
Iquitos es la capital de la Amazonía peruana. Esta ciudad situada en mitad de la selva pertenece al departamento de Loreto y sólo se puede llegar a ella por avión o por barco. No hay carreteras que lleguen a este sitio tan recóndito. Aunque esta ciudad puede parecer que esté aislada del mundanal ruido, esto no fue siempre así. A finales del siglo XIX, la fiebre del caucho hizo florecer esta ciudad en mitad de la selva. La savia de ciertos árboles, desperdigados por toda la selva amazónica, contenía el tan valioso y demandado caucho. A costa de esta materia prima, los hacendados se construyeron mansiones con magníficos azulejos en sus fachadas y se rodearon de todo el boato europeo de la época.

Sin embargo, esto no duró eternamente. La aparición de las plantaciones de caucho en Asia, que producían esta materia prima a un menor coste, acabó con el imperio del caucho del Amazonas. Iquitos, capital de la Amazonía, pasó del lujo y la extravagancia, al más completo abandono en pocos años. Después llegarían las empresas explotadoras del petróleo, de la madera y el comercio de animales exóticos, pero la ciudad nunca sería la de antes. En los últimos años, el turismo se ha convertido en un importante aliciente económico. Los turistas se acercan hasta Iquitos, capital de la Amazonía, para conocer la belleza de su selva y visitar la Reserva Natural de Pacaya-Samiria.

Viaje de Cusco a Iquitos
Tras mis aventuras en el imperio inca (ver entrada anterior) era hora de cambiar de escenario, aunque no de país. Para adentrase en la Amazonía existen varias zonas en Perú que pueden visitarse: Puerto Maldonado, Pucallpa o Iquitos. Puerto Maldonado y su famosa Reserva Natural Manu Manu se encuentran cerca de Cusco. Sin embargo, desde que era un niño quise ver el río Amazonas, así que al final elegí Iquitos, la capital de la Amazonía. Los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente tienen mucha culpa de esto y también de que estudiara veterinaria.

Por la mañana cogí el vuelo en el aeropuerto de Cusco e hice escala en Lima. Este aeropuerto ya me lo conocía de pe a pá, ésta era la tercera vez que pasaba por aquí en menos de un mes. Esperé una hora en la puerta de embarque y tomé el siguiente vuelo para Iquitos. Antes de llegar, desde la ventanilla del avión y hasta donde alcanzaba la vista podía verse el manto verde de la selva.

Nada más llegar sentí con fuerza el cambio de temperatura y la humedad, más viniendo de Cusco. Así que justo después de recoger la mochila, saqué las chanclas y aproveché para guardar la chaqueta y el jersey. Tener mis dedos de los pies a la merced del clima amazónico fue toda una liberación. A la salida del aeropuerto subí en un mototaxi y me fuí para la ciudad. Este es el medio de transporte más popular en Iquitos, la capital de la Amazonía. Estaba encantado de notar la brisa de la selva y disfrutar de lo pintoresco de la gente que nos cruzábamos en la carretera. Tras preguntar un par de veces, el conductor encontró mi hostal.

Alojamiento en Iquitos
Me alojé una noche en el Hostal Colibrí (ver sitio web). El sitio era modesto, pero bastante céntrico. La recepcionista en el hostal era muy amable. No era el Ritz, pero estaba todo bastante limpio. La única pega fue que me dieron una habitación en el tercer piso y no tenían ascensor. Mientras comencé la dolorosa ascensión por las escaleras con la mochila a la espalda, a mi memoria afloraban los recuerdos de una vendedora de puzles de piedras de Pisac corriendo detrás de mí (ver entrada anterior). En qué hora caí en la trampa, en fin no hay dolor, no hay dolor..

Al llegar a la habitación dejé la mochila y bajé a preguntar si tenían agua caliente. Aunque hacía mucho calor, lo del agua fría lo llevo muy mal. Esté en el ártico o por debajo del trópico de capricornio necesito ducharme con agua muy caliente. La recepcionista me dijo que a qué hora me quería duchar. Me quedé un poco bloqueado porque ya me imaginaba que me iban a subir una jofaina con agua caliente para mis abluciones. Al final, resulta que es que normalmente nadie necesita agua caliente en la calurosa Iquitos y enciende el calentador sólo de forma puntual, al menos en los hostales de media alcurnia como el mío. Lo tienen que encender con un poco de tiempo de antelación para que el agua llegue al sitio indicado, así que le dije que a las 17:00 estaría bien.

Excursión para visitar la Reserva Natural de Pacaya Samiria
Iquitos, la capital de la Amazonía, puede utilizarse como base de operaciones para visitar la Reserva Natural de Pacaya-Samiria. Así que salí a la calle para contratar alguna excursión de varios días por la reserva. No fue necesario andar mucho para encontrar una agencia. Pregunté precios y opciones, pero quería consultar varios sitios antes de decidir. Fue salir a la calle y como si de una banda de vampiros en un banco de sangre se tratase, me estuvieron acosando durante toda la tarde. Conseguí entrar en varios sitios, pero era más o menos parecido.

En uno de los sitios querían meterte el miedo en el cuerpo con que tuviese cuidado con la compañía que contrataba. Según ellos algunas agencias alojaban a los turistas en tiendas en la selva y por la noche se te metía todo tipo de bicho ponzoñoso en la tienda. Claro, esta compañía te ofrecía un alojamiento “bicho ponzoñoso free”. En fin, ya cansado de dar vueltas y del acoso, reservé en el primer sitio que había entrado. Luego me enteré que la mayoría de los sitios actúan de intermediarios y terminas yendo con el mismo guía y pagando más.

Visita turística de Iquitos
Una vez cerrada la excursión para el día siguiente y haber tomado mi ducha caliente de las 5 pm, me lancé a la calle para visitar la ciudad. Mi primera parada fue la bonita Plaza de Armas, que no tiene nada especial, pero era un sitio muy tranquilo y acogedor. En esta zona ajardinada destaca la coqueta catedral colonial de Iquitos de colores pastel con su campanario estilizado. En una de las esquinas de esta plaza se sitúa la casa de ferro que se construyó durante el periodo de esplendor de la fiebre del caucho. El edificio está hecho de vigas de metal y remaches metálicos, traídos desde Europa al puro estilo de la Torre Eiffel. No es de extrañar, ya que fue el propio ingeniero Gustave Eiffel quién diseñó este edifico.

Desde la plaza me dirigí hacia el río y paseé por el malecón de Tarapaca. Desde aquí se puede ver el río Itaya, afluente del Amazonas, que forma una laguna delante de la ciudad. Todo Iquitos, la capital de la Amazonía, tiene un aspecto desvencijado con un aire de nostalgia de los viejos tiempos del caucho. Al pasear encuentras multitud de mansiones abandonadas de las que sólo quedan las magníficas fachadas de azulejos.

En el paseo pueden verse casas flotantes en el río y un enorme barco abandonado de cuando Iquitos era el ombligo del mundo. En el camino visité el Museo Barco Histórico Ayapua. Este barco transportaba las balas de caucho desde los diferentes puertos fluviales. La visita de sus camarotes de estilo vitoriano con antigüedades nos traslada a aquella frenética época. Al finalizar, me pude quedar en la cubierta del barco al atardecer cerveza en mano y nos dejaron tocar la sirena del barco. Tras la visita, con la misma entrada pude visitar la cercana Casa Morey, una de las lujosas mansiones de uno de los barones del caucho.

La fiebre del caucho
El caucho trajo prosperidad y riqueza a los barones que explotaban esta materia prima. La demanda mundial de caucho y la producción en exclusividad en los bosques del Amazonas hizo emerger en el mapa a las ciudades de Belem y Manaos en Brasil e Iquitos en Perú. Sin embargo, los barones del caucho explotaron a los nativos y los esclavizaron sin piedad, para conseguir este oro blanco. Mientras en las ciudades se construían mansiones y se traía todo clase de objetos de lujo desde Europa, los nativos eran torturados porque no eran capaces de recolectar el número de balas de caucho mensuales que les exigían los barones.

Pero todo este universo se tambaleó. El británico Henry Wickham, trajo ilegalmente 70.000 semillas del árbol del caucho a Gran Bretaña desde el Amazonas y las aclimató en invernaderos. Posteriormente se sembraron en plantaciones en el Sudeste asiático. Cuando comenzaron a producir el preciado oro blanco, hundieron el mercado del caucho amazónico poniendo fin a este imperio y a las atrocidades de los barones.

Seguridad en Iquitos
Tras acabar la visita el museo, paseé al atardecer por el malecón y me dí una vuelta por los puestos de recuerdos y el mercado que estaba al lado del río. Para cenar, aquella noche me fui al restaurante Kikiriki (ver sitio web). Con ese nombre no hay que ser un lince para saber que el sushi no era su especialidad. Por cuatro perras me di un atracón de pollo asado y arroz chifa. La digestión la hice en la cama de mi hostal, en la que hacía bastante calor por cierto. La noche anterior en Cusco había dormido con manta. Entre el calor y la emoción me costó conciliar el sueño. Al día siguiente me esperaban 4 días de aventuras por la selva.

Durante todo el tiempo que estuve en Iquitos no tuve problemas de seguridad, pero sí que es cierto que no esperé a que se hiciese muy tarde antes de regresar al hostal y evité calles desiertas o con poca gente. La entrada del hostal por la noche siempre estaba cerrada con llave. La ciudad de noche no es especialmente acogedora y a diferencia de otros lugares, sí que tenía una sensación de inseguridad. El barrio de Belén se recomienda que no se visite solo y algunas partes de éste, ni siquiera que se ponga un pie en ellas.
Iquitos. Perú. Noviembre 2018.
Si os ha gustado esta historia y queréis seguir leyendo más aventuras de mis viajes por esos mundos de dios, suscribiros al blog del Microbiólogo Viajero. Podéis hacerlo al final o en el lateral de esta página. Gracias por leerme
Me pregunto yo, como se puede ofrecer en una selva un alojamiento ponzoñoso, bugs free jajaja, ponerles puertas a los bichos en una selva debe ser como terminar con el covid de un día para otro, misión imposible.
Me quedé con las ganas de conocer Iquitos y por tus fotos, veo que tiene buena pinta. ¿Qué curiosa la historia del caucho, será por eso, por lo que se prohíben ahora sacar semillas de la mayoría de los países? Los ingleses siempre tan listos…
He entrado en la página del Kikiriki desde luego si te zampaste un pollo con papas como los que se pide la gente debiste salir rodando jajaja pero que homenajes culinarios que te pegas, en estos momentos de confinamiento es mejor no mirar fotos con comida☹
Pasa muy buena semana, con covid free. Muchos besos
La verdad es que por quedarse con el turista no saben qué hacer. Iquitos tiene su encanto y ese deje abandonado le da mucho encanto. También he de decirte que me sentí algo inseguro,la gente la notaba extraña y muy «pendiente»de los extranjeros. Aquella noche entre el calor y la digestión, pensé morir por pollo. Pasa buena semana y ánimo ya queda menos y podremos salir por el mundo para disfrutar de sus maravillas. Un beso.
El amazonas…. que ganas oye, que ni tan mal el alojamiento e?? Si ves donde dormimos nosotros la noche antes de adentrarnos en ketambe… ejeeeem… 6 eurillos jajaja eso si, sin agua caliente y la ducha era una manguera ya te contaremos ya. Deseando ver la aventura en el Amazonas ni te imaginas cuánto! Esto si nos da envidia le tenemos tantas ganas… aunque suponemos que ahí esta todo medio preparado ya para los turistas. Bueno, tu siempre la armas deseando ver el siguiente episodio
Bueno si solo nos alojasrmks en sitios de 5 estrellas sería demasiado aburrido. El Amazonas me gustó mucho pero ya os adelanto que bichos vi pocos. Es necesario estar muchos días para adentrarse fuera de la civilización y quizá para este reserva sería mejor entrar por otro sitio. De cualquier forma fue divertido y fue todo un poco ruristada. La próxima lo organizaré de otra forma. Ya os lo contaré, ya.. un beso y feliz semana.
Le voy a sugerir a Booking que añada el filtro de » Bicho ponzoñoso free » a la hora de buscar alojamiento.
Como siempre, un gusto leerte, esperando la próxima me quedo.
que vaya bien!!!
Muchas gracias por leerme…y si estoy con tu comentario para Booking. Especialmente para las visitas a la selva.
Siempre me han llamado mucho la atención todos esos asentamientos y ciudades que están en latitudes o rincones inverosímiles. Tienen esa cosa de desafío a la naturaleza y al medio que me intriga y admira a partes iguales. ¡Ojalá poder perderme por allí pronto! Un abrazo ☺️
Es un sitio desde luego de lo más peculiar y por eso merece ser visitado. Además, es importante no olvidar su historia y en especial todos los abusos que se hicieron en pos del mercado de caucho. En general, Perú es fascinante y es el lugar perfecto para perderse unos meses. Un abrazo y gracias por leerme.