Cuando empecé este blog quería contar mis peripecias por el mundo y mostrar los sitios tan chulos que he tenido la suerte de poder conocer, pero también pensé que podía utilizarlo para acercaros la realidad de mi otra pasión, la microbiología. Por eso, esta semana voy a dejar aparcado mis viajes por el mundo y voy a hablar de una enfermedad de la que nadie se acuerda, pero sigue siendo un grave problema de Salud Pública, la tuberculosis.

No sé si os habéis parado a pensar alguna vez de que se muere la gente en el mundo, aparte de aburrimiento. Si consultamos a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la primera causa de muerte en el mundo son las enfermedades cardiovasculares. Pero ¡Oh sorpresa!, dentro de la lista de las 10 principales causas nos encontramos con la tuberculosis (más información aquí). La razón de pertenecer a tan funesta lista, es que la tuberculosis hace enfermar a 10 millones de personas y mata a más de un millón y medio de pacientes al año. Para haceros una idea, como si muriese toda la población de Barcelona cada año. Además, es la principal causa de muerte entre las personas infectadas de VIH.

Una de mis películas favoritas es “Moulin Rouge”. Hay mucha gente que le parece un tostón y aburrida, pero para mí toda la estética de la película, el vestuario y sobre todo la banda sonora, me parecen increíbles. No me canso de verla. En esta historia de amor imposible, ambientada a finales del siglo XIX, los protagonistas luchan por su amor durante toda la película. Cuando parece que van a conseguir ser felices para siempre y comer perdices, llega un insignificante microorganismo y la protagonista, interpretada por Nicole Kidman, termina muriendo de tuberculosis. Vamos un dramón.

Me hubiese gustado que hiciesen una segunda parte de esta película. Sin embargo, es probable que el protagonista masculino, Ewan McGregor, se hubiese contagiado también de tuberculosis debido al contacto estrecho con la infectada y le hubiesen mandado a un sanatorio en las montañas, que es lo que se hacía en esas épocas con los tuberculosos. Así que, sin protagonistas disponibles no podría hacerse una secuela. De todas formas, tampoco nos rasguemos las vestiduras que no hay segundas partes buenas.

Bromas aparte, lo que quiero contaros con todo esto es que la tuberculosis la asociamos con una enfermedad del pasado, como la época en que está ambientada la película de “Moulin Rouge”, pero que si nos fijamos en los datos proporcionados por la OMS sigue desgraciadamente estando de candente actualidad.
Otro dato escalofriante, es que una de cada cuatro personas en el mundo está infectada por Mycobacterium tuberculosis, bacteria causante de la tuberculosis, aunque todavía no han desarrollado la enfermedad. Afortunadamente sólo un 5-10% de estas personas tendrán tuberculosis a lo largo de sus vidas. Esto es debido a que el sistema inmunitario de cada persona es clave para controlar la infección y que ésta no se active. Sin embargo, factores como la malnutrición o la infección por VIH, afectan gravemente a la inmunidad de las personas y hacen que las probabilidades de desarrollar la tuberculosis se disparen. Con todo esto, os podéis imaginar que los países en vías de desarrollo tienen todos los boletos para que la tuberculosis campe a sus anchas.

La tuberculosis se transmite por el aire. Cuando una persona con tuberculosis pulmonar activa tose, genera aerosoles que contienen bacterias en suspensión, pudiendo infectar a las personas cercanas. Los síntomas de la tuberculosis incluyen fiebre, tos, pérdida de peso y sudores nocturnos, entre otros. Si el paciente no se trata, la sintomatología se agrava y se pueden producir lesiones graves en el pulmón, llegando incluso a producir la muerte del paciente.

El tratamiento estándar consiste en la administración de 4 antibióticos por vía oral durante 6 meses. La bacteria es capaz de desarrollar fácilmente resistencia al tratamiento, por eso se administran diferentes antibióticos simultáneamente. Si la bacteria con la que te has infectado es resistente, el tratamiento se debe prolongar durante 2 años. Además, en estos casos es necesario utilizar antibióticos inyectables y los pacientes reciben inyecciones dolorosas prácticamente a diario. Yo de pequeño todavía recuerdo con pánico las inyecciones de benzetacil (penicilina). Así que me puedo imaginar el suplicio de estos pacientes.

Los antibióticos no son inocuos y pueden producir efectos adversos graves, como problemas gastro-intestinales, hepáticos y renales. Hay que tener en cuenta que el tratamiento de la tuberculosis tiene que tomarse durante largos periodos de tiempo, lo que incrementa las posibilidades de sufrir efectos adversos. Todos nosotros hemos experimentado lo debilucho que te quedas después de estar 10 días tomando antibióticos y que hay veces que terminas con diarrea. Pues ahora imaginaros estar 2 años así y encima fastidiarte el hígado o el riñón.
El tratamiento de la tuberculosis debe de tomarse a rajatabla para asegurar la curación del paciente y evitar que la bacteria se vuelva multi-resistente. Hay pacientes que empiezan a encontrarse mejor tras unas semanas con los antibióticos y dejan de tomarlos. A los meses vuelven a encontrarse mal y además ahora los antibióticos no funcionan porque la bacteria se ha hecho resistente. También sucede que pacientes con efectos adversos a los antibióticos dejan de recibir los que le hacen daño y el resto que toman no son suficientes para curarlos y acaban con una infección multi-resistente que termina por matarlos.

La tuberculosis multi-resistente es un problema gordísimo. No solo porque es más difícil que los pacientes se curen, sino porque al no curarse, estas personas pueden contagiar y extender la infección multi-resistente. Se estima que cada año se producen más de medio millón de casos nuevos de tuberculosis multi-resistente. Entre estos pacientes existen casos de resistencia extendida, para los que prácticamente no existe tratamiento. Estos pacientes son tan peligrosos para la población, que los casos que se identifican en los países desarrollados están controladísimos, incluso con arresto domiciliario para evitar que extiendan la infección. Estas medidas como os podéis imaginar están lejos de utilizarse en los países en vías de desarrollo.
Aunque todo esto parece sacado de una película apocalíptica, no todo son malas noticias. A nivel global la incidencia de la tuberculosis ha disminuido un 2% en los últimos años, aunque todavía estamos lejos de alcanzar los objetivos propuestos en el “End TB strategy” de la OMS para 2020. Se estima que la mejora en los tratamientos y el diagnóstico de la tuberculosis han salvado a 54 millones de personas en el mundo desde el 2000, pero es necesario seguir luchando y poner muchos esfuerzos para poner fin a la epidemia de la tuberculosis. De hecho, éste es uno de los objetivos de desarrollo sostenible propuesto por las Naciones Unidas para 2030. Veremos hasta donde llegamos.

Me entristece pensar que estamos en el siglo XXI y existen personas en este planeta que no tienen acceso al diagnóstico, ni a los antibióticos para el tratamiento de la tuberculosis. No sabemos lo afortunados que somos de vivir donde vivimos.
Quizá os estéis preguntando porque tengo tanto interés en la tuberculosis. La razón es que recientemente (Agosto 2017 – Julio de 2018) estuve trabajando para Médicos Sin Fronteras (MSF) en el laboratorio de tuberculosis en Nukus (Uzbekistán). Sí, yo también tuve que mirar en el mapa donde me iban a mandar porque no sabía dónde carajo estaba este país.

Todos los países de la antigua Unión Soviética tienen una alta incidencia de casos de tuberculosis multi-resistente y Uzbekistán no es una excepción. Tras la caída de la Unión Soviética, los sistemas sanitarios colapsaron y el número de casos de tuberculosis se dispararon. MSF llegó a la región de Karakalpakstan (Uzbekistán) hace 20 años para evaluar los problemas sanitarios relacionados con la desecación del Mar de Aral (ver entrada anterior), pero pronto se dieron cuenta que en la región existía un grave problema con la tuberculosis.

Para poder proporcionar el tratamiento adecuado a cada paciente era necesario conocer a que antibióticos eran sensibles. Por eso surgió la necesidad de disponer de un laboratorio para el diagnóstico de la tuberculosis. Tener un laboratorio con los niveles de bioseguridad necesarios, en un sitio tan inhóspito, con temperaturas extremas (máx. 46ªC en verano y mín. -30ºC en invierno) y aislado del mundo es todo un reto. Durante el año que estuve aquí, el trabajo fue duro y extenuante. Sin embargo, poder estar en un laboratorio como éste, fue una experiencia profesional increíble, a parte de la experiencia vital de compartir un año con mis compañeros de misión en este rincón remoto de Asia Central.

Además del apoyo a los pacientes con tuberculosis en la región de Karakalpakstán, MSF también a comenzado a participar en un ensayo clínico (TB-PRACTECAL). Se está probando reducir el tiempo de tratamiento de los pacientes con tuberculosis multi-resistente de 2 años a 6 meses utilizando nuevas combinaciones de fármacos orales. Si funciona, este nuevo tratamiento supondrá una mejora increíble en la calidad de vida de los pacientes y en la lucha frente a la tuberculosis. Sin embargo, todavía necesitaremos unos años para conocer los resultados.

Ojala dentro de unos años, la tuberculosis sea algo del pasado y sólo nos acordemos de esta enfermedad por películas como Moulin Rouge. Pero todavía nos queda un largo camino por recorrer…
Bueno, un cambio de registro. Yo creo que tu verdadera pasión es la de escribir……muy interesante.
Muchas gracias por leerme. Supongo que no todo el mundo tiene las mismas prioridades. La verdad es que cada vez se presta más atención a la tuberculosis, pero queda mucho por hacer. Me hace mucha ilusión que te gustase mi entrada. Un beso y que tú también pases un buen finde