando el Museo Inca. Es uno de los 5 museos “imprescindibles” de Perú según la Lonely Planet, junto con el museo de Chavín de Huántar, el Museo Santuarios Andinos en Arequipa , el museo Larco de Lima y el Museo de las Tumbas reales de Sipán en Chiclayo. Esta visita fue todo un complemento a las aventura de los días previos.
Por la tarde estuve visitando el interior del templo de Qoricancha, el que fue el templo más rico del imperio inca y que estuvo cubierto de oro. Tras la llegada de los españoles y el consiguiente expolio, el templo fue reconvertido en el convento de Santo Domingo y ambas construcciones se entremezclaron.
Tarde-noche folclórica
A la salida del templo me fui al centro Qosqo e Arte Nativo para disfrutar de un espectáculo de bailes folklóricos que me gustó mucho. El espectáculo estaba incluido en el boleto turístico que permite visitar 16 sitios en Cusco y en el Valle Sagrado (ver sitio web ).

Tras el espectáculo me fui a cenar a una de las pollerías más famosas de Cusco, Los Toldos Chicken (sitio web) que dispone de un buffet de ensaladas y acompañamiento. El “cuarto de pollo” me supo a gloria y todo a muy buen precio. Me fui pronto a dormir porque al día siguiente había contratado una excursión para subir a la montaña de los 7 colores. La había contratado en una de las miles de agencias que hay en el casco histórico de la ciudad.

Viaje a la montaña de los 7 colores
La montaña de los 7 colores se encuentra a unos 140 km de Cusco, unas dos horas de viaje. Me recogieron en el hotel temprano y nos fuimos en un combi hacia allí. Antes de llegar paramos en el pequeño pueblecito de Cusipata, donde tenían organizada una parada para desayunar. Previendo la que se nos avecinaba me tomé mi mate de coca. En mi mochila llevaba también hojas de coca y agua para poder beber en abundancia, todo es poco para evitar el mal de altura.

Tras desayunar y pasar todos por el excusado, nos dirigimos con el combi a la entrada del parque. El cielo no estaba excesivamente nublado, pero se veían unas nubes amenazantes en el horizonte. Dejamos el combi en el aparcamiento y nos preparamos para empezar la marcha. Los días anteriores había estado lloviendo y estaba todo lleno de barro. Con este panorama nos pusimos a andar para subir hasta la cima de la montaña de los 7 colores.

Una caminata dura
La primera parte del camino era un ascenso suave y a ratos llano. Sin embargo, se notaba la falta de oxígeno. Después de 10 minutos, estábamos todos con la lengua fuera y sudando como porcinos. Yo saqué mis hojas de coca y me puse a mascar. El camino no ayudaba nada porque estaba hecho un auténtico barrizal. La gente intentaba andar por fuera del camino para evitar el barro. Tras miles y miles de personas transitando lo que se estaba consiguiendo era anchar más el barrizal y destruir cada vez más el valle. Un auténtico desastre ecológico.

Todo el camino era una gran romería de turistas. El valle que cruzábamos era precioso. En los lugares en los que las nubes nos dejaban ver había picos nevados y algún glaciar. A lado de la gente pasaban lugareños con caballos para tentar a los sufridos turistas. Subían y bajaban el camino a toda velocidad porque querían intentar llevar al máximo número de personas para hace negocio. Las lugareñas llevaban unos vestidos tradicionales que eran muy coloridos.

Yo intentaba ceñirme en lo que podía al camino, pero después de un rato tenía un par de kilos de barro en mis botas. Al final del valle, el camino se empinaba bastante, afortunadamente el barro había desaparecido. La inclinación y la falta de oxígeno nos hacía andar muy, muy despacio, casi hacíamos una parada cada cuatro pasos. En ese momento el tiempo cambió de forma radical.

Turismo en la ventisca
Estábamos a mitad del último tramo, cuando empezó a chispear y de repente la lluvia se convirtió en nieve. Mucha gente empezó a darse la vuelta. Estaba a unos 100 metros del mirador que tiene la vista famosa de la montaña de los 7 colores. Yo no quería rendirme, así que decidí subir hasta arriba. Llegué al mirador y el tiempo había amainado un poco. La verdad es que ahora la montaña era de 2 colores, blanco y negro. ¿Dónde estaba ese mundo tecnicolor tan ansiado que me habían prometido?

Me faltaban otros 100 metros para hacer cumbre a 5036 metros, así que como parece que nevaba menos me animé a subir arriba. A mitad de la última ascensión empezó a granizar y el viento se hizo más intenso. Me cagué en lo más barrido, casi estuve subiendo de espaldas al viento para poder alcanzar la cima. Con dificultad llegué. Un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la estupidez humana.

En ese momento saqué el móvil para inmortalizar el momento. Me quité el guante pero casi no podía ni apretar el botón, tenía la mano agarrotada del frío. Le pedía a uno que si me sacaba la foto, pero gentilmente me dijo que prefería intentar sobrevivir a la ventisca que hacer de paparazzi. Finalmente, otro colgado como yo aceptó y en compensación le saqué yo otra.

Reunión de instagrameros
Y tal como vino la ventisca, esta amainó y la nieve empezó a derretirse. Creo que le dí mucha pena a la Pachamama y ésta se apiadó de mí. Al disiparse un poco las nubes, pude ver el espectáculo. Los motes de color rojizo, se mezclaban con la nieve y los colores verdes y amarillos de la tierra. Una pena que el sol no hiciese su aparición para poder ver la montaña en todo su esplendor, pero al menos pude hacerme una idea.

Empecé a descender de la cima y en ese momento en el mirador había como un centenar de personas. Locales vendiendo cosas, gente con alpacas para que te sacaras la foto, visitantes aguerridos, instagrameros en búsqueda de la foto perfecta, caballos a la espera de bajar a algún turista exhausto a un módico precio y alguno que otro turista en estado de hipoxia y/o crionización. Vamos un circo…

Me hubiese gustado tener más tiempo para explorar los alrededores, eran especialmente bonitos, pero ya sabemos lo que pasa con los tours organizados. Regresamos todos al aparcamiento, pero una de las mujeres que venía en el grupo se cayó del caballo y tuvieron que traer asistencia médica, fue bastante grave por lo que nos contaron después. Los turistas es que somos muy inconscientes y no vemos el peligro hasta que pasan las cosas.

Regreso a Cusco y cena
De regreso en el combi a Cusco, pensé que aunque fue duro me alegré de haber subido. Aunque no pude disfrutarlo en su plenitud, el sitio era increíble. Aquella noche después de asearme en el hotel, subí andando al barrio de San Blas. Andar a 1500 metros por debajo de la altura de la montaña de los 7 colores y sin nieve no tiene emoción. Aquella noche cené llama a al brasa en el restaurante “Los Apus Grill” (ver sitio web). Un sitio pequeñito y encantador, desde el que se veían todos los tejados de Cusco… precioso.

Después de cenar bajé del barrio de San Blas a mi hotel cerca de la plaza de Armas. Me habían dicho que podía ser peligroso ir de noche, pero lo cierto es que bajé por la calle principal, no era muy tarde y había bastante gente. No tuve ningún problema, aunque la verdad no tenía yo el cuerpo para atracos esa noche. Ya en el hotel, entré en Instagram y miré las fotos que la gente tenía de la Montaña de los 7 colores. Esas fotos idílicas llenas de color y en la que el “instagramero” posa de forma bucólica con la naturaleza en soledad. Esbocé una sonrisa…


Vinicunca. Perú. Noviembre 2018.
Si os ha gustado esta historia y queréis seguir leyendo más aventuras de mis viajes por esos mundos de dios, suscribiros al blog del Microbiólogo Viajero. Podéis hacerlo al final o en el lateral de esta página. Gracias por leerme.
He alucinado he visto en Instagram miles de fotos en las que aparece el Instagramer solo con la montaña de colores reluciente, sin gente. Esto es como otros lugares en los que yo he sudado en modo porcino como dirías tú y luego aparecen con unos vestidos impresionantes y solas… Perdón?estuve en un sitio distinto? O ha cambiado tanto Alucino que haya romerías para subir a 5000 claro el Instagram lo puso de moda y ahora es romería haya el cielo y destrozando el entorno que pasada
Oye anda que no te cundió el día, cena, espectáculo y excusión. Como siempre super entretenida tu entrada. Pasa muy buena semana y cuídate
Pues si estás influecers no sé cómo se lo montan. He de decir que yo tuve muy, muy mala suerte. En condiciones normales y con sol el sitio es espectacular. Ya me hubiese gustado tener la foto en cuestión. Envidia me daba., Pero al final la realidad es la que es. Ademas como no cuiden el sitio va a ser un desastre. Un beso y pasa un fin de semana divertido.
Bueno pero lo viste que es lo importante . El sitio bonito es y lo que no sabía era q estaba a tanta altitud. Bss
Me encanta….me he reido despues de un dia de duro trabajo.
Me alegra que te hayas reído con la entrada. Un beso Ana y ánimo con el trabajo. Hoy voy a ayudarte.
Aún con mal tiempo… merece la pena verlo y a riesgo de que se congele algún dedo o el móvil hacerse una foto para el recuerdo. Jajaja nos hemos reído un montón con la comparación de las últimas fotos después de haber leído lo que sufriste por llegar. Un besazo enorme horacio.
Pues si, al borde de la congelación estuve. Aunque el microbiólogo se vista de Instagramer, microbiólogo se queda. Gracias chicos por leerme. Un beso
Una entrada muy chula Horacio, casi sudo leyéndola y también me faltaba un poco el aire, aquí desde el confinamiento, ha sido divertido. Besos
Muchas gracias por leerme Cortijo. Supongo que subir las escaleras durante el confinamiento te habrás sentido identificada. Un beso y a resistir…
Subir a esas alturas es una trituradora. Menos mal que ya has subido por mi y me has enseñado las montañas de colores y aclarado dudas mentales.
Siempre que veo fotos sobre esas montañas hay mucha diferencia entre los colores que se muestran en unas y en otras. A veces las veo super apagadas y otras muy vivas.
Yo, observadora del retoque digital, pensé que quizá los colores vivos fuesen producto de retoques. Afortunadamente allí estabas tu para demostrarme que las montañas pueden tener colores vivor dependiendo de la luz que incida, ya que no siempre es así.
Es que en este mundo digital nada es lo que parece o mejor casi nada y me aburre la extrema saturación que el personal le pone a sus fotinguis.
Además de despejar mis dudas digitales, he sufrido contigo, pero no tanto como tú pero tampoco me he divertido tanto como tú, lo cual es una lástima. jaja.
Chungo el intagramero insolidario, pero a eso ya estamos acostumbrados ¿verdad? Siempre viene alguien que recoge el testigo indeseado para otros.
Me encantan las llamas, tienen mucha gracia. Debe ser porque por aquí no hay, por eso me parecen tan graciosas, jajaja.
Sigue subiendo y bajando montañas, aunque solo sea virtualmente, que aquí estamos el resto haciendo silloning. 🙂 mientras te leemos.
Muchas gracias Luisa por tus comentarios. Como dice el dicho nada es verdad, nada es mentira todo depende del color con el que se mira. Si es el cristal de un instagramero seguro que será un postureo precioso. Muchas gracias por leerme. Un beso y feliz fin de semana. El silloning también está bien
Me encanta leer tus historias contadas con salero, 🙂 Además tenía yo curiosidad con las montañitas esas y contadas por alguien de confianza tienen otro prisma. Mejor prisma que el de una peli de colorines, jaja.
Feliz Finde, pero sin pasarse de silloning que ya sabes que lo mucho cansa 🙂 🙂
Un viaje muy interesante y muy real como la vida misma, ayuda mucho a los futuros viajeros a ir algo más prevenidos con lo que se pueden encontrar. A ver si un año de estos me puedo escapar a vivir esta aventura
Hola Rober, seguro que un año os animáis. Perú es increíble..
Seguro que un día de estos podéis ir a Perú. Es un sitio increíble, ya verás. Feliz semana. Gracias por leerme.