Chachapoyas: la civilización de las nubes

Chachapoyas. Perú. Octubre 2018.

ChachapoyasLa primera vez que oí hablar de esta ciudad esbocé una sonrisa al escuchar un nombre tan peculiar. Cuando supe que los habitantes de esta ciudad les llamaban “chachapoyanos” pensé que en España estos encantadores paisanos estarían martirizados por tener un “pene” y un “culo” en el mismo gentilicio.  Yo que soy de Logroño he tenido que aguantar siempre el chistecito de que ésta es la única capital de España que rima… que rima con qué.. joder!  Al final, cuando te olvidas de estas gilipolleces toponímicas, terminas acostumbrándote  al nombre e incluso llega a gustarte.

En realidad el nombre de Chachapoyas procede del quechua y podría traducirse como “bosque nuboso”. Un nombre que le viene perfecto, ya que esta ciudad se encuentra en el departamento del Amazonas en una zona de transición montañosa, que se denomina comúnmente “ceja de selva”.  Perú posee una enorme diversidad y riqueza ecológica. De hecho, de los 104 tipos de ecosistemas descritos en el mundo, 84 se encuentran en Perú. Una razón más para visitar este magnífico país.

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Paseo por las nubes

Mientras caminaba por las calles de Trujillo embriagado por la borrachera cromática de sus edificios (ver entrada anterior) necesitaba tomar una decisión sobre mi viaje. En una semana tenía que estar en Cuzco y necesitaba decidir si subía hacia las magníficas playas del Norte de Perú o me adentraba hacia las montañas y la selva.  No tenía tiempo para hacer las dos cosas. Al final, pensé que quizá me iba a impresionar más la selva y por eso saqué el billete del autobús nocturno para ir a Chachapoyas. Aunque el viaje desde Trujillo iba a durar 15 horas, no me lo pensé dos veces.

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Perfectamente adaptado al trasporte terrestre peruano. 

Con estos desplazamientos terrestres me estaba haciendo un experto en autobuses peruanos. Me senté en mi butaca, me coloqué la mantita y me tomé el viaje con filosofía.  Aunque eran muchas horas de viaje, la verdad es que fue un trayecto muy cómodo. Después de un rato me quedé dormido. Me desperté cuando llegamos a Chiclayo, donde hicimos una parada técnica y nos hicieron bajar a todos para esperar en la sala de viajeros de la estación. Como estaba medio dormido baje arrastrado por el resto de la gente y no reparé en coger nada conmigo, dejando la mochila, los dineros, el pasaporte y mi billete de viaje en el autobús.

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Villa de Chachapoyas. De las 10 personas de la foto, una no es chachapoyana. Pista: tiene vello facial y trabaja con microbios.

Mientras regresaba al mundo de los vivos en la sala de espera del terrapuerto, empecé a darme cuenta de lo insensato que había sido abandonando mis pertenecías a su suerte debajo del asiento del autobús. Miré a mí alrededor y no reconocía a ninguno de los pasajeros que viajaban conmigo para preguntarles cuando continuaríamos el viaje. Intenté salir al aparcamiento donde estaban los autobuses, pero el guarda de la puerta no dejaba que saliese nadie hasta el momento de continuar viaje. En cualquier caso había como 15 autobuses fuera y tampoco hubiera reconocido cuál era el mío.

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Campiña chachapoyana

Me entró una angustia tremenda pensando que iba a quedarme colgado en mitad de la nada sin documentos, sin dinero y sin móvil. Que pesadilla, trasnochado y abandonado!  Media hora después, un hombre a “grito pelao” llamó a los pasajeros para continuar viaje a Chachapoyas. Esa palabra, aunque contuviese referencias a genitales masculinos, me pareció música celestial. Subí al autobús como una exhalación y allí estaban todas mis cosas, no faltaba nada. Tras la descarga de adrenalina, me sentía agotado y durante las 9 horas restantes de viaje me quedé dormido abrazado a la mochila. Supongo que lo hice inconscientemente para no tener más sorpresas.

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Hora punta en al cosmopolitana aldea de Cruz Pata

A las 6  de la mañana llegamos  a destino.  Recogí mi equipaje y salí a la calle. No estaba muy lejos del hostal  Chachapoyas  Backpackers (ver sitio web) donde me iba a alojar, por eso decidí ir andando sin hacer mucho caso a los taxistas que estaban esperando en la puerta de la estación.  No tardé más de 15 minutos en llegar a este albergue de mochileros donde iba a dormir los siguientes tres días. Me dieron una habitación con dos camas amplias, así que una de ellas la utilicé para abrir la mochila y esparcir todos mis enseres como si hubiese explotado una bomba.  La habitación no tenía muchos lujos, pero tenía mi baño particular y estaba todo muy limpio.

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Bajada al barranco de Karajía.

Tras registrarme en el hostal, le pregunté al recepcionista que excursiones se podían hacer por la zona. Me dijo que si quería, estaba a tiempo de apuntarme para ir a visitar los Sarcófagos de Karajía. Pensé que para que iba a descansar, así que nuevamente di rienda suelta al “gusanillo de conocer”. La excursión comenzaba a las 8 de la mañana, así que me fui a tomarme un cafecito y un bollo rápido porque no había desayunado. Cuando regresé al hostal me estaban esperando para llevarme con otros 6 turistas peruanos a un combi paracomenzar la excursión.

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Paseo por el barranco de Karajía. Los sarcófagos están en la parte superior de la foto.

Desde Chachapoyas nos llevaron hasta el pueblecito de Cruz Pata. Partiendo de este punto, los sarcófagos se encuentran a media hora descendiendo por el camino que se adentra en el barranco de Karajía.  El camino era muy sencillo y la única dificultad es que a ratos estaba chispeando. Me pareció muy curioso poder ver el mundo rural peruano. El paisaje de “ceja de selva” era muy evocador. Las nubes se enganchaban en la vegetación de las paredes del valle, haciendo honor al origen quechua del nombre de Chachapoyas. Me parecía increíble que el día anterior estaba en un desierto costero y hoy andando entre las nubes.

 

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Vista de los sarcófagos

Los 6  Sarcófagos de Karajía, que poseen unas características caras alargadas, se encuentran en un risco inaccesible del valle mirando silenciosos al horizonte. Estos ataúdes datan del 1460 d.c.  y están fabricados en arcilla y madera.  Se cree que contienen las momias de dirigentes, chamanes y guerreros de la civilización Chachapoyas. Esta civilización floreció entre el siglo IX y el XV. Como ocurrió con otras civilizaciones precolombinas, terminaron por sucumbir a los incas. Llama la atención que algunos de los sarcófagos tienen una calavera. Se cree que son trofeos de los enemigos vencidos.

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Dirigentes, chamanes y guerreros chachapoyanos o lo que queda de ellos después de casi 600 años.

Inicialmente eran 8 sarcófagos, pero dos terminaron destruidos como consecuencia de seísmos. El grado de conservación de los que quedan no es bueno y desde ellos han terminado cayendo restos de huesos al camino. Tristemente, estos restos los van acumulando encima de una piedra. El gobierno no está invirtiendo suficiente dinero en mantener el patrimonio cultural, aunque sí que es cierto que existe tal número de yacimientos y ruinas en Perú que es difícil abarcarlo todo.

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Restaurante de Luya.

De aquí nos fuimos a comer al pueblo cercano de Luya. Entramos en una casa que tenía un patio tradicional precioso. Cuando llegamos ya nos estaban esperando con  la comida. Después de descansar un poco visitamos las Cavernas de Qiocta, la segunda parte de la excursión de ese día. Las cavernas poseen un gran tamaño y altura. A los turistas se les está permitido adentrarse unos cientos de metros en el interior, siempre acompañados de un guía. Para caminar en el interior de la caverna es necesario utilizar botas de agua porque hay zonas con gran cantidad de barro. En el sitio que comimos nos dejaron un par a cada uno.  Justo al lado de la entrada a las cavernas hay unas reproducciones de casas circulares típicas de la cultura Chachapoyas y un poco más adelante restos de pinturas rupestres.

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Casas chachapoyanas

Nuestro guía, que luego nos enteramos que fue el que las descubrió, realizó un ritual para que la Pachamama nos dejara entrar en las cavernas y no nos pasara nada malo en su interior. A medida que nos adentrábamos, la oscuridad se hizo completa y era necesario utilizar las linternas y los frontales para caminar. Cada vez había más cantidad de agua y en algunos sitios había que tener cuidado donde se pisaba para no quedarse atrapado con la bota dentro del barro. Llegamos a una zona donde había una piedra, en los que al parecer se realizaban sacrificios humanos o animales. La verdad es que estar ahí a oscuras con una linterna y ver que en las proximidades había algún hueso, de vete tú a saber qué, era de lo más macabro.

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A oscuras, dentro de una cueva con una linterna y un movil, no esperéis que os van a dar un premio los de National Geographic.

A medida que avanzábamos íbamos pasando por zonas más anchas con grandes techos que las denominaban salones. Se veían estalactitas y estalagmitas. Después de un buen rato, llegamos hasta al final del trayecto que se nos permitía recorrer.  Antes de regresar, nuestro guía nos pidió que apagásemos las luces y que estuviéramos en silencio unos minutos para apreciar la sensación de estar ahí dentro y oír a la caverna.  La sensación fue curiosa, pero la verdad es que me sentí mucho mejor cuando salimos de nuevo al exterior. Por ese día ya había tenido suficiente experiencias espeleológicas, si eso ya me releería otra vez el mito de la caverna de Platón para ilustrarme.

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Al salir de la cueva estaba buscando un baño y terminé detrás de un árbol amazónico. Después de un año revisando las fotos para el blog me he dado cuenta que lo tenía detrás… En fin…

Teníamos todos barro hasta en el entresijo y una de mis compañeras, que se había resbalado, salió fina. Devolvimos las botas al guía y nos limpiamos lo mejor que pudimos, montamos en el combi y regresamos a Chachapoyas.  Me duché para quitarme lo que me quedaba de barro y descansé un poco antes de salir a cenar. Miré en la guía “Holy Lonely Planet Bible” y me decidí por el restaurante El Batan de Tayta ( ver sitio web https://es-es.facebook.com/pg/ElBatanDelTayta/posts/).

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Momento Master Chef: Fritos amazónicos sobre un tambor. 

El restaurante tenía una decoración y comida de estilo amazónico. La presentación  de toda la comida era espectacular y la bebida me la trajeron en un cuenco de calabaza. Sin embargo, he de decir que lo que me pedí de comer no me convenció mucho, aunque la experiencia fue de lo más divertida. Tenían un cóctel que se llamaba “Caspioleta de hormigas”, que lo decoran con hormigas enormes de las que te puedes comer el abdomen, pero esta vez no tenía el cuerpo para más experimentos y preferí un bebedizo de zumo de frutas con pisco, que la verdad estaba muy bueno.

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Montaña de arroz y pata de carne amazónico, de sabor regulero. La bebida del cuenco está muy buena, eso sí.

Las últimas 24 horas habían sido muy moviditas y cogí la cama con ganas. La excursión que hice estuvo curiosa, pero comparado con lo que visité los siguientes dos días podía haber prescindido perfectamente de ella. Sin embargo me sentía de lo más realizado, orgulloso de mi versatilidad viajera para meterme donde hiciese falta, ya fuese playa, montaña o una caverna que haga las delicias de cualquier amante de las películas “gore”.   Aquella noche dormí agarrado a la almohada como siempre, en vez de a la mochila.

5 comentarios sobre “Chachapoyas: la civilización de las nubes

  1. Guuaauuu, está muy bien eso de ir por sitios que gustan menos para coger con muchas ganas lo sitios más guay. De todos modos, creo que la experiencia estuvo muy bien.
    ¡Adoro! que la gente (en este caso tú), haga las mismas cosas que yo hago a diario. En tu caso dejar todo en el bus (estaría yo atacada de los nervios hasta volver, igual que tú). Piensas en otras cosas o estás dormido. Natural ! Todo terminó bien. Estupendo!
    Veo que hasta en los remotos sitios donde te lleva llegar horas de bus hay «diseño en la cocina», al menos en las presentaciones. Creo que comiste más de lo que yo hubiese probado, ¡genial por ti!, jaja.
    Para Bea, si es que lo lee, ¿ves como al final y con distancias impresionantes la gente piensa de modo coincidente? Lo hemos comentado más veces, éste es un ejemplo más.
    Los sarcófagos allá arriba, interesante.
    El rito del guía, muy curioso-turístico. Jaja.
    Buen finde.

    1. Con el tiempo me he vuelto más despistado y me dá mucha rabia, pero es lo que hay. Gallega, tienes algun receta para el Alzheimer juvenil?
      Esa media hora que estuve esperando en la estación estaba atacado y pensando que iba a hacer tirado en ese sitio de noche, En fin, todo se quedó en un susto. Me gusta contar todas estas cosas porque al final, también son parte del viaje y ahora desde la distancia me parece gracioso, cosa que cuando estaba allí no me hacía ni pizca de gracia.
      Pues estoy de acurdo contingo, las personas a veces llegamos a soluciones similares aunque nos separen miles de kilómetros. Las excursión que hice ese día estuvo curiosa, pero dependiendo del tiempo que dispongas me centraría más en las dos atraciones principales de Chachapoyas, las cataratas Gocta y las ruinas de Kuelap. Gracias por leerme y yo también te deseo un buen finde,.

  2. Si que es curioso que en diferentes partes del mundo terminen resolviendo problemas con la misma solución. Yo personalmente una casa circular para amueblarla me parece un poco complicado. De todas formas me da a mi, que los chacapoyanos tenían unas prioridades diferentes a las mías para decorar sus casas. Pues, pasé un rato malo, malo, en el terrapuerto por no haber tenido más cuidado, pero al final no llegó la sangre al río. He de decir que en contra de lo que dice la gente, no tuve ningún problema de seguridad en Perú, pero claro, si les dejas las cosas en bandeja luego no te quejes. Esta semana viajaré a las cataratas Gocta y son increíbles, ya verás. Gracias por seguir is pasos viajeros, un beso y pasa un buen domingo.

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