Que hacer en la Reserva Natural de Pacaya Samiria

La Reserva Natural de Pacaya Samiria es la mayor reserva natural de Perú y un santuario ecológico de la selva amazónica.  Perú puede presumir de ser uno de los 17 países con mayor biodiversidad del mundo (ver sitio web), cuya riqueza se encuentra repartida en 11 ecorregiones. En su territorio se encuentran desde los desiertos más áridos del planeta, hasta las selvas más frondosas.

En mi viaje por el maravilloso Perú no podía pasar sin conocer la Amazonía. Después de un largo día en barca dejando la civilización atrás y haber llevado mi trasero al límite de su resistencia tras 8 horas sentado en una tabla, habíamos llegado al interior de la Reserva Nacional de Pacaya Samiria (ver entrada anterior).  Nuestro alojamiento estaba situado en una de las comunidades que se encuentran dentro de la reserva. A diferencia de otros resorts hoteleros con encanto construidos en la selva, nuestro alojamiento era muy básico y desde luego bastante más auténtico.

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Casas de la comunidad en la Reserva Natural de Pacaya Samiria

Por la mañana nos pusieron un desayuno a base de huevos. Mientras me tomaba mi dosis de cafeína matinal fuimos esperando a que aparecieran todos los integrantes del grupo. La comunidad estaba formada por unas pocas casas alrededor de una gran zona abierta donde había un campo de futbol. Una de las casas hacía las veces de escuela y en la entrada estaban lo niños jugando al balón.

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No importa en que sitio del mundo te encuentres para que un niño disfrute de un balón.

Un jefe de la comunidad muy ecológico

A esta comunidad de la Reserva Natural de Pacaya Samiria no llegaban muchos turistas. Me llamó mucho la atención que el jefe-alcalde del poblado estaba muy concienciado con el mantenimiento de la naturaleza y proteger los espacios naturales. Atrás quedaron los tiempos de la explotación del caucho y de las empresas madereras que llenaban los ríos de troncos enormes para sacarlos de la selva. Así es por lo menos en la Reserva Natural de Pacaya Samiria.

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Lorito amazónico «superfriendly» que se nos subía al hombro.

El jefe de la comunidad se ofreció a llevarnos a visitar su invernadero de orquídeas. Durante el último año, se había estado dedicando a recopilar diferentes especies de orquídeas de la selva y a adaptarlas al cultivo. Algunas de ellas las había recogido de lugares muy inaccesibles de la selva. Eran una preciosidad. Una curiosidad, una de las orquídeas de su colección se abría únicamente por la noche y por eso la llamaban “galán de noche”, todo romanticismo.

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Orquídeas amazónicas

Los habitantes de las comunidades de la Reserva Natural de Pacaya Samiria son muy conscientes de la importancia de la sostenibilidad y la protección del medio donde viven. Por esta razón,  el jefe de nuestra comunidad estaba participando en la repoblación de la fauna autóctona amenazada. En su casa tenía varios contenedores con crías de tortuga y caimanes. A parte del tema ecológico, esto también lo utilizaban como un reclamo turístico para intentar sacar algo de dinero para la comunidad. Siguiendo el consejo de nuestro guía Toni, le dimos algo de dinero para mantener su pequeña granja silvestre.

La liberación de los caimanes

En el parque existen dos especies de caimanes, el blanco y el negro. Esta última especie es la más amenazada de las dos. El jefe la comunidad nos preguntó si estábamos interesados en liberar algunos caimanes en la Reserva Natural de Pacaya Samiria y por supuesto le dijimos que sí. Nos pusimos las botas de gomas y nos dirigimos hacia la barca con un barreño que tenía unas 20 crías de caimanes negros.

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Crias de caimán que a poco terminamos con ellas puestas por todo el cuerpo.

La noche anterior había llovido y estaba todo embarrado, así que al bajar hacia la barca resbalamos. Menos mal que gracias a mis horas de patinador en línea mantuve el equilibrio, evitando que terminásemos empapados y cubiertos de caimanes. Después de este pequeño percance navegamos río arriba hasta la zona seleccionada y liberamos a las crías de caimanes.

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Caimanes libres como el viento.

No sé si alguno habrá sobrevivido. Lo cierto es que me sentí muy realizado, aunque este hecho pueda suponer un incremento en la incidencia de turistas mancos por mordedura de caimán en los próximos años.

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Equipo «caimanero»

La vegetación de la Amazonía

Tras la buena acción ecológica del día, nuestro guía Toni nos llevó a otra parte de la Reserva Natural de Pacaya Samiria. Desde aquí hicimos una caminata machete en mano para conocer más sobre la selva amazónica. Durante el trayecto Toni nos fue contando datos interesantes sobre los árboles y las plantas que nos íbamos encontra. Después de oír tantas historias sobre le caucho, por fin encontramos el árbol que lo produce. Es fácilmente reconocible porque el tronco estaba lleno de las hendiduras que le habían tallado para extraer la savia que contiene el preciado oro blanco.

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Árbol del caucho con sus surcos tallados

En seguida nos encontramos con los gigantes de la selva, las ceibas o lupunas. Estos árboles pueden llegar a alcanzar más de 50 metros de altura. Poseen unos troncos enormes y  unas raíces superficiales que actúan como contrafuertes para sujetar a estos rascacielos de la Reserva Natural de Pacaya Samiria. Toni nos retó a que intentásemos subir a una de ellas. Yo ni lo intenté, pero mi compañero de excursión navarro subió liana arriba como un mono.

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Turístas amazónicos

Toni nos enseñó la famosa ayahuasca. De esta liana se extrae una potente sustancia psicotrópica tras su maceración.  Los chamanes emplean esta planta en rituales para tener experiencias extrasensoriales que pueden durar incluso varios días. Toni nos contó diferentes historias con la ayahuasca y su uso para ver el futuro, el pasado y mandarte al otro barrio si no se utiliza adecuadamente. Nuestra cocinera también nos contó su experiencia con estos rituales y francamente, a mí se me quitaron todas las ganas de hacer estos viajes astrales psicotrópicos.

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Raices superficiales de la ceiba.

Boy-scouts de la Amazonía

Como si de una clase de “Boy Scouts” se tratase, Toni nos dio varios consejos para sobrevivir en la selva. Por ejemplo, para poder beber agua fresca se puede cortar una liana y beber directamente de ella. Eso sí, hay que elegir la liana adecuada porque hay algunas que son tóxicas. Vamos, si me quedo solo en el Amazonas iba a durar menos que un caramelo en la puerta de un colegio.

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Las lianas son los botijos amazónicos

En algunos árboles había unas bolas de barro adheridas que eran termiteros. Toni nos invitó a que metiésemos la lengua en uno de ellos, porque por lo visto las termitas tiene cierto poder medicinal. Lo cierto es que sí que tenían cierto sabor a mentol.  Efectivamente, yo también metí la lengua. Es lo que tiene padecer el síndrome del turista, que te embobas para hacer cosas que jamás pensarías que las llegarías a hacer.

Finalmente llegamos a un punto donde habían montado un columpio con lianas y ahí que nos lanzamos todos a practicar este deporte de aventura. Toda la vida queriendo sentirme como Tarzán y al final había conseguido cumplir mi sueño.

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Tarzán microbiológico.

Un picnic amazónico

Tras acabar la ruta didáctica por la selva nos montaos de nuevo en la barca para dirigirnos a comer a otra zona de la Reserva Nacional de Pacaya Samiria. Sin embargo, en mitad del trayecto se abrieron los cielos y cayó el diluvio universal.  Estábamos en mitad del río y nuestra barca no tenía tejavana. Así que sin posibilidad de escape nos pusimos el chubasqueo y disfrutamos de la lluvia. En el trayecto fuimos achicando el agua que se acumulaba en la barca.

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Despuñes de la tormenta siempre sale el sol.

Igual de repentino que había llegado la lluvia, el sol salió entre las nubes y nos dio una tregua. Aparcamos la barca y nos acercamos a uno de los claros de la selva. Nuestro guía entrelazó unas hojas de palma e improvisó una mesa para disfrutar del picnic. Aunque estábamos todos mojados, sacamos nuestros víveres y ahí nos dimos un homenaje. Nuestra cocinera nos había preparado unos “Juane”, arroz con un trozo de pollo envuelto en unas hojas de una planta local, uno de los platos típicos de la Amazonía

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Mesa de picnic biodegradable 100%.

Pescando pirañas

Todavía teníamos la tarde por delante y Toni nos llevó hasta un recodo del río para que aprendiésemos a pescar pirañas. La verdad es que no tiene ningún misterio, aunque si algo de maña. No hace falta más que un palo, un cordel con un pequeño anzuelo y el cebo. Ese día usamos piel de pollo cocida.

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MIcrobiólogo pescador

Era alucinante, dos microsegundos después de meter el anzuelo en el agua notabas como las pirañas estaban comiéndose el cebo. La mayoría de las veces tirabas del cordel  y el anzuelo salía limpio. Las pirañas son supervoraces y especialmente hábiles para mordisquear sólo el cebo sin ni siquiera tocar el anzuelo. Sólo pensar en caerme al agua, se me ponía los pelos de punta.  Después de casi una hora intentándolo conseguí pescar una, estaba que no cabía en mí de felicidad. En realidad son bastante pequeñas, por lo menos la especie que pescábamos, pero tienen unos dientes extremadamente afilados.

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Pirañas al sol. Atentos a esas boquitas de piñón.

En busca del caimán

Nos habíamos alejado bastante de la comunidad y teníamos que recorrer un gran trayecto para volver, así que emprendimos el lento regreso en nuestra barca. Después de la tormenta se había quedado un tarde muy agradable. El agua discurría tan tranquila que íbamos ensimismados viendo el reflejo de los árboles en el río. Poco a poco se fue oscureciendo y entonces tuvimos que encender las linternas para poder seguir navegando por el río. Toni nos dijo que estaban muy acostumbrados a recorrer el río de noche.

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«Lobo» y el río espejo.

Al iluminar las orillas del río se veían algunos ojitos brillantes en la lejanía que resultaron ser caimanes blancos. El ayudante de nuestro guía, que le apodaban “lobo” se lanzó a por uno y lo capturó para que lo viésemos de cerca.  Tenía como un metro de tamaño. Cuando finalmente llegamos a la comunidad desembarcamos y respiré tranquilo por haber terminado la excursión sano y salvo. Durante la última ahora estaba temiendo que terminásemos estampados en una roca y cayésemos en esas aguas infectadas de pirañas y caimanes. Sin embargo y pesándolo bien, este día lo había disfrutado como un enano.

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Toni y el caimán capturado por «lobo».

Bien está, lo que bien acaba…

Pacaya Samiria. Perú. Noviembre 2018.

Si os ha gustado esta historia y queréis seguir leyendo más aventuras de mis viajes por esos mundos de dios, suscribiros al blog del Microbiólogo Viajero.  Podéis hacerlo al final o en el lateral de esta página.  Gracias por leerme

14 comentarios sobre “Que hacer en la Reserva Natural de Pacaya Samiria

  1. Vaya experiencia chula, variada y didáctica, desde luego allí no hay tiempo para aburrirse, eso sí lo de meter la lengua en el termitero no se yo. No sabía que la Ayahuasca salía de las lianas!! Y que hubieras pescado pirañas la comiste? estaba buena? Me he quedado con la intriga.Me ha encantado, una experiencia muy chula. Espero que ya te estés pegando paseos por el monte, yo me voy ya mismo disfruta de la tarde

    1. No, al final no probé las pirañas. Las vi en la comunidad secandolas al Sol pero no sé si estaban buenas o no. Lo dejaré para la próxima incursión en la selva. No estoy todavía muy deportivo, pero a ver si me animo porque está inactividad me está matando. Disfruta dela tarde. Un beso y feliz semana

  2. Bueno, bueno, bueno, esto si que a estado espectacular esto es lo que nos gusta totalmente a lo dosviajando no nos digas que esta experiencia no fue súper chula … liberación de caimanes… paseo en barca por un río en la selva, paseo entre la maleza descubriendo y aprendiendo sobre plantas… ains… que envidia nos ha dado horacio ‍♂️. Cuando nos llevas contigo a la selva?

    1. Los que me dais envidia sois vosotros de safari por África. Que la experiencia del Amazonas estuvo guay, pero vi pocos bichos. Yo deseando ver guacamayos, jaguares, anacondas, perezosos y me tuve que conformar con un par de ranas, un caimán y unas cuantas pirañas. De todas formas de verdad que no me arrepiento pero quería haber visto más bicho. En fin, yo os llevo cuando queráis pero a mí también me tenéis que llevar a vuestros viajes aventura.

      1. Safari fue la primera, esperemos que no la última ‍♂️ que nos encantó. Selvas visitamos unas cuantas, al amazonas le tenemos muchas ganas pero dormimos en ellas para poder ver bicherio ‍♂️. A la siguiente, vamos los 3?

  3. ¡Wow! Creo que esta es la única palabra que puedo escribir ahora con estos deditos, jajajaj! Me encanta que hayas escrito sobre esto (y que lo hayas disfrutado, jajaja). El Amazonas peruano no suele ser muy conocido a nivel internacional, y con estas fotos, el relato y tu experiencia, ¡Hay que darle voz! 🙂 Abrazos!!!

    1. Pues la amazonía peruana es increíble y bueno era mi primera experiencia en la selva. Me hubiese gustado ver muchos animales, pero lo cierto es que aún así lo disfrute muchísimo. Muchas gracias por leerme y por comentar. Un beso.

    1. No sé yo si más riesgo que cuando hiciste deporte de aventura por las tirolinas del Yucatán, jejeje.
      Enamorado estoy de Perú..
      Buen finde..

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