Las cataratas Gocta, una caída de altura.

Chachapoyas. Perú. Octubre 2018.

Uno de mis sueños viajeros es poder visitar el Salto Ángel en Venezuela. Con sus 970 metros de caída libre la convierten en la catarata más alta del mundo. Desgraciadamente, dada la situación política de este país no creo que vaya a cumplir mi sueño en el futuro próximo, pero desde luego que no voy a perder la esperanza. Siempre me han atraído estos magníficos accidentes geográficos, posiblemente se deba a mi origen de chico de secano. De hecho, durante mis viajes he podido saciar mi curiosidad y he visitado algunas de las cataratas más famosas del mundo, como las de Niágara en EEUU, Iguazú en Argentina o Gullfoss en Islandia. Sin embargo, todavía tengo unas cuantas pendientes en la lista, entre ellas las cataratas Victoria en Zimbabue y por supuesto el Salto Ángel.

Siguiendo con mi entrada hídrica de esta semana, no puedo pasar por alto que uno de los atractivos turísticos de Chachapoyas son las cataratas Gocta. Estas cascadas poco conocidas tienen una altura de 771 metros y están formados por dos caídas con un flujo permanente de agua. Aunque están 200 metros por debajo de mi idílico Salto Ángel y ocupa un discreto puesto 17 en la lista de las cataratas más altas del mundo, no podía dejar escapar la ocasión de visitarlas. Además, hubiera sido un pecado mortal no ir encontrándome como estaba tan cerca de ellas.

Cataratas Gocta, que chulas.

Las cataratas se forman tras la caída del rio Cocahuayco por el precipicio, formando una cortina de agua de minúsculas gotas justo antes de tocar el suelo. Muchos consideraban esta caída como la tercera más alta del mundo, pero después de muchas discusiones y las últimas mediciones precisas, la relegaron a un puesto más modesto. En cualquier caso os puedo asegurar que su visita es impresionante y os insto a que no os la perdáis, porque fue una de las excursiones que más me gustó de mi viaje a Perú.

Parque de Cochachimba, todo un espectáculo.

Por la mañana salimos de Chachapoyas hacia la pequeña localidad de Cocachimba. De ahí nos esperaba una caminata de dos horas hasta la base de las cataratas. El camino para llegar no tiene pérdida y es muy fácil de seguir. Posiblemente no haga falta contratar un guía, pero lo cierto es que la excursión es barata y tener el transporte y la comida incluida en el precio es un buen trato.  De todas formas lo del guía era un poco fantasía, porque cada uno andábamos a diferente velocidad y nos fuimos separando, hasta llegar cada uno a la catarata a su propio ritmo.

Microbiólogo Zahorí en busca de agua.

El día estaba algo nublado y me daba miedo que en mi reencuentro con el senderismo me tocase mojarme de nuevo (ver entrada anterior). Mi imán para las borrascas y la gota fría parecía que estaba siendo mi sino en mi viaje por Perú. Afortunadamente este día no fue así y hasta agradecí lo de las nubes para no pasar tanto calor durante la caminata.

Paseo por la campiña de Cocachimba

Cuando nos bajamos del combi en Cocachimba nos quedamos con la boca abierta, en las montañas del fondo se veían las majestuosas cataratas Gocta. Nos atamos las mochilas y nos pusimos en marcha.  El camino inicial era una pequeña ascensión que cruzaba pequeños terrenos de labranza. A cada paso había algún árbol y nos encontramos con algunas orquídeas y plantas de café. En esta parte del trayecto andábamos juntos todo el grupo siguiendo a nuestro guía, pero pasada la cima empezamos a separarnos como el rosario de la aurora.  En este trozo, el camino descendía rápidamente serpenteando dentro del bosque.

Aproximándome a las cataratas.

El bosque acogía fauna muy interesante incluyendo gallos de roca y el esquivo colibrí de cola de espátula. Desgraciadamente, como el camino estaba transitado como misa de doce y la gente iba a grito pelado, no vimos ningún bicho.  Los guías turísticos siempre nos ponen los dientes largos con la fauna del lugar, pero luego no ves ni un triste gorrión, no porque no existan, sino porque para ver animales es necesario madrugar e ir en modo ornitólogo, no como elefantes en una cacharrería.

Senderista con el uniforme de instagramer en las cataratas Gocta.

Al final del descenso había un puente colgante sobre un río que era necesario cruzar para empezar una empinada ascensión. Esta parte el camino era más dura y subíamos con dificultad. Como siempre el truco está en subir despacio, esta lección la había aprendido con sudor y sangre en mi entrenamiento por la Cordillera Blanca (ver entrada anterior). No quiero asustaros, el camino en general es fácil y simplemente hay que tomárselo con tranquilidad. Todo el mundo puede hacerlo, incluso niños.

Perú no es un camino de rosas, pero entretenido mucho.

En Cocachima se puede contratar un caballo para hacer la excursión cómodamente, pero la mayoría de los turistas lo rechazan. Sin embargo los lugareños no tiran la toalla y esperan a los turistas para ofrecerles un caballo y sacarse unos soles. En realidad, son astutos estrategas que van midiendo las flaquezas de los turistas más débiles, para tentarles con la montura en el momento adecuado. Los turistas que no somos capaces de medir las consecuencias de los jardines en los que nos metemos, terminamos sucumbiendo a las comodidades que nos ofrecen. Bueno, mejor que se ganen así la vida que timando de malas formas al turista, siempre y cuando traten bien a los caballos, claro.

Turista que ha sucumbido a las comodidades del senderismo.

Tras esta ascensión el resto del camino discurre entre pequeñas subidas y bajadas. Desde ahí se ven vistas más cercanas de las cascadas que te van llenando de emoción y no puedes contener una exclamación de asombro a cada paso. En la última subida, se ve la caída de agua en todo su esplendor y a un grupo de turistas del tamaño de hormiguitas al lado de la pequeña laguna donde se precipitaba el agua desde las alturas. Los turistas son la referencia perfecta para poder apreciar la enormidad de las cataratas Gocta.

Hormigas turistas y una cascada espectacular.

En ese momento me vine a arriba y me entraron unas ganas enormes de meterme en esa laguna para ver que se siente cuando te echan un caldero de agua desde 771 metros de altura. El guía me dijo que el cambio de temperatura podría ser peligroso por el choque térmico. Mi espíritu de macho ibérico no pareció hacerle mucho caso y me dirigí hacía la laguna. Sin embargo, a medida que te acercabas se levantaba una  gran cantidad de aire y agua helada que te empapaba hasta el tuétano. Me puse el cortavientos y con mucha dificultad me acerqué para tocar le agua gélida de la laguna. En ese momento entendí porque no había ningún macho ibérico en el agua, así que siguiendo los sabios consejos del guía y posponiendo las demostraciones de testosterona para otras ocasiones más cálidas, me puse a resguardo de la cascada.   

Helado y remojado, pero sonriente.

Me busque una piedra panorámica y saqué unos frutos secos para disfrutar de las vistas mientras me secaba. Qué maravilla… Por muchos sitios que visito creo que la naturaleza siempre continua sorprendiéndome. Estuvimos un buen rato y cuando todo el grupo se cansó de sacar fotos emprendimos el mismo camino de vuelta. Como era de esperar, lo más duro fue después de pasar el puente colgante que era cuesta arriba. Unos cuantos del grupo terminaron por subirse al caballo. Yo, aunque tentado, mi orgullo ya estaba herido por el agua helada de la catarata, así que subí pasito a pasito. La verdad es que al final no fue para tanto.

Secándome tras el amago de baño cataratístico.

Una vez llegamos al pueblo, nos reagrupamos en el restaurante alrededor de un buenísimo lomo saltado, otro de las delicias culinarias de Perú. Conversamos animadamente sobre la maravillosa excursión que habíamos hecho. Al terminar, aún estuvimos sentados un rato en el césped del parque de Cocachimba viendo las cataratas en la distancia. Había salido el sol y casi que me entraron ganas de echarme una siesta. El guía-pastor terminó de reagrupar a todo el rebaño y nos metimos en el combi para regresar a Chachapoyas.

Caída de las cataratas Gocta

Cuando terminamos la excursión nos despedimos y cada uno se marchó para su hotel. Estaba cansadete de la caminata. Decidí que lo mejor que podía hacer era pegarme una ducha.  Quizá la alcachofa de mi ducha no estaba a 771 metros de altura, pero después de un día de senderismo, notar el agua caliente en mi piel me parecía una maravillosa experiencia cercana a un éxtasis místico.  Quien dijo que la aventura está reñida con los pequeños placeres de la vida.

Mi honor salvado. Técnicamente en esta foto me estoy duchando en la catarata.

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9 comentarios sobre “Las cataratas Gocta, una caída de altura.

  1. Menudas cataratas preciosas, no serán las más altas pero si impresionan al ver las fotos estábamos pecando tb de machitos pero el frío… tampoco es lo nuestro lo que si, después de tantos días de aventuras hubiésemos caído en el tema del caballo seguro ‍♂️ nos estamos volviendo muy finos ‍♂️ para flipar la foto en la que lo pasan por el puente ¡que peligro! Para que le dé por asustarse con cualquier cosa . Consejo: en la naturaleza, si quieres ver algo… sin grupo un besazo compañero te sales!!

    1. Es un sitio espectacular y son preciosas. Llegue a ellas de forma completamente accidental. No las conocia y por lo que me contaron otros viajeros, me hicieron finalmente animarme a visitarlas. Son increibles!!. Lo de los caballos es tentador pero por lo que he visto aquí y en otros sitios en Perú, no es muy recomendable. Puede ser más peligroso de los que parece. Chicos gracias por los animos y por seguirme después de migrar el blog. Ha sido un horror, pero afortunadamente los que sois fieles ahí seguís. Un beso.

        1. es que estoy todavía a prendiendo donde estan las cosas e intentando ponerme la día y el blog me hace cosas raras.. jejeje

  2. me ha encantado como siempre. Tienes toda la razón con esos guías que hablan de toda la fauna que hay y luego no ves ni un gorrión. Lo de ponerte debajo de la cascadadebiste dejarles acongojados vaya tela. Pasa muy buen puente

    1. Gracias por leerme y darme consejos en mi nueva andadura bloguera. Mira que lo de los animales es complicado, en muchos de los viajes me pasa lo mismo. En fin, pero seguimos intentándolo y no perdemos la esperanza de ver aunque sea de lejos algún bicho. Ahora desde la sequedad y el calorcito de mi apartamento, me da un poco de pena no haberme atrevido a meterme más en el agua. Para la próxima. Que pases un buen puente.
      Un beso

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