
La playa de Máncora y las playas del norte de Perú son quizá uno de los destinos más desconocidos de este país y a los que pocos turistas extranjeros se acercan. Estas playas pueden presumir de tener las mejores olas del país y por eso son un imán para los amantes del surf. De cualquier forma, el ambiente bohemio-hippy de Máncora y la falta de masificación turística de resort, hace de este pueblecito de la costa norte de Perú un sitio estupendo para pasar unos días y disfrutar del ambiente playero.
Cuando hablas con viajeros que están durante meses viajando de forma continua te cuentan que a veces hace falta tener vacaciones, dentro de las vacaciones, una paradoja que creo que es completamente cierta. Tras casi dos meses viajando sin descanso, había naufragado en islas paradisiacas, subido montañas, recorrido senderos en busca de ruinas ancestrales y me había adentrado en selvas impenetrables. Así que consideré que era hora de tocarme la barriga, por lo menos un par de días en la Playa de Máncora.

Por esa razón, tras mis aventuras por la Amazonía peruana abandoné Iquitos en avión (ver entrada anterior) y volé hasta Piura. No era un vuelo directo y de nuevo hice escala en Lima. Éste fue mi cuarto paso en un mes por el aeropuerto de la capital de Perú. Los asistentes del aeropuerto casi me hacían la ola cuando pasaba por los controles de seguridad. De todas formas este vicio de coger tanto avión doméstico tenía las horas contadas. El resto de mi viaje por Perú utilicé el plebeyo y popular transporte en autobús, recorriendo todo el país desde el norte hasta cruzar la frontera con Chile en el sur.

Noche en Piura
Al tener que hacer escala llegué tarde a Piura y no tenía sentido que continuase el viaje hasta Máncora, así que me quedé a hacer noche en esta ciudad. Me alojé en el Hostal Estancia Real Piura (ver sito web). Aunque el hotel tenía un nombre muy señorial, la habitación en la que me alojé era muy sencilla pero todo estaba muy limpio. Para una noche no buscaba nada espectacular, así que la relación calidad-precio fue correcta.

No tenía mucho tiempo para hacer turismo, así que me di un paseo por la plaza de armas de Piura, donde se encontraba la caterdral que tiene una bonita fachada. De ahí me fui a cenar a uno de los locales populares de la ciudad, el restaurante La cabaña de Don Parce (ver sitio web). Tenían todos los platos tradicionales peruanos. Finalmente me decidí por un lomo saltado, muy bueno por cierto, que acompañé de un pisco sour. A la mañana siguiente tomé el autobús para la playa de Máncora.

Llegada a Máncora
Desde Piura existe buena conexión con Máncora y hay muchos autobuses que conectan las dos ciudades. El viaje dura aproximadamente tres horas y recorrer parte de la autopista Panamericana (ver sitio web). Esta famosa vía de más de 48000 km conecta Alaska con Buenos Aires sin interrupciones, excepto por 130 km en la región de Darién debido a una infranqueable selva montañosa entre Pánama y Colombia.

Al llegar a Máncora, estuve regateando con el conductor de un mototaxi para que me llevase a mi hotel donde me alojaba. Tras un cuarto de hora de arduas negociaciones, me sentí realizado después de regatear el precio. Sin embargo, tras sólo 200 metros de trayecto hasta mi hotel que no justificaba el precio que pagué, mi orgullo de negociador quedó nuevamente malherido.

Me aloje en el Laguna Sur Camp (ver sitio web), un sitio playero encantador. Me dieron una cabañita para mí sólo con una decoración “indi” muy chula. Tenía mi tumbona a la entrada de la cabaña y había una pequeña piscina. La cama tenía una mosquitera que tal como sospechaba tuve que utilizar para protegerme de los mosquitos por la noche.

Con todo, éste fue el sitio ideal para mi propósito de descansar unos días. Los dueños eran encantadores y me dieron muchos consejos para mi estancia. Pilar, la dueña, organizaba clases de yoga y surf. Sin embargo, no me encontraba tan místico. Así que me incliné por algo más mundano y me fui a tirarme a la playa de Máncora.

La playa de Máncora
Cerca del hotel se encontraba la pequeña playa de las pocitas, que no era muy grande pero tenía muy poca gente. Me llamó muchísimo la atención en el cielo unos pájaros enormes con unas formas muy angulosas que sobrevolaban toda la costa de Máncora, me dijeron que eran avefragatas o tijeretas como las llamaban allí.

Después de inspeccionar la zona me moví hacia la playa de Máncora que era bastante más grande. Había muchos chiringuitos que alquilaban hamacas y sombrillas. Así que allí que me planté a pasar la tarde. Me pedí mi cerveza y me quedé ahí viendo la fauna y flora del contorno. El ambiente era bastante familiar y desde luego no se veían turistas extranjeros. También se veían muchos surferos y gente haciendo “kitesurf”, con las cometas desplegadas volando sobre las olas. Siempre me ha dado ganas de aprender a hacer “surfing” pero desde luego esa tarde estaba más en plan “tumbing”.

El puerto de Máncora
A diferencia de Chile y otras partes del país, esta zona del norte de Perú no se encuentra bañada por la famosa corriente fría de Humboldt. Así que puedes bañarte sin miedo a caer en estado de crionización, como ocurre en otros puntos costeros de Perú. Aprovechando esta circunstancia me sometí a varios ciclos de chapuzón-sol-chapuzón-sol, tras los cuales me di un paseo por la playa de Máncora.

Al final de la playa se veían un montón de barcos pesqueros anclados todos juntos en mitad del mar. Parece ser que no existe un puerto refugio per sé, y están todos ahí atracados. El sol estaba por detrás de los barcos y aproveché la circunstancia para dar rienda suelta a mi afición fotográfica. La imagen de los barcos a contraluz era de lo más evocadora. Había otro fotógrafo que había tenido la misma idea que yo, pero este disponía de una modelo-novia a la que desgastó en la sesión fotográfica. Yo me conformé con aprovechar a un bañista anónimo distante como referencia.

El faro de Máncora
Todavía no había atardecido y decidí aprovechar para subir a la colina donde se encontraba el faro. Como quería llegar antes de la caída del sol, decidí subir en mototaxi, pero esta vez hice una profunda evaluación de mercado entre los que estaban disponibles y elegí el más barato. De todas formas, la subida no es complicada y si tenéis tiempo podéis hacerlo por vuestra cuenta.

Al llegar arriba, había muchísimo viento y la temperatura estaba bajando rápidamente. Estábamos unos 20 turistas con carne de gallina mirando ensimismados al horizonte mientras el sol se ponía. Las vistas eran muy bonitas. Si no hubiese hecho tan malo, es un sitio de lo más agradable. De hecho, el bar que está en las proximidades del faro es un sitio ideal para tomarse algo.

El descenso lo hice andando. En un cuarto de hora estaba de nuevo en la calle principal de Máncora y me puse a buscar algún sitio para cenar. Pilar, la dueña del Laguna Surf Camp, me había recomendado un sitio estupendo para comer ceviche, el restaurante César (ver sitio web). El sitio estaba en una calle un poco escondida y no muy atractiva, pero el ceviche estaba espectacular.

De vuelta al hotel, me pegué una ducha y desplegué la mosquitera para ponerme a salvo de la horda de minivampiros voladores. Todavía no me había recuperado de las picaduras de mi última noche en Iquitos (ver entrada). Aquel día no hice ni alpinismo, ni de Indiana Jones, ni de Fran de la Jungla, pero que bien sientan unas vacaciones dentro de las vacaciones.

Máncora. Perú. Noviembre 2018.
Si os ha gustado esta historia y queréis seguir leyendo más aventuras de mis viajes por esos mundos de dios, suscribiros al blog del Microbiólogo Viajero. Podéis hacerlo al final o en el lateral de esta página. Gracias por leerme.
Que bien me ha venido un día playero, ahora que lo tenemos todo prohibido ver tus imágenes en plan los vigilantes de la playa, hace que tenga unas ganas de retozar en la playa inimaginables, jajaja y además nos has hecho un buen descubrimiento playero, ya que como bien dices, en esa zona cualquiera se mete en el agua. Me ha gustado mucho la alineación de los barcos a falta de puerto, muy chulo. Pasa muy buena semana en fase 2 y disfrútala Un besote
Si estamos con ganas de playa y chiringuito.ojala pronto podamos hacerlo. Pasa una buena semana. de momento con la imaginación a Mancora.
Yo era ese bañista anónimo!!! … No, pero ojalá, porque lo deseo con todas mis fuerzas jaja. Unas vacaciones dentro de las vacaciones, qué cierto, porque irse de viaje para desconectar de la rutina no es descansar ¡L@s viajer@ exigen vacaciones remuneradas! Bonito lugar nos descubres. Gracias!!!! Un saludete!
Yo deseo con todo mi corazón que pronto todos podamos perdernos en algún paraíso, sea nacional o internacional. Un abrazo y gracias por leerme
Pues si Horacio! Tenias unas vacaciones ganadas! Puede parecer raro o incluso gracioso decirlo pero la aventura cansa y siempre hay que guardar un par de días para relajarse y has elegido un lugar precioso. Una playa familiar sin turistas extranjeros donde seguir empapandose de la cultura peruana. Menuda playa de contrastes! Y aún por encima con agua más calentita!
Viajar puede ser muy cansado y hay que hacer siempre un break. Mancora puede que no tenga una playa como las de polinesia pero fue un sitio estupendo para hacer un parón y descansar. Un beso y pasar buena semana
Me apunto de cabeza a todo lo que describes: cabañita con hamaquitas indi, a chapuzón-sol, chapuzón-sol, al faro, al atardecer incluso refrescando, a las fotinguis por supuesto, al puerto, al restaurante Cesar……………… a todito todo. También me gusta hacer paroncitos en las vacas para no hacer nada y recuperar que ya se sabe que la vida del viajero es muy sacrificada. jeje.
Muy refrescante esta entrada tuya.
Afortunadamente estamos en Fase 2 con un calor flipante y se puede ir a la playa, en caso contrario me hubiese trepado por las paredes de envidia. Así me he quedado en envidia sin trepar a ningún sitio. 🙂
Buena semana.
Jaja!! A mí me dais envidia los que vaya de playas en estos tiempos tan raros. Se que soy un cansino cada semana, pero que bonito y cuánto merece la pena Perú!. Un beso y pasa buena semana
Jaja, ventajitas de vivir en la esquina verde.
De cansino nada, unos post muy chulos y graciosos.
Besos mil